Contexto sobre Madrid

Madrid es un municipio y una ciudad de España, con categoría histórica de villa,[9]​ es la capital del Estado[10]​ y de la Comunidad de Madrid. Su término municipal, el más poblado de España, tiene empadronadas a 3 305 408 personas (INE 2021), constituyéndose como la segunda ciudad más poblada de la Unión Europea, así como su área metropolitana, con 6 779 888 habitantes empadronados.[11][12][13][14][...Leer más

Madrid es un municipio y una ciudad de España, con categoría histórica de villa,[9]​ es la capital del Estado[10]​ y de la Comunidad de Madrid. Su término municipal, el más poblado de España, tiene empadronadas a 3 305 408 personas (INE 2021), constituyéndose como la segunda ciudad más poblada de la Unión Europea, así como su área metropolitana, con 6 779 888 habitantes empadronados.[11][12][13][14][15][nota 1]

Cuenta con un PIB nominal de 133 129 millones de euros —el 12 % del PIB nacional— y un PIB per cápita nominal de 41 600 € (2018), siendo la 1.ª área metropolitana española en actividad económica −19 % del PIB.[16]​ Es también la primera en más pernoctaciones hoteleras.[17]

Como capital de España, alberga las sedes del Gobierno de España y sus Ministerios, de las Cortes Generales (Congreso y Senado), del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional, así como la residencia oficial de los reyes de España[18]​ y del presidente del Gobierno. En el plano económico, según el informe realizado por PwC sobre la evolución de la población y la economía de las principales capitales mundiales en 2009, es la cuarta ciudad más rica de Europa en PIB per cápita medido en términos de Paridad de Poder de Compra, tras Londres, París y Moscú.[19]​ En 2009, el 50,1 % de los ingresos de las 5000 principales empresas españolas son generados por sociedades con sede social en Madrid, que suponen el 31,8 % de ellas.[20]​ Es sede del 4.º mayor mercado de valores de Europa,[21]​ 2.º en el ámbito iberoamericano (Latibex), y de varias grandes corporaciones.[22][23]​ Es la 8.ª ciudad del mundo con mayor presencia de multinacionales.[24][25]

En el plano internacional acoge la sede central de la Organización Mundial del Turismo (OMT), perteneciente a la ONU, la sede de la Organización Internacional de Comisiones de Valores (OICV), la sede de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), la sede de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), el Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica (OIJ), y la sede de Public Interest Oversight Board (PIOB).[26]​ También alberga las principales instituciones internacionales reguladoras y difusoras del idioma español: la Comisión Permanente de la Asociación de Academias de la Lengua Española,[27]​ y sedes centrales de la Real Academia Española (RAE), del Instituto Cervantes y de la Fundación del Español Urgente (Fundeu). Madrid organiza ferias como FITUR, Madrid Fusión, ARCO, SIMO TCI, el Salón del Automóvil y la Cibeles Madrid Fashion Week.

Es un influyente centro cultural y cuenta con museos de referencia internacional, entre los que destacan el Museo del Prado, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza y CaixaForum Madrid, que ocupan, respectivamente, el 14.º, 10.º, 67.º y 79.º puesto entre los museos más visitados del mundo.[28]​ En 2021, el Paseo del Prado y el Buen Retiro, paisaje de las artes y las ciencias fue incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.[29]

Los orígenes de la ciudad son objeto de revisión histórica tras hallazgos de enterramientos visigodos, que han venido a confirmar que el posterior asentamiento fortificado musulmán de Maǧrīţ (del siglo IX) se había asentado sobre un vicus visigodo del siglo VII, posiblemente llamado Matrice o matriz ('arroyo').[30][31]​ Las excavaciones arqueológicas también desvelan restos de época romana, así como de restos que se remontan a los carpetanos o al periodo prerromano. No sería hasta el siglo XI cuando Madrid fue incorporada al Reino de León, tras su conquista por Alfonso VI de León en 1083. Fue designada como sede de la Corte por el rey Felipe II en 1561, convirtiéndose en la primera capital permanente de la monarquía española y ha mantenido la capitalidad del país desde entonces, salvo por breves intervalos de tiempo.

Mas sobre Madrid

Population, Area & Driving side
  • Población 3332035
  • Área 604
Historial
  • Prehistoria

    Pese a que no se han encontrado restos fósiles humanos, sí se ha hallado gran variedad de útiles, especialmente en el entorno de Arganda del Rey y del Manzanares, que permiten probar la existencia de asentamientos humanos en las terrazas del río en el lugar que hoy ocupa la ciudad.[1][2]​ La ciudad actual se asienta en territorio que en el momento previo a la dominación romana ocupaba el grupo carpetano.

    Época romana y visigoda

    La conquista y colonización por Roma de la península ibérica, llevada a cabo inicialmente como maniobra militar romana en su larga serie de guerras con Cartago, dura casi dos siglos, desde la segunda guerra púnica hasta el 27 a. C. en el que completan la pacificación del norte del territorio y lo dividen en tres provincias.[3]​ La región que actualmente ocupa Madrid se situaría en la Tarraconense.

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    Prehistoria

    Pese a que no se han encontrado restos fósiles humanos, sí se ha hallado gran variedad de útiles, especialmente en el entorno de Arganda del Rey y del Manzanares, que permiten probar la existencia de asentamientos humanos en las terrazas del río en el lugar que hoy ocupa la ciudad.[1][2]​ La ciudad actual se asienta en territorio que en el momento previo a la dominación romana ocupaba el grupo carpetano.

