Colosseo

( Coliseo )

El Coliseo o Anfiteatro Flavio (en latín Colosseum, en italiano Colosseo)[1]​ es un anfiteatro de la época del Imperio romano, construido en el siglo I. Está ubicado en el este del Foro Romano, y fue el más grande de los que se construyeron en el Imperio romano. Conocido originalmente como Anfiteatro Flavio (Amphitheatrum Flavium) pasa a ser llamado Coliseo (Colosseum) porque a su lado había una gran estatua, el Coloso de Nerón,[2]​ un monumento dedicado al emperador Nerón que posteriormente sufrió transformaciones y llegó a desaparecer.[3]

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El Coliseo o Anfiteatro Flavio (en latín Colosseum, en italiano Colosseo)[1]​ es un anfiteatro de la época del Imperio romano, construido en el siglo I. Está ubicado en el este del Foro Romano, y fue el más grande de los que se construyeron en el Imperio romano. Conocido originalmente como Anfiteatro Flavio (Amphitheatrum Flavium) pasa a ser llamado Coliseo (Colosseum) porque a su lado había una gran estatua, el Coloso de Nerón,[2]​ un monumento dedicado al emperador Nerón que posteriormente sufrió transformaciones y llegó a desaparecer.[3]

Los materiales utilizados en la construcción de este son bloques de travertino, hormigón, madera, ladrillo, piedra (toba), mármol y estuco.

En la antigüedad poseía un aforo para unos 65 000 espectadores, con ochenta filas de gradas.[4][5][6]​ Los que estaban cerca de la arena eran el Emperador, su familia y los senadores, y a medida que se ascendía se situaban los estratos inferiores de la sociedad. En el Coliseo tenían lugar luchas de gladiadores y espectáculos públicos. Se construyó justo al este del Foro Romano, y las obras empezaron entre 70 d. C. y 72 d. C., bajo el mandato del emperador Vespasiano. El anfiteatro, que era el más grande jamás construido en el Imperio romano, se completó en 80 d. C. por el emperador Tito, y fue modificado durante el reinado de Domiciano.[2]​ Su inauguración duró 100 días, participando en ella todo el pueblo romano y muriendo en su celebración decenas de gladiadores y fieras que fueron sacrificados por el placer y el espectáculo del pueblo.[2]

El Coliseo se usó durante casi cinco siglos, celebrándose en los últimos juegos de la historia en el siglo VI, bastante más tarde de la tradicional fecha de la caída del Imperio romano de Occidente en 476 d. C. Los bizantinos también lo utilizaron durante el siglo VI. Además de las peleas de gladiadores, muchos otros espectáculos públicos tenían lugar aquí, como naumaquias, caza de animales, ejecuciones, recreaciones de famosas batallas y obras de teatro basadas en la mitología clásica. El edificio dejó de emplearse para estos propósitos en la Alta Edad Media. Más tarde, sirvió como refugio, fábrica, sede de una orden religiosa, fortaleza y cantera. De sus ruinas se extrajo abundante material para la construcción de otros edificios, hasta que fue convertido en santuario cristiano, en honor a los cautivos martirizados durante los primeros años del cristianismo. Esta medida contribuyó a detener su expolio y a que se conservara.

Aunque la estructura está seriamente dañada debido a los terremotos y los picapedreros, el Coliseo siempre ha sido visto como un icono de la Roma Imperial y es uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura romana. Es una de las atracciones turísticas más populares de la moderna Roma y aún está muy ligado a la Iglesia católica, por lo que el papa encabeza el viacrucis hasta el anfiteatro cada Viernes Santo.[7][8]

El Coliseo, junto con todo el centro histórico de Roma, fue admitido en la lista del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1980. El 7 de julio de 2007 fue reconocido como una de las siete nuevas maravillas del mundo moderno. Junto al Coliseo, se encuentran las estancias que actualmente en ruinas, sirvieron para la atención y entrenamiento de los gladiadores.

Antigua Roma

En 29 a. C. el cónsul romano Estatilio Tauro construyó un anfiteatro en el Campo de Marte, el primero de gran tamaño de la ciudad, con todas las instalaciones necesarias. Este edificio quedó destruido en el gran incendio de Roma del año 64, surgiendo la necesidad de un nuevo anfiteatro para la urbe romana.

