Mezquita-catedral de Córdoba

La Mezquita-Catedral de Córdoba,[1][2][3]​ conocida eclesiásticamente Catedral de Nuestra Señora de la Asunción[4]​ y de forma popular como la Mezquita, es un edificio monumental religioso e histórico de la ciudad de Córdoba (España).

Se construyó como mezquita aljama en el año 784. La historia tradicional, ya mencionada por los cronistas musulmanes, sostenía que el edificio ocupaba el sitio de la basílica hispanorromana de San Vicente Mártir. Según este relato, los conquistadores musulmanes habían reclamado la basílica para su culto, reformándola y reutilizando algunos de sus materiales....Leer más

La Mezquita-Catedral de Córdoba,[1][2][3]​ conocida eclesiásticamente Catedral de Nuestra Señora de la Asunción[4]​ y de forma popular como la Mezquita, es un edificio monumental religioso e histórico de la ciudad de Córdoba (España).

Se construyó como mezquita aljama en el año 784. La historia tradicional, ya mencionada por los cronistas musulmanes, sostenía que el edificio ocupaba el sitio de la basílica hispanorromana de San Vicente Mártir. Según este relato, los conquistadores musulmanes habían reclamado la basílica para su culto, reformándola y reutilizando algunos de sus materiales.[5]​ Estudios arqueológicos posteriores[6]​ ponen en duda esta historia tradicional que, sin embargo, es aceptada por otros arqueólogos.[7][8][9]

La mezquita fue objeto de ampliaciones durante el Emirato y el Califato de Córdoba. Llegó a cubrir un área de 23 400 metros cuadrados, con lo cual quedó como la segunda mezquita más grande del mundo en superficie, por detrás de la de La Meca, y solo superada en el siglo XVI por la Mezquita Azul (1588). El muro de la qibla no fue orientado hacia La Meca, sino 51.º grados hacia el sur, práctica habitual en las mezquitas de al-Ándalus.

En 1236, tras la conquista cristiana de la ciudad, se llevó a cabo su consagración como catedral de la diócesis con la ordenación episcopal de su primer obispo, Lope de Fitero.[10]​ En 1523, bajo la dirección de los arquitectos Hernán Ruiz, el Viejo y su hijo, se construyó su capilla mayor cruciforme renacentista de estilo plateresco.

Hoy todo el conjunto constituye el monumento más importante de Córdoba, y también de toda la arquitectura andalusí, junto con la Alhambra, así como el más emblemático del arte omeya hispanomusulmán. Declarada como Bien de interés cultural[3]​ y Patrimonio Cultural de la Humanidad como parte del centro histórico de la ciudad,[11]​ se incluyó por el público entre los 12 Tesoros de España en 2007[12]​ y fue premiada como el mejor sitio de interés turístico de Europa y sexto del mundo según un concurso de TripAdvisor.[13]​ En 2019 superó los dos millones de visitantes, convirtiéndolo en uno de los monumentos más visitados de España.[14]

El edificio alberga el cabildo catedralicio de la Diócesis de Córdoba, y por su carácter de iglesia y sede episcopal, está reservado al culto católico.[15]

Substrato

Según la tradición, en el solar de la actual Mezquita-catedral de Córdoba estuvo originalmente una iglesia cristiana dedicada a San Vicente Mártir,[1]​ que fue dividida y compartida entre cristianos y musulmanes tras la conquista islámica de la península ibérica.[2]​ Con el aumento de la población islámica, el emir Abderramán I decidió en 785 comprar la estructura al completo y demolerla[3]​ para construir la nueva mezquita;[4]​ a cambio, permitió a los cristianos reconstruir otras iglesias en ruinas, incluidas las de los mártires San Fausto, Januario y Marcial, que gozaban de gran devoción en la época.[5]