    Época romana y visigoda

    La conquista y colonización por Roma de la península ibérica, llevada a cabo inicialmente como maniobra militar romana en su larga serie de guerras con Cartago, dura casi dos siglos, desde la segunda guerra púnica hasta el 27 a. C. en el que completan la pacificación del norte del territorio y lo dividen en tres provincias.[3]​ La región que actualmente ocupa Madrid se situaría en la Tarraconense.

    Si bien es posible que durante el periodo romano el territorio de Madrid no constituyese más que una región rural, beneficiada por la situación de cruce de caminos y la riqueza natural, el hallazgo de los restos de una basílica del periodo hispano-visigodo en el entorno de la iglesia de Santa María de la Almudena[4]​ ha sido presentado como una evidencia de la existencia de un asentamiento urbano en ese periodo. Otras muestras arqueológicas de la presencia de una población estable en Madrid se encuentran en los restos de dos necrópolis visigodas, una en la antigua colonia del Conde de Vallellano —paseo de Extremadura, junto a la Casa de Campo— y otra en Tetuán de las Victorias. Dentro del casco medieval se encontró una lápida bastante deteriorada con la leyenda, nunca completada e interpretada de varias formas, pero que podría indicar la presencia de población estable ya en el siglo VII:

    min.n. bokatus. indignvs. prs. imo / et tertio. regno. domno. rvd. / mi. regvm. era dccxxxv
    Época musulmana
     
    Vestigios de la muralla musulmana junto a la Cuesta de la Vega

    La primera constancia histórica de la existencia de un asentamiento estable data de la época musulmana.[5]​ En la segunda mitad del siglo IX, el emir de Córdoba Muhámmad I (852-886) construye[6]​ una fortaleza en un promontorio junto al río,[5]​ que es una de las muchas fortificaciones que ordena construir en el territorio fronterizo de la Marca Media con el triple propósito de vigilar los pasos de la sierra de Guadarrama y proteger Toledo de las razzias de los reinos cristianos del norte, de ser punto de partida a su vez para incursiones musulmanas en dichos reinos y de asentar la autoridad de Córdoba en esta región. La primera noticia escrita sobre Madrid la encontramos en el cronista cordobés Ibn Hayyan (987-1075), quien, citando a otro cronista anterior, al-Razi (888-955), dice:

    A Muhammad y al tiempo de su reinado se le deben hermosas obras, muchas gestas, grandes triunfos y total cuidado por el bienestar de los musulmanes, preocupándose por sus fronteras, guardando sus brechas, consolidando sus lugares extremos y atendiendo a sus necesidades. Él fue quien ordenó construir el castillo de Esteras, para guardar las cosechas de Medinaceli, encontrándose en su lado noroeste. Y él fue quien, para las gentes de la frontera de Toledo, construyó el castillo de Talamanca, y el castillo de Madrid y el castillo de Peñahora. Con frecuencia recababa noticias de las marcas y atendía a lo que en ellas ocurría, enviando a personas de su confianza para comprobar que se hallaban bien.[7]

    Junto a la fortaleza se desarrolla, hacia el sur y hacia el este, principalmente, el poblado. Esta población recibe el nombre de Maǧrīţ (AFI [maʤriːtˁ]) (en castellano antiguo Magerit [maʤeˈɾit]), que podría ser una arabización del nombre romance Matrice, «matriz», en alusión a un arroyo de ese nombre que discurría junto a la primitiva ciudad, por la actual calle de Segovia,[8]​ o bien ser un híbrido entre la palabra árabe Maǧra, que significa «cauce» o «curso de agua», y el sufijo romance -it (< latín -etum), que indica abundancia; el significado sería por tanto «lugar abundante en aguas», en referencia a los varios arroyos de superficie y subterráneos que podían encontrarse en el solar de la ciudad.[9]

    La noticia más completa sobre el Madrid musulmán la da el geógrafo Al-Himyari en el siglo XV, quien citando fuentes más antiguas dice de esta ciudad que era:

    Una noble ciudad de al-Ándalus construida por el emir Muhammad ibn Abd al-Rahman. De Madrid al puente de Maqida [¿Valdemaqueda?], que era el límite de las tierras del islam, hay 31 millas. En Madrid hay un barro con el que se hacen unas ollas que pueden utilizarse para ponerlas sobre el fuego durante veinte años sin que se rompan, y lo que se cocina en ellas se conserva sin que le afecten ni el frío ni el calor del ambiente. El castillo de Madrid es uno de los más poderosos, construido por el emir Muhammad ibn Abd al-Rahman. Ibn Hayyan menciona en su Historia el foso que fue cavado fuera de las murallas de Madrid, diciendo que se encontró en él una tumba con un esqueleto que medía 51 brazos, esto es, 102 palmos (aprox. 9 m), desde el cojín de la cabeza hasta el extremo de los pies. De ello levantó acta, certificándolo, el cadí de Madrid, quien acudió al lugar y lo observó junto a varios testigos.[10]
     
    Restos de la torre de los Huesos, una antigua atalaya islámica, en la plaza de Oriente

    Se ha mantenido a lo largo del tiempo la tradición de que el primitivo hisn o fortaleza andalusí ocupaba el solar en el que luego se levantó el alcázar cristiano y más tarde el actual Palacio Real. Muchos investigadores han trabajado con esta hipótesis, desarrollando propuestas de reconstrucción del trazado de las murallas de la vieja al-mudayna o ciudadela a partir de esta idea. Sin embargo, no hay ninguna evidencia arqueológica ni documental de que el hisn estuviera en ese emplazamiento, y en la actualidad los estudiosos tienden a pensar que la muralla de la ciudadela pasaba por la actual plaza que separa la catedral de la Almudena del Palacio y por tanto no incluía el solar de este último. La ciudad andalusí amurallada, por lo tanto, se habría levantado en el cerro delimitado al sur por la hondonada del arroyo de San Pedro (actual calle de Segovia), al norte por la del arroyo del Arenal (actual calle del Arenal) y al oeste por el barranco que termina en la vega del Manzanares. Extramuros se desarrolló, hacia el sur y el oeste, una población mayor que fue rodeada en época cristiana de una segunda muralla.