El Coliseo fue un regalo del emperador Vespasiano al pueblo. Tenía el carácter público y de edificio civil donde se ofrecían espectáculos gratuitos de lucha entre gladiadores y fieras salvajes, escenificaban batallas mitológicas y se hacían simulacros de batallas navales. Eran espectáculos diurnos al aire libre. Cada espectador ocupaba el espacio según su categoría dentro de la sociedad romana: los asientos inferiores eran por el emperador y los senadores. Los peores lugares, arriba del todo, estaban reservados para los esclavos, los extranjeros y las mujeres.[1]

El Coliseo simboliza y glorifica el emperador Vespasiano. Fue creado para dar una imagen benefactora y con una clara intención propagandística. Las obras del Coliseo empezaron bajo el mandato del emperador Vespasiano, entre 70 y 72 d. C,[2]​ y finalizó el 80dc, durante el reinado del emperador Tito.[3]​ El emplazamiento elegido era un llano entre las colinas de Celio, Esquilino y Palatino, a través del cual fluía una corriente canalizada. El emplazamiento donde se construyó el anfiteatro había sido devastado años atrás por el Gran incendio de Roma en 64 d. C., y aprovechando esta circunstancia, Nerón se apropió de gran parte del terreno para edificar su residencia: la grandiosa Domus Aurea. En ella ordenó construir una laguna artificial, la Stagnum Neronis, rodeada de jardines y pórticos. El ya existente acueducto de Aqua Claudia se amplió para que llegara hasta esa zona, y la gigantesca estatua de bronce conocida como el Coloso de Nerón se colocó al lado de la entrada de la Domus Aurea. De esta estatua recibe el anfiteatro el nombre de Coliseo.[4]

El área se transformó durante el reinado de Vespasiano y sus sucesores. Aunque se conservó el Coloso, se derribó buena parte de la Domus Aurea. El lago se rellenó y la tierra sirvió como emplazamiento para el nuevo Anfiteatro Flavio. Se construyeron escuelas de gladiadores y otros edificios relacionados en los alrededores, donde anteriormente se encontraba la Domus Aurea. Según una inscripción reconstruida que se encontró en el lugar, «el emperador Vespasiano ordenó que este nuevo anfiteatro se erigiera usando su parte del botín como general». Esto puede referirse al gran tesoro que robaron los romanos tras su victoria en la primera guerra judeo-romana de 70 d. C. El Coliseo puede así ser interpretado como un gran monumento triunfal, siguiendo la tradición de celebrar las grandes victorias.[4]​ La decisión de Vespasiano de construir el Coliseo en el emplazamiento del lago de Nerón puede verse como un gesto popular para devolver a la gente una parte de la ciudad de la que Nerón se había apropiado para uso exclusivo. Al contrario que muchos otros anfiteatros, que se hallaban a las afueras de la ciudad, como el Anfiteatro Castrense, el Coliseo se levantaba justo en el centro de la urbe, situándolo literal y simbólicamente en el corazón de Roma.[5]

 Relieve del Coliseo en un sestercio de la época de Tito acuñado para celebrar su inauguración.

Entre los siglos V y VI se prohibieron las luchas de gladiadores y de animales salvajes, y en el siglo XIII, el Coliseo se convierte en fortaleza. El último espectáculo que albergó el Coliseo del que se tiene noticia es en el año 523 por orden del rey godo Teodorico. Posteriormente el anfiteatro fue abandonado, e incluso parte de sus piedras, como la de tantos otros edificios históricos de los Foros Imperiales, se utilizaron como canteras para otros edificios más modernos. Fue solo a finales del siglo XIX cuando se excavó la estructura bajo la arena, y volvió a ser símbolo de la gloria de Roma.

El Coliseo albergó espectáculos como las venationes (peleas de animales) o los noxii (ejecuciones de prisioneros por animales), así como las munera: peleas de gladiadores. Se calcula que en estos juegos murieron unas 200 000 personas.[6]​ Asimismo, se celebraban naumachiae, espectaculares batallas navales que requerían inundar la arena de agua. Es probable que fueran en los primeros años, antes de construirse los sótanos bajo la arena. El Coliseo poseía un avanzado sistema de canalización de agua que permitía llenar y vaciar rápidamente el piso inferior.

Se desconoce la identidad del arquitecto del edificio, como ocurría en general con la mayoría de las obras romanas: las edificaciones públicas se erigían para mayor gloria de los emperadores. A lo largo de los años se han barajado los nombres de Rabirio, Severo, Gaudencio o incluso Apolodoro de Damasco, aunque se sabe que este último llegó a Roma en el año 105.