La historicidad de estos eventos ha sido discutida,[3]​ debido a que las evidencias arqueológicas son escasas y no se ha podido comprobar con hechos posteriores a la llegada de Abderramán a la península. El relato de la iglesia siendo reconvertida en mezquita, que es desarrollado por el historiador del siglo X Al-Razi, alberga muchas similitudes con la conquista musulmana de Siria, en particular con la construcción de la Mezquita de los Omeyas en Damasco. Para los historiadores medievales, estos paralelos servían para enaltecer la conquista omeya de la península y la apropiación de la Córdoba visigoda.[2][6]​ Otra fuente del siglo X menciona una iglesia que se levantó en el centro de la mezquita, sin dar muchos más detalles.[6]​ Una exposición arqueológica actual en la Mezquita-catedral muestra fragmentos de un edificio tardoantiguo o visigodo excavado por el arquitecto Félix Hernández en 1930, enfatizando el carácter cristiano del monumento.[7][8][9]​ Según Susana Calvo Padilla, especialista en la historia de la Mezquita-catedral, aunque se han encontrado los restos de estructuras similares a iglesias, no existen evidencias arqueológicas suficientes de que se haya encontrado la iglesia de San Vicente. Parece que los restos tendrían más relación con un complejo episcopal que con una iglesia.[10]​ Pedro Marfil, arqueólogo de la Universidad de Córdoba, ha interpretado también los restos encontrados como un complejo episcopal que quizás albergara una basílica,[11][12][13]​ lo que parecen validar excavaciones recientes.[14][15]​ Sin embargo, esta teoría fue cuestionada por el arqueólogo Fernando Arce-Sainz, que declara que ninguno de los restos analizados alberga una iconografía cristiana, ni siquiera de un cementerio, que apoyara que existiera una iglesia.[16]​ La historiadora del arte Rose Walker ha criticado que Pedro Marfil se basa en interpretaciones personales.[17]​ A pesar de las dudas del tipo de estructura que se encuentra en el substrato, es casi seguro que Abderramán destruyó el antiguo edificio para edificar la nueva mezquita, la cual no tuvo relación con la construcción previa.[3][18]

Hipótesis del templo arriano  La Mezquita forma parte del Centro histórico de Córdoba, declarado Patrimonio de la Humanidad.

En el siglo XX, el escritor Ignacio Olagüe Videla en su controvertido libro La Revolución islámica en Occidente (1974), supuso que Abderramán I no habría construido esta mezquita y que el templo primitivo ya contaba con el famoso bosque de columnas. Añadió, además, que originalmente habría sido concebido para el culto arriano. Sin embargo esta postura, recogida en textos de divulgación,[19]​ es rechazada por la investigación académica por carecer de pruebas y manipular los textos.[20]​ Los estudios arqueológicos demuestran sin lugar a dudas el origen omeya del edificio.[21]

Mezquita fundacional de Abderramán I  La puerta de San Esteban, la más antigua del edificio, fue construida como puerta occidental de la primera mezquita[22]

La mezquita fundacional fue mandada construir por Abderramán I, uno de los últimos miembros de la dinastía omeya que había conseguido escapar de Damasco tras la masacre de su familia durante la Revolución abasí y había derrotado al gobernador abasí Yusuf ibn Abd al-Rahman al-Fihri en Córdoba, instaurando el nuevo Emirato independiente en el 756.[23]

La construcción de la mezquita comenzó en 785 y terminó en menos de dos años.[24][25][26]​ Este periodo de tiempo tan reducido puede deberse a la reutilización de piezas (material de acarreo) romanas y visigodas, sobre todo columnas y capiteles.[25]​ Se desconoce el arquitecto, aunque se han observado influencias romanas, visigodas y omeyas en el diseño del edificio. Entre los constructores probablemente se encontraban artesanos locales y otros de origen sirio. Según la tradición y algunas fuentes escritas, Abderramán se encargó personalmente del proyecto, aunque se ha debatido hasta qué punto influyó en el diseño.[18][25]