    De los diversos trabajos arqueológicos desarrollados en la ciudad desde mediados del siglo XIX en adelante, han hallado restos como: la muralla árabe de la cuesta de la Vega, la atalaya de la plaza de Oriente y los vestigios de un viaje de agua de la plaza de los Carros. Se conocen otros restos de muralla, hoy desaparecidos, por los planos antiguos de la ciudad. La mezquita mayor, cuya existencia daba a la población el carácter de medina o ciudad, ocupaba el lugar en el que luego se levantó la iglesia de Santa María, derribada a su vez en el siglo XIX para ensanchar la calle Mayor. Esta ya era en tiempos andalusíes la calle principal de la ciudad.[11]

    En el año 932, el rey Ramiro II en su proceso de conquista territorial en el sur del reino de León atacó la fortaleza omeya de Madrid, en su idea de conquistar Toledo, capitaneando el ataque los segovianos Díaz Sanz de Quesada y Fernán García de la Torre. Ya ocupadas por al-Nasir, tiempo antes, las fortalezas de la margen derecha del Tajo, Ramiro solo pudo instalarse momentáneamente y desmantelar las fortificaciones de Madrid y depredar sus tierras más próximas, de donde trajo numerosas gentes. Las murallas de Madrid fueron reforzadas tras este ataque.[12][13][14][15]

    Durante la época califal, Madrid perteneció a la cora de Guadalajara. Tras la desintegración de este califato, la ciudad pasó a integrarse en el reino taifa de Toledo.

    En el Madrid árabe nació en el siglo X Maslama al-Mayriti, llamado «el Euclides andalusí», notable astrónomo y fundador de una escuela matemática en Córdoba.[16]

    Conquista cristiana y establecimiento de la capitalidad de la Monarquía Hispánica
     
    Iglesia de San Nicolás de los Servitas, la más antigua del casco histórico de Madrid[nota 1]

    Con la caída del reino taifa de Toledo a manos de Alfonso VI de León, la ciudad fue tomada por las fuerzas cristianas en 1085 sin resistencia, probablemente mediante capitulación. La ciudad y su alfoz quedaron integrados en el reino de León como territorios de realengo. Los cristianos sustituyen a los musulmanes en la ocupación de la parte central de la ciudad, quedando los barrios periféricos o arrabales, que en el periodo anterior fueron habitados por la aljama de la Villa. También existió una judería, que primeramente estuvo situada en torno al actual Teatro Real, y más tarde donde la actual catedral de la Almudena,[18]​ aunque la tradición romántica tardía la situó en el entorno del que sería más tarde barrio de Lavapiés,[19]​ lo cual es imposible porque en la Edad Media era una zona inhóspita y deshabitada, y además nunca ha habido juderías extramuros de las ciudades.

    Durante el siguiente siglo, Madrid sigue recibiendo embates de los nuevos poderes musulmanes de la península, los almorávides, que incendian la ciudad en 1109 y los almohades, que la someten a sitio en 1197. La victoria cristiana de Las Navas de Tolosa aleja definitivamente la influencia musulmana del centro de la península.

    De esta época proceden dos destacados hechos religiosos que marcan el desarrollo de la personalidad del cristianismo popular de Madrid: el «descubrimiento» de la imagen de la Virgen de la Almudena y la vida de Isidro Labrador, que más tarde sería canonizado.[20]​ La ciudad va prosperando y recibe el título de villa en 1123.[21]​ Siguiendo el esquema repoblador habitual en Castilla, Madrid se constituye en concejo, cabeza de una comunidad de villa y tierra, la comunidad de villa y tierra de Madrid. El gobierno de la ciudad recae en todos los madrileños con el rango de vecinos, reunidos en concejo abierto hasta que en 1346, el rey Alfonso XI implanta el regimiento, en el cual ya solo representantes de la oligarquía local, los regidores, gobiernan la ciudad. En 1152, el rey Alfonso VII estableció los límites de la comunidad de villa y tierra entre los ríos Guadarrama y Jarama. En 1188, una representación de Madrid participa por primera vez en las Cortes de Castilla. En 1202, Alfonso VIII le otorgó su primer fuero municipal, que regulaba el funcionamiento del concejo, cuyas competencias fueron ampliadas en 1222 por Fernando III el Santo.

     
    Antiguo alcázar de Madrid a comienzos del siglo XVI

    A pesar del apoyo madrileño a Pedro I, posteriormente los soberanos de la casa de Trastámara residirían con frecuencia en la villa debido a la abundancia y calidad de sus cotos de caza, a la que eran muy aficionados. Antes incluso, ya el libro de Montería de Alfonso XI anotaba: «Madrid, un buen lugar de puerco y oso», y posiblemente de esa característica derivaba el escudo que las huestes madrileñas llevaron a la batalla de las Navas de Tolosa.[22]​ Posteriormente, un prolongado pleito entre el Ayuntamiento y la Iglesia acabó con un acuerdo de reparto de pastos para esta y pies de árbol para aquel, con lo que un árbol fue incorporado al escudo junto al oso u osa y las siete estrellas de la constelación homónima.[22]​ La identificación del árbol con el madroño es más oscura, más allá de la homofonía con el nombre de la ciudad.