Cuando Vespasiano murió en 79, el Coliseo ya estaba completo hasta el tercer piso. Su hijo Tito terminó el nivel superior e inauguró el edificio en 80.[7]​ Dión Casio dice que se mató a más de 9000 animales salvajes durante los juegos inaugurales del anfiteatro. Más adelante se remodeló el edificio bajo el mandato del hijo pequeño de Vespasiano, el recientemente nombrado emperador Domiciano, quien construyó el hipogeo, túneles subterráneos que se usaban para alojar animales y esclavos. También añadió una galería en la parte superior del Coliseo para aumentar su aforo.[7][5][8]

En 217, el Coliseo fue gravemente dañado por un gran incendio (causado por una tormenta eléctrica, según Dión Casio)[9]​ que destruyó el suelo de madera en el interior del anfiteatro. No se reparó del todo hasta 240 y se siguió remodelando en 250 o 252, y de nuevo en el año 320. Una inscripción recoge que varias partes del Coliseo fueron restauradas por Teodosio II y Valentiniano III (que reinaron de 425 a 450), posiblemente para reparar los daños que causó un terremoto en 443; las obras prosiguieron en 484 y 508. La arena se seguía usando para competiciones hasta bien entrado el siglo VI, registrándose la última pelea de gladiadores de la historia cerca del 435. La caza de animales continuó por lo menos hasta el año 523.[4]

En la Edad Media  El Coliseo representado en un mapa de la Roma medieval.

El Coliseo experimentó grandes cambios en su uso durante el periodo medieval. A finales del siglo VI se construyó una pequeña iglesia dentro de la estructura del anfiteatro, aunque aparentemente no le dio un significado religioso al edificio entero. La arena se transformó en un cementerio. Los numerosos espacios entre las arcadas y bajo los asientos se convirtieron en fábricas y refugios, y según las fuentes se alquilaron hasta el siglo XII.

Durante el papado de Gregorio Magno, muchos de los monumentos antiguos pasaron a manos de la Iglesia, que era la única autoridad efectiva. Sin embargo, carecía de recursos para mantenerlos, por lo que cayeron en el abandono y el expolio. En la Edad Media, la decadencia de la ciudad afectó a todos los monumentos imperiales. Los terremotos de 801 y 847 provocaron grandes destrozos en un edificio prácticamente abandonado en las afueras de la ciudad medieval.[8]

Cuando en 1084 el papa Gregorio VII fue expulsado de la ciudad, muchos monumentos pasaron a manos de familias nobles romanas, que los usaron como fortalezas. Alrededor de 1200 la familia Frangipani se apropió del Coliseo y lo fortificó, usándolo de forma parecida a un castillo y convirtiéndolo en su área de influencia. El Coliseo fue cambiando de manos hasta 1312, en que volvió a la Iglesia.[10]

El gran terremoto de 1349 dañó severamente la estructura del Coliseo, haciendo que el lado externo sur se derrumbase. Muchas de esas piedras desprendidas fueron recuperadas para construir palacios, iglesias (incluidos edificios de la Ciudad del Vaticano), hospitales y otros edificios en toda Roma. Una orden religiosa se asentó en el tercio norte del Coliseo y siguió habitándolo hasta principios del siglo XIX. La piedra del interior del anfiteatro fue picada en exceso, para reutilizarla en otra parte o (en caso de la fachada de mármol) quemarla para obtener cal viva.[4]​ Las abrazaderas de bronce que sostenían la mampostería fueron arrancadas de las paredes, dejando numerosas marcas. Aún hoy pueden observarse dichas cicatrices en el edificio.[10]

En la Edad Moderna  El Coliseo a mediados del siglo XVIII, según un grabado de Giovanni Battista Piranesi.

A lo largo de los siglos XV y XVI, el travertino que lo recubría fue arrancado para emplearlo en otras construcciones, por ejemplo, el Palacio Barberini y el Puerto de Ripetta. Un conocido dicho latino reza Quod non fecerunt Barbari, fecerunt Barberini (lo que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini). También se utilizó para quemarlo y obtener cal. El expolio de piedras continuó hasta 1749, en que Benedicto XIV consagró el monumento como lugar santo en memoria de los mártires allí ejecutados (si bien se cree que la mayoría de estos fueron martirizados en el Circo Máximo).[1]

Durante los siglos XVI y XVII, funcionarios de la Iglesia buscaron un papel productivo para el casco en ruinas del gran Coliseo. El papa Sixto V (1585-1590) previó convertir el edificio en una fábrica de lana para emplear a las prostitutas de Roma, aunque esta propuesta fracasó debido a su muerte prematura. El siglo XIX, en cambio, comenzaron una serie de obras para estabilizar muchos monumentos antiguos. El 1820 se terminaron varios contrafuertes, restauración llevada a cabo por orden de Pío VII, que son claramente distinguibles hoy en día, y sin los cuales el edificio probablemente se habría derrumbado. Durante todo el siglo se sucedieron obras de consolidación y mejora, en un proceso que aún continúa.[10]

Junto al Coliseo se encontraba la Meta Sudans, construida por el emperador Domiciano entre el 89 y el 96 ; era una fuente monumental de forma cónica con una altura de 17 metros y rodeada de agua. Su función era señalar la intersección de los cuatro distritos de la ciudad. En el año 1936 Mussolini la mandó demoler por «molestar» por la creación de la Via dei Fori Imperiali.[11]​ Una de las últimas barbaridades que sufrió el Coliseo fue ser objeto de simbolizar el borrador de la historia de Italia por parte de los militares; la parte del edificio que falta en la primera foto fue una bomba caída en el mismo durante la Segunda Guerra Mundial.