La mezquita original era de forma casi cuadrada, en un área de 74 x 79 metros cuadrados, dividida entre el patio de abluciones (sahn) al norte y la sala de oración (haram) al sur.[18][25]​ Debido a que fue construida en pendiente, se tuvo que recurrir a una gran cantidad de relleno para crear el nivel necesario. La innovación arquitectónica más característica, repetida en edificios islámicos posteriores, fue la utilización de la doble arcada. Aunque se ha especulado que tal característica evoca los palmerales de Siria, hogar de Abderramán, no hay pruebas al respecto y es posible que el motivo técnico fuese que las columnas reutilizadas no eran lo suficientemente altas; por lo tanto, para dar estabilidad a este alzado, se recurrió a los arcos dobles, de los cuales el inferior, de herradura, hace funciones de entibo, mientras que el superior, de medio punto, es el que soporta la cubierta.[24][26][25]​ Este sistema, además de la alternancia cromática y material de las dovelas, rojas de ladrillo, amarillentas las de caliza, parece estar inspirado en el acueducto romano de Los Milagros (Mérida).[24][25]​ La mezquita fundacional tenía cuatro entradas: una en el centro del muro norte en el patio, dos en los muros oriental y occidental respectivamente y la cuarta en medio del muro occidental, dentro de la sala de oración. Esta última fue conocida como Bab al-Wuzara' (la puerta de los Visires, hoy conocida como puerta de San Esteban) y es probable que fuera la entrada usada por el emir y los oficiales estatales, que trabajaban en el Alcázar andalusí contiguo. Los muros exteriores se reforzaron con contrafuertes todavía visibles.[25]

Este primer edificio constaba de once naves longitudinales orientadas hacia el río Guadalquivir, cuya anchura es idéntica, a excepción de la central, que conducía al mihrab, ligeramente más amplia y las dos de los extremos, más estrechas, diferencias solo son apreciables en un plano. Estas naves constaban de doce intercolumnios que corrían en dirección al muro de la quibla.

El mihrab original de la mezquita no se conserva aunque es probable que sus restos fuesen encontrados en las excavaciones entre 1932 y 1936; estos restos muestran que la parte superior del mihrab tenía forma de concha, similar al posterior.[18]

Intervención de Hisham I

El emir Hisham I terminó los trabajos inacabados tras el fallecimiento de Abderramán I, terminando el patio o sahn y erigió el primer alminar.[18][25]​ Este primitivo alminar, de planta cuadrada, fue más tarde derribado por Abderramán III quien construyó otro, luego parcialmente desmochado, y cuyos restos se cree que se encuentran actualmente embutidos en el campanario cristiano de la catedral. La cimentación del alminar de Hisham I fue hallada en el Patio de los Naranjos por el arqueólogo Félix Hernández en el siglo XX, quién dejó marcada su ubicación en el pavimento y es hoy día visible.

Ampliación de Abderramán II Etapas constructivas
 
 
 
 
 

Según la historiografía clásica, el crecimiento de la ciudad habría determinado la necesidad de un oratorio (haram) con un aforo mayor para poder albergar más fieles durante la celebración de los viernes, por lo que Abderramán II decidió la primera ampliación de la mezquita. Las obras comenzaron en 836 (aunque también se citan los años 833 y 848), acabándose en el 852, bajo mandato ya del hijo de Abderramán II, Muhammad I (r. 852-886).[18][24][25]​ Para llevarla a cabo se derribó el primitivo muro de la quibla, cuyos restos son actualmente visibles en forma de grandes pilares, y se prolongaron las arquerías en ocho tramos o crujías más, con una longitud total de 24 metros. Los elementos arquitectónicos son idénticos a los de la fase inicial: alternancia de dovelas en los arcos (amarillas de caliza y rojas de ladrillo) y utilización de materiales de acarreo, aunque como novedad se utilizaron algunos materiales labrados a propósito para esta ampliación, como los ocho capiteles novedosos denominados «de pencas». El mihrab, cuyos cimientos fueron encontrados en el subsuelo de la capilla de Villaviciosa, estaba concebido monumentalmente con un arco de entrada sostenido por cuatro columnas y sobresalía al exterior del muro de la qibla. También este emir llevó a cabo una intervención en el patio, cerrándolo con saqqifas en los laterales que faltaban.