    Las Cortes de Castilla se reúnen por primera vez en Madrid en 1309 bajo el reinado de Fernando IV y posteriormente en 1329, 1339, 1391, 1393, 1419 y dos veces en 1435. A partir de la unificación de varios reinos de la península ibérica bajo una Corona común, las Cortes se convocaron en Madrid con mayor frecuencia.

    En el siglo XV, cuando el número de ciudades con procuradores en las Cortes de Castilla quedó fijado en dieciocho, la villa mantuvo su voto en las mismas.

     
    Litografía del siglo XIX representando el traslado a Madrid de la Corte por Felipe II en 1561

    En la guerra de las Comunidades, a la cabeza de su regidor Juan de Zapata, Madrid se une a la sublevación contra Carlos I (1520),[23]​ tomando el alcázar el 31 de agosto de 1520 (véase: Sitio del Alcázar de Madrid). Sin embargo, tras la derrota de los comuneros en Villalar, la villa es asediada y ocupada por las tropas reales a mediados de mayo de 1521. A pesar de todo ello, el sucesor de Carlos I, Felipe II decide instalar la corte en Madrid el 13 de febrero de 1561 (hace 462 años).[24]

    El establecimiento de la capitalidad en Madrid sería decisivo para la evolución de la ciudad y haría que los avatares del país y la monarquía, en mayor o menor medida, influyeran en el destino de la ciudad. Salvo un breve periodo entre 1601 y 1606, en que la corte se traslada a Valladolid, la capitalidad será consustancial a Madrid. Una famosa expresión indicaba esa identidad: «solo Madrid es corte», lo que, de forma conceptista, también se entendía al revés: «Madrid es solo corte».[25]

     
    Vista de Madrid desde el oeste, frente a la puerta de la Vega, por Anton Van der Wyngaerde (llamado en España «Antonio de las Viñas») en 1562, encargado por Felipe II de recoger vistas de sus ciudades. Se aprecia en primer plano las riberas del Manzanares, cruzado por los antecesores del puente de Segovia (en primer término), y el puente de Toledo (más al sur, derecha), que se construirán en forma monumental años más tarde. El edificio más destacado, al norte (izquierda), es el Alcázar, que forma parte del circuito amurallado y que sufrirá varios incendios hasta el fatídico de 1734 que lo destruirá casi completamente, siendo sustituido por el actual Palacio Real. Entre el caserío se destacan las torres de las iglesias (de izquierda a derecha: San Gil, San Juan, Santiago, San Salvador, San Miguel de los Octoes, San Nicolás, Santa María, San Justo, San Pedro, la capilla del Obispo, San Andrés y, extramuros, San Francisco), que no muestran aún el perfil de cúpulas y chapiteles que las caracterizará en los siglos siguientes. Aparece, fuera de las murallas y sobre el río, una instalación artesanal dedicada al tratamiento de pieles: las Tenerías del Pozacho. La reciente instalación de la corte provocó el aumento de la presión fiscal sobre los particulares mediante el gravamen de la regalía de aposento, que produjo todo tipo de resistencias, entre las que destacaba la construcción de casas a la malicia[26]
     
    Vista del Alcázar Real y entorno del Puente de Segovia, anónimo, c. 1670

    Con el establecimiento de la corte en Madrid, su población empieza a crecer de forma significativa. A la burocracia real, los miembros de la corte y todas las personas necesarias para su sustento, se unen desheredados y buscavidas de todo el Imperio español. En 1625, Felipe IV derriba la muralla de la ciudad, ya sobrepasada, y edifica la que será la última cerca de Madrid. Esta cerca, construida exclusivamente por razones fiscales (impuesto de portazgo) limitará el crecimiento de la ciudad hasta el siglo XIX. Las tareas de gobierno se centralizan en el Alcázar Real, conjunto de edificaciones situadas en los terrenos que más adelante ocuparán el Palacio Real y la plaza de Oriente. Paralelamente, se aumenta la superficie de otro palacio en el extremo este de la ciudad, más allá de la cerca. Se trata del palacio del Buen Retiro, empezado a construir por los Reyes Católicos (que también trasladaron a sus proximidades el monasterio de San Jerónimo el Real, situado anteriormente cerca del Manzanares, zona de la actual estación de Príncipe Pío), del que se conservan sus jardines, el Salón del Reino y el Salón de Baile, conocido, este último, como el Casón del Buen Retiro y utilizado actualmente por el Museo del Prado.

    Ilustración y neoclasicismo
     
    Llegada de Carlos III, apodado «El mejor alcalde de Madrid»,[nota 2]​ a la ciudad (1759), óleo de Lorenzo Quirós

    El cambio de dinastía traería cambios importantes para la ciudad. Los monarcas de la nueva dinastía la encontraron como una población oscura, de calles angostas, masificada, sin sistemas de alcantarillado y pestilente.[27]​ Los Borbones se plantean la necesidad de equiparar Madrid a otras capitales europeas. El incendio del alcázar de Madrid en 1734 (suceso desgraciado que causa la desaparición de una tercera parte de la colección real de pinturas) dio lugar a la construcción del Palacio Real.[28]​ Las obras duraron hasta 1755 y no fue ocupado hasta el reinado de Carlos III. Puentes, hospitales, parques, fuentes, edificios para el uso científico, ordenanzas de alcantarillado y otras actuaciones fueron promovidas por este último monarca, (quien recibe el título popular de «mejor alcalde de Madrid»), con la colaboración de arquitectos y urbanistas de gran categoría profesional y artística: Francesco Sabatini, Ventura Rodríguez y Juan de Villanueva, entre otros.