En el presente  El Coliseo y la fuente Meta Sudans en una foto de finales del siglo XIX.

El Coliseo es sin duda uno de los grandes atractivos turísticos de Roma. Ha sido llevado al cine en múltiples ocasiones, destacando sobre todo la reconstrucción digital mostrada en la película Gladiator.

En 1980, la Unesco declaró el centro histórico de Roma, incluido el Coliseo, Patrimonio de la Humanidad.[12]​ Desde 2000, las autoridades mantienen el edificio iluminado durante 48 horas cada vez que en algún lugar del mundo se le conmuta o aplaza una sentencia de muerte a un condenado.

Este monumento de la Roma Clásica ha sido designado una de Las Nuevas Siete Maravillas del Mundo Moderno, según la designación honorífica realizada en Lisboa el 7 de julio de 2007,[13]​ en el marco del concurso New 7 Wonders, organizado por el suizo Bernard Weber, del cual la Unesco se ha desmarcado completamente.[14]

El Coliseo fue desalojado el 7 de agosto de 2011 por una alarma de bomba, que resultó inexistente. Una llamada telefónica había informado que había una lata con cables colgando. Según el alcalde de Roma, «Tenía algo de trementina, una batería y dos cables, pero ningún material explosivo».[15][16]

En el verano de 2016 culminó una trabajosa tarea de limpieza del exterior del edificio, la primera de tipo integral que se le ha realizado en toda su historia; un proceso iniciado casi tres años antes. Financiada por la firma de calzados Tod's, la restauración consistió en el lavado de superficies mediante agua pulverizada (respetando la pátina de piedra y mármoles) y en la sustitución de estucados no idóneos. A este trabajo, con un presupuesto de 10 millones de euros, seguirá la restauración del interior del Coliseo y una modernización de los servicios al visitante, gracias a otra partida de 15 millones.[17]

a b Ambrós, Jordi (2000). Arquitectura Romana. Parramón. p. 38. ISBN 84-342-2065-2.  Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas rome-accom.com «BBC s History of the Colosseum». BBC.co.uk/ (en inglés). p. 2.  a b c d Claridge, Amanda (1998). Rome: An Oxford Archaeological Guide (First edición). Oxford, UK: Oxford University Press, 1998. pp. 276-282. ISBN 0-19-288003-9.  a b Ambrós, Jordi (2000). Arquitectura Romana. Parramón. p. 35. ISBN 84-342-2065-2.  Heather, Peter (2005). La caída del imperio romano. Barcelona: Crítica/Círculo de Lectores. p. 97. ISBN 978-84-672-3049-9.  a b Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas roth a b Richardson, Lawrence (1992). "Amphitheatrum Flavium", A New Topographical Dictionary of Ancient Rome (en inglés). Johns Hopkins University Press. pp. 7-8. ISBN 0-8018-4300-6. (requiere registro).  Cass. Dio lxxviii.25 a b c Ambrós, Jordi (2000). Arquitectura Romana. Parramón. p. 39. ISBN 84-342-2065-2.  Drago Troccoli, Luciana. Scavi e ricerche archeologiche dell'Università di Roma La Sapienza (en italiano). p. 43.  Referencia al Coliseo en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO Referencia al Coliseo como maravilla del mundo «The Global Vote, la propuesta británica para votar en cualquier país».  «Desalojan el Coliseo romano por una falsa amenaza de bomba». La Voz de Galicia. 7 de agosto de 2011. Archivado desde el original el 14 de noviembre de 2013. Consultado el 7 de agosto de 2011.  «Descartan alerta de seguridad en Coliseo Romano». Reuters - América latina. 7 de agosto de 2011. Archivado desde el original el 18 de noviembre de 2015. Consultado el 7 de agosto de 2011.  «El Coliseo luce su mejor cara tras las obras de restauración». El Mundo. 1 de julio de 2016. Consultado el 12 de agosto de 2015. 
Fotografías por:
Jaakko Luttinen - CC BY-SA 3.0
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