Otras intervenciones posteriores fueron las realizadas por Muhammad I, con la creación de la macsura, la restauración de la puerta de los Visires, actual puerta de San Esteban; su sucesor Al-Múndir (r. 886-888), quien dispuso un tesoro en la mezquita; mientras que el emir Abdalá (r. 888-912) construyó el primer sabat, un pasadizo elevado, que conectaba la macsura de la mezquita con el Alcázar andalusí al otro extremo de la calle.[24]

Ampliación de Abderramán III

En 929 Abderramán III instauró el nuevo Califato de Córdoba y consolidó el nuevo poder andalusí en la región. Como parte de sus variados proyectos constructivos, agrandó el patio de la Gran Mezquita y derribó el primer alminar y erigió uno nuevo comenzando entre 951-952.[18][25]​ El minarete o alminar tenía 47 metros de altura y una base cuadrada de 8,5 metros por lado.[18]​ El erudito Jonathan Bloom ha sugerido que la construcción del minarete por Abderramán fue visto como un símbolo de la creciente autoridad del califa y un intento de rivalizar con el Califato fatimí al este.[27]​ Abderramán también reforzó el muro norte del patio añadiendo otra fachada frente a la antigua.[25]​ Fuentes históricas difieren sobre si el patio estaba porticado;[28]​ algunos historiadores modernos afirman que el patio se porticó en esta época y se diseñó alternando pilares y columnas, tal y como puede verse actualmente. Las nuevas intervenciones, incluyendo el minarete, fueron completadas en 958, tal y como se evidencia en una placa de mármol que incluye el nombre de Abderramán III como maestro y supervisor de las obras.[18][24][25]

Este alminar se conserva actualmente desmochado y embutido en el campanario cristiano, aunque se conoce su alzado gracias a los dibujos conservados. El único testimonio gráfico que nos ha llegado es un relieve que se encuentra en una de las enjutas de la Puerta de Santa Catalina.

Ampliación de Alhakén II  Mihrab

Coincidiendo con el esplendor del califato, Alhakén II (r. 961-976), que participó en los proyectos arquitectónicos de su padre, comenzó durante su reinado en 961 la ampliación más innovadora. Derribó el antiguo mihrab de Abderramán II, del que también quedan restos visibles en la actualidad, y amplió la sala de oración 45 metros hacia el sur añadiendo doce crujías con el diseño original de doble arcada.[18][24][25]​ La nave central de la mezquita se ennobleció con la construcción de una cúpula nervada, ahora parte de la capilla de Villaviciosa. Asimismo, se creó una macsura rectangular y rematada con tres cúpulas nervadas alrededor del nuevo mihrab, presidida con arcos únicos polilobulados y entrecruzados, y en las columnas se alternan fustes rosas, de jaspe rojo de Cabra, y azules oscuros de la Sierra Morena cordobesa. Los materiales ya no son de acarreo, sino labrados ex profeso, con presencia de capiteles de pencas.[29]

Las cúpulas y el nuevo mihrab fueron concluidos en 965 y una inscripción muestra los nombres de cuatro artesanos que también colaboraron en el Salón Rico de Medina Azahara. Poco después de esta fecha, tanto la cúpula central de la macsura como los muros del mihrab se decoraron con ricos mosaicos dorados bizantinos. Según algunas fuentes tradicionales como Ibn Idari, Alhakén II escribió al emperador bizantino Nicéforo II de Constantinopla requiriéndole expertos en mosaicos para la tarea. El emperador aceptó y envió un maestro de obras con alrededor de 1600 kilos de teselas musivarias como presente. Los mosaiquistas instruyeron a algunos artesanos del propio califa, quienes adquirieron la habilidad para realizar el mismo trabajo, que fue finalizado a finales de 970 o principios de 971.[18][25]​ Otras novedades son el doble muro de la qibla, que facilita la conexión con el sabat y que permite que el mihrab no se limite a un simple nicho, sino que se abra como una pequeña habitación octogonal cubierta con una cúpula con forma de concha.