     
    La calle de Alcalá a mediados del siglo XVIII por Antonio Joli

    El proyecto del Salón del Prado, en las afueras de la ciudad, entre el conjunto del Buen Retiro y la cerca, es probablemente el más importante y el que ha dejado una herencia más importante a la ciudad: los paseos del Prado y Recoletos, las fuentes de Neptuno, Cibeles y Apolo, el Real Jardín Botánico, el Real Observatorio Astronómico o el edificio Villanueva, inicialmente destinado a acoger al Real Gabinete de Historia Natural, aunque finalmente sería asignado al entonces recién constituido Museo del Prado. Sin embargo, no siempre la relación del «rey alcalde» con sus súbditos-vecinos fue buena; varias medidas de su programa de modernización fueron contestadas de manera violenta durante el motín de Esquilache de 1766 aunque en él confluyeron, además, causas más complejas.[29]

    La ciudad aparece vista desde el suroeste, y algo distinta de como la pudo dibujar Wyngaerde doscientos años antes. El Alcázar de los Austrias ha sido sustituido por el palacio borbónico de Felipe V, el puente de Segovia (a la izquierda) es el actual, y el perfil de la enorme cúpula de San Francisco el Grande domina el resto de iglesias de la villa. Al norte (a la izquierda) se adivina la «montaña» del Príncipe Pío, donde tuvieron lugar los fusilamientos del 3 de mayo de 1808, inmortalizados en el cuadro de Goya.

    El ensanche y la era industrial
     
    El 3 de mayo en Madrid de Goya

    El levantamiento del pueblo de Madrid en contra de las tropas francesas el 2 de mayo de 1808 marca el principio de la guerra de la Independencia.[30]​ El rey José Bonaparte realizó reformas en la capital, y fueron frecuentes sus órdenes de derribar conventos para hacer plazas, por las que adquiere el mote de Pepe Plazuelas.[31]​ El devenir de la guerra lo forzó en dos ocasiones a huir de Madrid pero la ocupación de la ciudad se saldó con la destrucción de valiosos recintos, como el Palacio del Buen Retiro.

    La desamortización supuso un cambio drástico en el sistema de propiedad inmobiliaria, además de concentrar una gran colección de arte, el Museo de la Trinidad, que en 1872 fue disuelto y sus fondos pasaron a engrosar los del Museo del Prado (creado durante el reinado de Fernando VII). También supone la creación en Madrid de la Universidad Central, que conservará el nombre de Complutense ya que proviene del traslado físico y jurídico del claustro y alumnos de la renombrada Universidad de Alcalá a la cercana capital.

     
    Calle de San Bernardo a mediados del siglo XIX por David Roberts

    Durante el siglo XIX, la población de la ciudad sigue creciendo.[32]​ La percepción de los cambios que harán que desaparezca la ciudad preindustrial estimula la aparición de una literatura «madrileñista», de carácter costumbrista, como la de Ramón de Mesonero Romanos. La información estadística y de todo tipo recopilada por Pascual Madoz en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico para toda España fue especialmente exhaustiva para Madrid, cuyo artículo tiene un encabezamiento muy significativo: «Madrid: audiencia, provincia, intendencia, vicaría, partido y villa».[33]

    En 1868 se derriba por fin la cerca de Felipe IV y la ciudad puede crecer, en principio de una forma ordenada, gracias al plan Castro y la realización de los ensanches.[34][35]​ Será la oportunidad de fabulosos negocios, que enriquecieron a José de Salamanca y Mayol, marqués de Salamanca, quien dio nombre al nuevo barrio creado al este de lo que pasará a ser el eje central de la ciudad (el paseo de la Castellana, prolongación del paseo del Prado). Se establece un moderno sistema de abastecimiento de aguas (el Canal de Isabel II) y se establece la comunicación por ferrocarril que convertirá a Madrid en el centro de la red radial de comunicaciones, lo que también deja su huella en la trama urbana (estación de Delicias, estación de Atocha y estación de Príncipe Pío).

    Restauración

    En los primeros treinta años del siglo XX, la población madrileña llega a más de un millón de habitantes.[36]​ Nuevos arrabales como Las Ventas, Tetuán o El Carmen acogían al recién llegado proletariado, mientras en los ensanches se instalaba la burguesía madrileña. Estas transformaciones fomentaron la idea de la ciudad lineal, de Arturo Soria. Paralelamente se abrió la Gran Vía, con el fin de descongestionar el casco antiguo y se inauguró el metro de la ciudad en 1919.[37]​ Durante el reinado de Alfonso XIII, se cedieron terrenos del real pecunio, al noroeste del Palacio Real, para fundar la Ciudad Universitaria.

    Segunda República y Guerra Civil
     
    Mercado Central de Frutas y Hortalizas, plaza de Legazpi (1935)

    Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 dieron un gran triunfo a la conjunción republicano-socialista en Madrid, que obtuvo el 69,2 % de los votos[38]​ (90 630 votos para la conjunción y 31 616 para los monárquicos,[39]​ que se tradujeron en 15 concejales socialistas y 15 republicanos frente a 20 concejales monárquicos). Pedro Rico, del Partido Republicano Democrático Federal, fue elegido alcalde por la corporación municipal. El triunfo republicano en Madrid y la mayoría de las capitales de provincia supuso la descomposición de la monarquía y el advenimiento de la Segunda República española, apenas dos días después de los comicios. El comité republicano asumió el poder el día 14 por la tarde, y proclamó la República en la Real Casa de Correos de la puerta del Sol, sede del Ministerio de la Gobernación, ante una multitud enfervorizada.[40]​ La Constitución de la República promulgada en 1931 fue la primera que legisló sobre la capitalidad del Estado, estableciéndola explícitamente en Madrid.[41]​ Una de las primeras acciones del nuevo gobierno fue ceder al pueblo de Madrid la Casa de Campo, hasta entonces propiedad real; abriéndose al público por primera vez el 1 de mayo de 1931 en una fiesta campestre multitudinaria.[42]