            Puertas y cúpulas de la maqsura

Alhakén II también subvencionó la construcción de un nuevo mimbar (púlpito) en 965, cuyas obras se demoraron cinco o siete años. Desafortunadamente, los detalles de esta estructura y su cronología se contradicen con las fuentes históricas. Ibn Idari, por ejemplo, indica que Alhakén tenía dos mimbares en esta época, y quizás uno de ellos fuese destruido o reemplazado. No obstante, el mimbar que se asoció con la mezquita fue destacado por varios escritores por su gran artesanía. Realizado en maderas preciosas como el ébano, el boj y maderas «perfumadas», tuvo incrustaciones de marfil y otras maderas coloridas como sándalo rojo y amarillo. Historiadores modernos creen que el mimbar tenía ruedas que permitían su desplazamiento para entrar y salir de su sala.[30][31]

Ampliación de Almanzor  Arcos exteriores del muro este

Dado el gran continuo crecimiento demográfico de Córdoba, el hayib del califa Hisham II, Almanzor, decidió llevar a cabo la tercera y última de las ampliaciones de la mezquita entre 987-988.[18][24]​ Su ampliación fue la más extensa de las acometidas, afectando tanto a patio como a sala de oración, aunque no se hizo hacia el sur como las anteriores, debido a la cercanía del río Guadalquivir, sino hacia el este 47,76 metros, añadiendo ocho naves a la mezquita que dejan descentrado el mihrab. Una vez más, se repitió el mismo diseño de doble arcada en la nueva construcción, aunque la alternancia de dovelas es solo cromática y no de materiales puesto que todas son de piedra caliza, aunque pintadas de almagra las rojas. Se produjeron cientos de capiteles para las nuevas columnas, sin embargo, eran más simples y menos ornamentadas debido a la rapidez de su realización. La nueva ampliación de Almanzor albergaba una superficie de 8.600 metros cuadrados e hizo que la mezquita se convirtiera en la más grande del mundo fuera del Irak abasí. El nuevo muro oriental del templo se decoró con diez nuevos portales exteriores ricamente decorados y similares a los del muro occidental, aunque fueron en gran medida restaurados durante el siglo XX. Almanzor también fue célebre por haber sustraído las campanas de la catedral de Santiago de Compostela y haberlas fundido para realizar lámparas de techo en la mezquita, aunque ninguno parece haber sobrevivido.[18]

Últimos usos como mezquita (siglos XI-XII)

Tras el colapso del Califato cordobés a comienzos del siglo XI, no se realizaron más ampliaciones en la mezquita. La ausencia de autoridad tuvo consecuencias negativas en el templo, como el saqueo y daño durante la fitna de al-Ándalus.[32]​ Córdoba también sufrió un declive, aunque se mantuvo como un centro cultural relevante. Bajo los almorávides, los talleres artesanales cordobeses fueron contratados para crear mimbares ricamente decorados para importantes mezquitas de Marruecos, siendo el más célebre el mimbar de Ali Ibn Yusuf en 1137, que fue inspirado por el mimbar de Alhakén II de la Gran Mezquita.[31]

En 1146 el ejército cristiano de Alfonso VII de León y Castilla ocupó brevemente Córdoba. El arzobispo de Toledo, Raimundo de Sauvetat, acompañó al monarca y realizó una misa dentro de la mezquita para «consagrar» el edificio.[33]​ Según las fuentes islámicas, antes de que los cristianos abandonaran la ciudad saquearon la mezquita, llevándose sus lámparas de techo, el yamur de oro y plata del minarete y partes ricas del mimbar. Como resultado de este pillaje y el anterior durante la fitna, la mezquita perdió todo su mobiliario valioso.[32]

En 1162, tras un periodo de declive y continuos asedios, el califa almohade Abd al-Mumin ordenó que Córdoba se instaurara de nuevo capital de al-Ándalus. Para preparar dicho evento, sus dos hijos y gobernadores, Abu Yaacub Yúsuf y Abu Sa'id, mandaron que la ciudad y sus monumentos se restaurasen. El arquitecto Ahmad Ben Baso, quien fue posteriormente conocido por su trabajo en la Gran Mezquita de Sevilla, fue responsable de este programa restaurador.[34][32]​ Se desconoce que edificios recuperó, aunque es casi seguro que la mezquita se encontrara entre ellos. También es posible que se restaurase el mimbar, ya que se conservó hasta el siglo XVI.[32]

Conversión en catedral (siglos XIII-XV)  Aspecto actual de la capilla de Villaviciosa, antigua capilla Mayor, que fue la primera intervención cristiana en el edificio

Tras la conquista castellana de Córdoba en 1236, Fernando III de Castilla convirtió la mezquita en catedral y la dedicó a la Virgen María,[35]​ lo cual dio origen a diversas alteraciones arquitectónicas. La primera misa se celebró el 29 de junio de ese año.[33]

Según el obispo Rodrigo Jiménez de Rada, Fernando III también tomó las antiguas campanas de la catedral de Santiago de Compostela, sustraídas por Almanzor, y las devolvió al santuario jacobeo.[32][36]

A pesar de la conversión, esta primera etapa como catedral apenas vio modificada su arquitectura, con la creación de pequeñas capillas y mobiliario cristiano, además de la apertura de tumbas en ella.[24][32]​ Incluso el mimbar de la mezquita fue preservado en su sala original, aunque se desconoce si fue utilizado (la última evidencia es de Ambrosio de Morales en el siglo XVI).[32]​ El primer altar y capilla mayor fueron situados bajo uno de los lucernarios de Alhakén II, actualmente en la denominada capilla de Villaviciosa, sin alteraciones en la estructura anterior.[37]​ El área de la macsura y el mihrab fue convertida en la capilla de San Pedro y en ella se colocó el Sagrario para las hostias consagradas.[32]​ La actual capilla de la Concepción del siglo XVII, cerca del muro occidental del patio,[38]​ fue en sus orígenes un baptisterio del siglo XIII. Estas zonas parecen haber constituido los principales focos de actividad cristiana en la temprana catedral.[32]​ El minarete de la mezquita se convirtió en un campanario para la catedral, con pequeñas alteraciones como una cruz en la cima.[32][39]​ Progresivamente se fueron creando otras capillas en el periferia interior del edificio, muchas de ellas funerarias de patronazgo privado. La primera en el muro occidental fue la de San Felipe y Santiago, del año 1258, mientras que la de San Clemente se creó en la parte meridional de la mezquita antes de 1262. Asimismo, se crearon algunos altares secundarios, uno de ellos dedicado a San Blas (1252) y otro a San Miguel (1255), los cuales desaparecieron en los siglos posteriores.[32]

Al comienzo de este período temprano del edificio, el mantenimiento de la estructura estuvo a cargo de trabajadores mudéjares. Algunos de ellos eran miembros de la fábrica, y en cuanto tales personal dependiente y pagado por la iglesia diocesana, mientras que otros trabajaban para cumplimentar un «impuesto laboral» sobre los artesanos musulmanes (posteriormente ejercido sobre todos los gremios de ese origen), que los obligaba a trabajar dos días al año en la catedral. Este impuesto fue fijado por la Corona y solo se aplicó en la ciudad de Córdoba; probablemente para hacer uso de expertos mudéjares y aliviar la relativa pobreza del cabildo catedralicio, al cual le estaba asignado el mantenimiento y reparación de un edificio tan monumental. En aquel tiempo, los artistas mudéjares eran muy cotizados e incluso tenían el monopolio de su arte en algunas ciudades castellanas como Burgos.[32]