    El estallido de la guerra civil española tuvo lugar en Melilla a media tarde del viernes 17 de julio y fue conocido en Madrid en las horas siguientes. Todavía el sábado 18 y el domingo 19 guardó la ciudad una cierta normalidad. Tras el aplastamiento de la rebelión en Madrid, mal planificada, en el cuartel de la Montaña y los cuarteles de Carabanchel, en los que los elementos leales del Ejército y de las Fuerzas de Seguridad fueron auxiliados por las milicias populares (organizadas desde finales de 1934 por el Partido Comunista de España bajo el nombre de Milicias Armadas Obreras y Campesinas), a las que el Gobierno autorizó la entrega de armas. A partir de ese momento comenzó una represión indiscriminada no solo hacia los que habían participado en la rebelión, sino contra aquellos que por no compartir las ideas políticas del Frente Popular, estaban considerados como «desafectos al Régimen». Surgieron numerosos centros de interrogación, detención y tortura (las «checas»), de donde muchos detenidos solo salían para ser «paseados», y aparecían después sus cadáveres en los alrededores de la ciudad. Se produjeron numerosas «sacas de presos» en las que las llamadas Milicias de Vigilancia entraban en las cárceles (San Antón, Ventas, etc.) con sus listas de personas para eliminar, «sacaban» a los presos que figuraban en las listas y los fusilaban en las afueras de la ciudad. Especial magnitud revistieron las matanzas de Paracuellos de Jarama, y Torrejón de Ardoz en noviembre/diciembre de 1936, en las que los cálculos más fundamentados arrojan entre 2000 y 3000 víctimas. Las «sacas de presos» en territorio republicano terminaron con la llegada de Melchor Rodríguez García al cargo de delegado general de Prisiones. También innumerables domicilios particulares fueron incautados, y la misma suerte corrieron las sedes de los partidos políticos de derechas. Se asaltaron e incendiaron iglesias, con irreparables pérdidas artísticas y culturales y por decreto gubernamental oficial de agosto de 1936, fueron definitivamente cerradas todas las iglesias de la España republicana y por tanto también las de Madrid.

    La resistencia de las milicias, militarizadas en forma de Ejército Popular de la República en 1937, dirigidas por la Junta de Defensa de Madrid, consigue frenar la ofensiva durante la batalla de Madrid en los barrios del oeste de la ciudad, especialmente en el entorno del barrio de Argüelles y la Ciudad Universitaria, donde se estabilizó el frente, y que resultó arrasada en el conflicto, perdiéndose además de los propios edificios de la Universidad elementos tan valiosos como el Real Sitio de la Moncloa, que incluía el palacio homónimo (el actual es una reconstrucción de la posguerra) y la Casa de Velázquez.[43]

    La ciudad no volvería a sufrir otro asalto por tierra durante la guerra, pero fue castigada por el fuego artillero y los bombardeos aéreos, primeros en la historia sobre una capital, a imagen de los que otras europeas sufrirán durante la Segunda Guerra Mundial. Las operaciones de la aviación del bando sublevado, apoyada por aparatos de la Alemania nazi y de la Italia fascista[44]​ provocan en cuatro meses, del 7 de noviembre de 1936 al 9 de marzo de 1937, 1490 muertos, 430 desaparecidos y 3502 heridos.[45]​ aparte de causar numerosos destrozos en edificios emblemáticos, como los que afectaron, del 14 al 17 de noviembre de 1936, al Museo del Prado, el Museo de Arte Moderno, el Instituto Cajal, el Museo Arqueológico Nacional y el Palacio de Liria.[46]​ La aviación también fue utilizada para atemorizar al enemigo.[47]

    La resistencia de Madrid fue exaltada por la propaganda en favor de la causa republicana con el lema «¡No pasarán!» y mofada al terminar la guerra, con la canción de Celia Gámez «¡Ya hemos pasao!», pero la situación obligó a las instituciones y el Gobierno, así como aparte de la población civil, a ser evacuados hacia las regiones del interior y del Levante. El final de la guerra fue especialmente caótico en Madrid, con el enfrentamiento violento entre unidades armadas del Partido Comunista y las leales a la Junta de Defensa de Madrid, dirigida por el general Miaja, el coronel Segismundo Casado y el socialista Julián Besteiro. Los choques armados en las calles de la ciudad causaron numerosas víctimas y dieron lugar a sangrientas represalias y fusilamientos por ambos bandos. Acabada la guerra el 1 de abril de 1939, Madrid comienza a padecer la represión franquista; en julio de ese año, el conde Galeazzo Ciano, ministro de Asuntos Exteriores de la Italia fascista, escribe en su diario que son entre 200 y 250 ejecuciones diarias.[48]

    Dictadura franquista
     
    La Plaza de Moncloa con el Ministerio del Aire y el Arco de la Victoria, uno de los símbolos del franquismo en la capital

    Terminada la guerra, la ciudad sigue su imparable crecimiento espacial, al tiempo que restaña las heridas que la contienda había dejado en la ciudad, especialmente en su fachada oeste. Cientos de miles de españoles emigran del campo a la ciudad.[49]​ Madrid (junto con Barcelona y Bilbao) es una de las ciudades que más se benefician de estos movimientos de población. A partir del 5 de junio de 1948, comienza el proceso de anexión a Madrid de hasta trece municipios limítrofes, que termina el 31 de julio de 1954 (Aravaca, Barajas, Canillas, Canillejas, Chamartín de la Rosa, Fuencarral, Hortaleza, El Pardo, Vallecas, Vicálvaro, Villaverde, Carabanchel Alto y Carabanchel Bajo, con lo que su extensión pasa de 66 km² a los 607 km² actuales y gana unos 300 000 nuevos habitantes.[50]​ El desorden urbanístico fue la norma: crecieron poblados chabolistas (descritos magistralmente por Luis Martín-Santos en su novela Tiempo de silencio), al tiempo que el centro histórico era sujeto a especulación, permitiéndose el derribo de edificios de valor artístico o tradicionales para ser sustituidos por otros de estética moderna, se construyen edificios de arquitectura innovadora como las suspendidas Torres de Colón. En algunos casos las intervenciones arquitectónicas tienen un carácter de marcar la presencia política, tratando de potenciar el concepto de «Madrid imperial» franquista, como en la zona de Moncloa, donde se levantan el Arco de la Victoria y el Ministerio del Aire, en un estilo neoherreriano, o la Casa Sindical (actualmente Ministerio de Sanidad), edificio de los Sindicatos Verticales.

     
    La Gran Vía en 1965, por entonces llamada avenida de José Antonio

    El Plan de Ordenación del Área Metropolitana, aprobado en 1963, acuciado por la explosión demográfica de la capital, inició la tendencia a desviar la concentración poblacional urbana de Madrid hacia municipios metropolitanos como Alcorcón, Alcobendas, Coslada, Fuenlabrada, Getafe, Leganés, Móstoles, San Sebastián de los Reyes, San Fernando de Henares y Torrejón de Ardoz, que se convierten en ciudades dormitorio. En 1973 se inauguran los primeros tramos de la M-30, el primer cinturón de circunvalación de la ciudad.[cita requerida]

    Transición y democracia

    Tras la muerte del dictador Franco, Madrid fue uno de los escenarios principales durante el periodo de la Transición.[51]​ Los primeros meses del año 1977 destacaron por la agitación política y social, con huelgas, manifestaciones y contramanifestaciones violentas con víctimas mortales. Otros graves acontecimientos fueron los dos secuestros por parte del GRAPO y el episodio de la matanza de Atocha de 1977 que resultó en el asesinato por parte de miembros de la ultraderecha de los abogados laboralistas en un despacho situado en esta calle. Su multitudinario entierro, previo a la legalización del PCE fue narrado cinematográficamente en Siete días de enero, de Juan Antonio Bardem. Con la consolidación del régimen democrático, la constitución de 1978 confirma a Madrid como capital de la España democrática en cuyo apoyo tendrían lugar las manifestaciones multitudinarias tras el desbaratado golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.

     
    Enrique Tierno Galván y Ramón Tamames en una manifestación (1979)

    En 1979, tuvieron lugar las primeras elecciones municipales democráticas desde la Segunda República en las que la lista de la UCD con José Luis Álvarez al frente fue la más votada, pero sin mayoría absoluta. Resultó elegido alcalde de la ciudad Enrique Tierno Galván, gracias al pacto del PSOE con el PCE. Durante esta alcaldía el Ayuntamiento regeneró la ciudad desde el punto de vista urbanístico y social. Lo que era la capital agonizante del franquismo llegó a ser el núcleo cultural más importante de Europa. La Movida madrileña fue un ejemplo de esta pujanza. Hubo también importantes mejoras en la calidad de vida de los habitantes de la ciudad. Tras la muerte de Enrique Tierno Galván, fue sustituido por Juan Barranco, del PSOE, con apoyos del PCE. Después la ciudad viró a posiciones más conservadoras con Agustín Rodríguez Sahagún, del CDS, y José María Álvarez del Manzano, del PP. Alberto Ruiz-Gallardón, del PP, fue nombrado alcalde de la ciudad tras su periodo al frente del gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid. Finalmente, el 27 de diciembre de 2011, Ana Botella se convierte en la primera alcaldesa de la historia del municipio, tras el nombramiento de su antecesor como ministro de Justicia de España.

    La elección democrática de alcaldes trae definitivamente grandes beneficios a la ciudad, al verse obligados los alcaldes a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, ante los que responden (los alcaldes franquistas eran elegidos directamente por Franco): construcción de bibliotecas, instalaciones deportivas, centros de salud; eliminación de los núcleos chabolistas; limpieza del río Manzanares; mejora del viario; cierre de la M-30 por el norte, enterramiento de la M-30 en la zona del Manzanares; construcción de nuevas vías de circunvalación (M-40, M-45, M-50), a la vez que se aumenta la capacidad de las carreteras de acceso (convertidas en autovías o duplicadas con autopista de peaje); regulación de aparcamiento (ORA) en el interior de la ciudad, que llega al límite de la M-30, con reiteradas protestas vecinales, todo ello con el objeto de absorber y regular el tráfico creciente. El papel de las grandes empresas inmobiliarias ha sido decisivo al marcar el nuevo estilo urbanístico en la ciudad de Madrid. Los nuevos barrios se articulan en torno a la manzana cerrada al exterior, con un núcleo formado por zonas verdes, piscinas, áreas de juegos infantiles, pistas deportivas, etc. Este nuevo estilo urbanístico ha ido modelando un nuevo concepto social en el que la calle ya no se entiende como un lugar de convivencia sino como un mero elemento de tránsito. Las personas en Madrid ahora tienden a reunirse más en bares, domicilios particulares, parques o incluso aparcamientos, apareciendo fenómenos antes desconocidos como el botellón.