El primer añadido más relevante bajo el dominio cristiano fue la Capilla Real, ubicaba justo detrás del muro occidental de la capilla de Villaviciosa. Se desconoce cuándo se comenzó a construir, a veces se adjudica a Alfonso X, aunque la experta en arte islámico Heather Ecker ha señalado que no existe evidencia documental de que fuera edificada antes del siglo XIV, cuando Constanza de Portugal, esposa de Fernando IV, realizó una donación a la capilla.[32]​ Se sabe que fue terminada en 1371 por Enrique II, quien trasladó a la misma los restos de su padre Alfonso XI y de su abuelo Fernando IV[40][32][41]​ (más tarde, los huesos de ambos monarcas fueron trasladados a la iglesia de San Hipólito de Córdoba en 1736, donde reposan en la actualidad).[41]​ La capilla fue realizada en estilo mudéjar con una cúpula nervada similar a la de la capilla de Villaviciosa y cubierta con decoración de estuco típica de la arquitectura nazarí en la época.[40]​ El uso prominente del estilo mudéjar en una capilla funeraria real, junto con otros ejemplos como el Alcázar de Sevilla, se ha interpretado como un deseo de los monarcas castellanos de apropiarse el prestigio de la arquitectura andalusí.[24][40]

A finales del siglo XV se produjo una mayor dignificación en la Capilla Mayor, realizándose en 1489 una nueva nave donde estaba la antigua capilla del siglo XIII. Esta nueva capilla catedralicia fue impulsada por el obispo Íñigo Manrique (1486-1496), quien promovió la construcción de una nave con formulación arquitectónica gótica la cual albergaba una serie de frescos de estilo italiano realizados por Alonso Martínez que representaban santos y reyes, aunque únicamente se ha conservado uno que se exhibe en el Museo de Bellas Artes de Córdoba.[24][37][40]

Grandes alteraciones (siglos XVI-XVIII)  Crucero de la Catedral de Córdoba

La mayor ruptura estilística del edificio islámico se produjo durante el siglo XVI, cuando en el centro de la antigua mezquita se levantó una gran nave cristiana, conformando la nueva Capilla Mayor, bajo los auspicios artísticos y arquitectónicos del Renacimiento; esto supuso un quiebre total de los postulados espaciales islámicos.

La obra se comenzó en 1523 por iniciativa del obispo Alonso Manrique (1518-1523, hijo del gran comendador de la Orden de Santiago), quien trajo a Córdoba los principios planimétricos de las catedrales castellanas, pues había sido obispo de Badajoz y Salamanca. La propuesta del obispo fue polémica y se encontró con la oposición del concejo municipal de Córdoba.[24][33][40]​ Finalmente, el emperador Carlos V intercedió para que se realizara la obra, aunque más tarde se lamentara, como recogió Bernardo de Alderete, con la famosa frase: «habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes».[42]

La nueva nave de la Catedral de Córdoba estuvo a cargo del arquitecto Hernán Ruiz, el Viejo, quien aunque desarrolló su trabajo bajo postulados góticos con ciertos arcaísmos, introdujo elementos claramente renacentistas.[33]​ Antes de su muerte en 1547[43]​ construyó las paredes del coro hasta los ventanales y las bóvedas góticas en la zona sur, así como trabajó en el área oriental del edificio, la correspondiente a la ampliación de Almanzor, añadiendo bóvedas góticas a las naves islámicas. Tras su fallecimiento, su hijo Hernán Ruiz el Joven tomó las riendas del proyecto y fue responsable de los muros del transepto y los contrafuertes que sujetan la estructura.[44]​ Tras él, el proyecto fue encomendado al arquitecto Juan de Ochoa quien, después de cien años de obras, concluyó la nave de la catedral con el añadido de ciertos aspectos manieristas, como puede verse en la cúpula del crucero construida entre 1599 y 1607.[33][44]

En 1589 una gran tormenta (o terremoto)[39]​ causó daños en el antiguo minarete, entonces campanario, por lo que se decidió remodelarlo y reforzar la torre.[45]​ Se eligió un diseño de Hernán Ruiz III, hijo de Hernán Ruiz el Joven, que encajaba la estructura original del minarete dentro de una torre renacentista.[39][45]​ La construcción comenzó en 1593,[33]​ y algunas de las secciones septentrionales del minarete se demolieron durante el proceso; poco después los trabajos se interrumpieron, debido a los gastos ocasionados por la construcción del nuevo transepto de la catedral. Hernán Ruiz III murió en 1606, por lo que no pudo ver su obra concluida; las tareas prosiguieron, a cargo del arquitecto Juan Sequero de Matilla, quien añadió el cuerpo del reloj, en 1616 y se concluyeron un año después.[45]​ Sin embargo, la nueva torre tenía imperfecciones y se tuvieron que realizar reparaciones a mediados del siglo XVII por el arquitecto Gaspar de la Peña, quien reforzó la torre y modificó el diseño inicial de la puerta del Perdón, ubicada bajo la torre. En 1664, de la Peña añadió una nueva cúpula en la cima del campanario donde hizo colocar una estatua del arcángel Rafael realizada por los escultores Pedro de la Paz y Bernabé Gómez del Río.[39][45]​ En 1727 la torre se dañó debido a otra tormenta, también se dañaron algunas ornamentaciones durante el Terremoto de Lisboa de 1755. Baltasar Dreveton, un arquitecto francés, fue el encargado de restaurar y reparar la estructura durante más de ocho años.[45]

En la nueva capilla mayor, una vez fue completada por Juan de Ochoa, el obispo Diego de Mardones inició la construcción de un gran retablo para lo cual donó una gran suma de dinero. El mismo fue diseñado en estilo manierista por Alonso Matías y comenzó a realizarse en 1618. También intervinieron en su decoración Sebastián Vidal, Pedro Freile de Guevara y Antonio Palomino.[33][46]

En marzo de 1748 se inició la construcción del coro, cuyo diseño estuvo a manos de Pedro Duque Cornejo, y que fue sufragado con la ayuda del archidiácono José Díaz de Recalde unos años antes.[33][47]​ La sillería del coro finalizó en 1757, aunque Cornejo, quien había trabajado continuamente más de una década, falleció solo dos semanas antes de que fuese inaugurado.[48]

Restauraciones modernas (siglos XIX-XXI)

En 1816 se descubrió el mihrab original de la mezquita tras retirar el retablo de la antigua capilla de San Pedro. Patricio Furriel fue el responsable de restaurar sus mosaicos originales, incluyendo la reconstrucción de áreas que se habían perdido. Asimismo, entre 1879 y 1923, se realizaron reparaciones en la antigua estructura de la mezquita bajo la dirección de Ricardo Velázquez Bosco, quien, entre otras cosas, eliminó los elementos barrocos que habían sido añadidos a la capilla de Villaviciosa y descubrió las estructuras previas. Durante este periodo, en 1882, el templo fue declarado Monumento Nacional. Posteriormente, entre 1931 y 1936, se llevaron a cabo excavaciones arqueológicas en la sala de oración y en el patio de los Naranjos dirigidas por Félix Hérnandez.[33]​ Todas las restauraciones desde el siglo XIX se centraron en recuperar los elementos arquitectónicos islámicos,[32]​ debido a que en esa época la cultura española comenzó a estudiar y recuperar sus monumentos andalusíes.[49][50]

La Mezquita-catedral fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984, y en 1994 esta denominación se extendió a todo el centro histórico de Córdoba.[51]​ En 1991 comenzó un proyecto de restauración del campanario, el cual finalizó en 2014, que permite visitarlo, mientras que el transepto y el coro renacentistas también fueron restaurados entre 2006 y 2009.[33]​ Otras restauraciones han continuado con algunas capillas y puertas exteriores durante la segunda década del siglo XXI.[52]

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