     
    Restos de los atentados islamistas del 11 de marzo de 2004

    En la mañana del 11 de marzo de 2004, la red de transporte de cercanías de la ciudad fue el escenario de los atentados del 11 de marzo de 2004 reivindicados por Al-Qaeda, el ataque terrorista más grave sufrido en España y en la Unión Europea por el que resultaron asesinadas 192 personas y se causaron heridas a más de 1900.[52]​ El 11 de marzo de 2007, justo tres años después, los reyes de España inauguran en la plaza de Carlos V un monumento conmemorativo a las víctimas del atentado.[53]​ El 30 de diciembre de 2006, ETA voló el aparcamiento de la terminal T4 del aeropuerto de Barajas, causando la muerte a dos personas. Desde los atentados contra Luis Carrero Blanco (1973) y el bar de la calle del Correo (1974, frente a la Dirección General de Seguridad), Madrid ha sufrido buena parte de la actividad de esta banda terrorista, así como la de otros grupos de todo signo, como los de ultraderecha, el GRAPO y el terrorismo islámico.

    En el siglo XXI, la ciudad sigue abordando nuevos retos: mantenimiento de la población dentro del núcleo urbano (Madrid es el municipio de España en el que el aumento del precio de la vivienda ha sido mayor); expansión de la ciudad (con la creación de nuevos barrios mediante el Plan de Actuación Urbanística: Montecarmelo, La Peseta, Arroyo del Fresno, Valdebebas, Las Tablas, Sanchinarro, Ensanche de Vallecas...); remodelación del centro histórico; absorción e integración de la inmigración que acude a la ciudad.

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    Madrid, ciudad notable de Al-Andalus, que fue edificada por el emir Muhammad ibn Abd ar-Rahman.
    Christine Mazzoli-Guintard, «La fundación de Madrid», en Daniel Gil Flores (ed.), De Maŷrit a Madrid: Madrid y los árabes, del siglo IX al siglo XXI, Barcelona/Madrid: Lunwerg/Casa Árabe, 2011, p. 20. El texto en árabe puede encontrarse en Ibn Hayyan al-Qurtubi, Kitab al-Muqtabis fi tarij riyal al-Andalus, ed. de Mahmud Ali Makki, Beirut: Dar al-Kitab al-Arabi, 1973, p. 132. Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas Federico Corriente_1 Jaime Oliver Asín: El nombre de Madrid, Madrid: AECI, 1992. Al-Himyari, Kitab al-Rawd al-Mitar, [1] Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las referencias llamadas Christine Mazzoli-Guintard_1 Cervantes, Biblioteca Virtual Miguel de. «Historia de la insigne ciudad de Segovia y compendio de las historias de Castilla / Diego de Colmenares». Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Consultado el 11 de julio de 2022.  «El legado de los sabios». El Norte de Castilla. 7 de mayo de 2018. Consultado el 11 de julio de 2022.  de Lecea y García, Carlos. Monografías Segovianas.  «La toma de Madrid». Segoguiados. Consultado el 11 de julio de 2022.  «Maslama de Madrid». Archivado desde el original el 7 de junio de 2008. Consultado el 20 de marzo de 2007.  Datos acerca de la iglesia accesibles en Madrid histórico. «El Madrid judío». Consultado el 6 de junio de 2020.  «Barrio de Lavapiés». Consultado el 20 de marzo de 2007.  «San Isidro labrador». Archivado desde el original el 27 de septiembre de 2007. Consultado el 20 de marzo de 2007.  «Historia de Madrid». Archivado desde el original el 29 de diciembre de 2006. Consultado el 20 de marzo de 2007.  a b «Escudo de Madrid». Consultado el 20 de marzo de 2007.  «Comuneros de Castilla». Archivado desde el original el 27 de abril de 2007. Consultado el 20 de marzo de 2007.  «Historia de Madrid». Consultado el 20 de marzo de 2007.  Deleito y Piñuela, José (1968) Sólo Madrid es corte: (la capital de dos mundos bajo Felipe IV). Madrid, Espasa-Calpe. Pueden consultarse esta y otras vistas y planos de Madrid (el de Frederic de Witt y el de Pedro Texeira) en los siglos XVI y XVII en esta página web. «Madrid de los Borbones». Archivado desde el original el 27 de septiembre de 2007. Consultado el 20 de marzo de 2007.  «Palacio Real de Madrid». Consultado el 20 de marzo de 2007.  «El Motín del Esquilache». Consultado el 20 de marzo de 2007.  «Guerra de Independencia y revolución política». Consultado el 20 de marzo de 2007.  «José I Bonaparte». Consultado el 20 de marzo de 2007.  Instituto Nacional de Estadística www.ine.es. Censos y cifras oficiales de población (período 1900-2006) Madoz, Pascual, op cit. Madrid: Ábaco, 1981. Edición original de 1848 publicada como Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar. «Madrid siglo XIX». Archivado desde el original el 20 de noviembre de 2007. Consultado el 20 de marzo de 2007.  Díaz Simón, Luis. Los barrios bajos de Madrid, 1880-1936. Madrid: Los Libros de la Catarata, 2016, pp. 83-84. «Instituto nacional de Estadística». Consultado el 16 de junio de 2011.  «Metro de Madrid». Archivado desde el original el 8 de julio de 2007. Consultado el 13 de marzo de 2007.  Santos Juliá, David Ringrose, Cristina Segura, Madrid, historia de una capital, Madrid, 1994, Fundación Caja Madrid-Alianza Editorial, ISBN 84-206-9695-1, p. 566. Tusell, J., Sociología electoral de Madrid, 1969 «La proclamación de la Segunda República». Consultado el 13 de marzo de 2007.  La Constitución de la República Española de 1931 establece, en su artículo 5 que:
    La capitalidad de la República se fija en Madrid.
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