Passeig de Gràcia

( Paseo de Gracia )

El paseo de Gracia[1]​ (oficialmente y en catalán Passeig de Gràcia) es una de las avenidas principales y más famosas de Barcelona (España), debido a su importancia turística, áreas comerciales, negocios y un gran escaparate de obras destacadas de arquitectura modernista, como las edificaciones de los arquitectos Antoni Gaudí y Lluís Domènech i Montaner, declaradas Patrimonio de la Humanidad. La avenida está situada en la parte central de la ciudad, el Ensanche barcelonés, y conecta la plaza de Cataluña al este con la calle Mayor de Gracia al oeste.

Configurada con estilo de gran bulevar, con 61 metros de sección, es tan solo nueve metros menor que la primigenia avenida de los Campos Elíseos de París. Ostenta ser, con sus 1,6 kilómetros de longitud, la tercera calle comercial más cara de España en cifras de alquiler.[2...Leer más

El paseo de Gracia[1]​ (oficialmente y en catalán Passeig de Gràcia) es una de las avenidas principales y más famosas de Barcelona (España), debido a su importancia turística, áreas comerciales, negocios y un gran escaparate de obras destacadas de arquitectura modernista, como las edificaciones de los arquitectos Antoni Gaudí y Lluís Domènech i Montaner, declaradas Patrimonio de la Humanidad. La avenida está situada en la parte central de la ciudad, el Ensanche barcelonés, y conecta la plaza de Cataluña al este con la calle Mayor de Gracia al oeste.

Configurada con estilo de gran bulevar, con 61 metros de sección, es tan solo nueve metros menor que la primigenia avenida de los Campos Elíseos de París. Ostenta ser, con sus 1,6 kilómetros de longitud, la tercera calle comercial más cara de España en cifras de alquiler.[2]​ Le precedía la calle Preciados de Madrid,[3]​ que ocupaba el primer puesto hasta 2010, año en que la cercana avenida de la Puerta del Ángel de Barcelona pasó a ser la calle más cara de España.[4]

 Casa Lleó Morera.

El antiguo camino de Jesús, de tipo rural y con huertos en ambos lados, era la vía principal para ir del municipio de Gracia —que fue independiente de la ciudad condal hasta 1897— hasta Barcelona, por donde se entraba a través del portal del Ángel. El nombre provenía del convento franciscano de Santa María de Jesús (1427), situado entre los actuales paseo de Gracia y calles de Aragón, Consejo de Ciento y Pau Claris; era la única edificación del llano de Barcelona fuera de las murallas de la ciudad, y constaba de convento, claustro, iglesia, cementerio y huerto, hasta que fue destruido en la Guerra de la Independencia.[1]

En 1821 el ayuntamiento de Barcelona presentó el primer proyecto de urbanización, obra de Ramón Plana. Debido a las epidemias que asolaron la ciudad en aquella época, el proyecto tuvo que detenerse. En 1824 regresó el absolutismo a España y el proyecto se reanudó el 28 de agosto con el capitán general de Cataluña Francisco Bernaldo de Quirós, marqués de Campo Sagrado.[2]​ El paseo, inaugurado en 1827, tenía 42 metros de ancho y fue el lugar favorito de la aristocracia para exhibir sus habilidades en el arte de montar a caballo y sus coches lujosos durante todo el siglo XIX. Por esta época, el Paseo era uno de los lugares de recreo más conocidos de la ciudad, con cafés, restaurantes, salas de baile, atracciones y teatros.

Este paseo debía ser un eje determinante en el proceso de instauración del proyecto del Ensanche barcelonés ideado por Ildefonso Cerdá. Un proyecto que duró las tres décadas que comprendieron entre los años 60 y años 90 del siglo XIX. Alrededor del paseo se definió un núcleo residencial de baja densidad constituido en gran parte por edificios unifamiliares. En la última década del siglo, poco a poco todo el sector de la ciudad fue adquiriendo un protagonismo comercial atrayendo la burguesía, que hizo que se fueran substituyendo las casas aisladas con jardín por edificios de pisos.

Finalmente, entre 1900 y 1914, el paseo de Gracia se consolidó como el principal centro residencial burgués con la aportación creativa de los arquitectos modernistas Gaudí, Puig i Cadafalch, Domènech i Montaner o Sagnier. Ellos dignificaron las construcciones existentes y edificaron casas nuevas con formas bien singulares, como la casa Milà, la casa Batlló, casa Lleó Morera o la casa Amatller. En 1906, el arquitecto Pere Falqués diseñó los famosos bancs-fanals de trencadís distribuidos a lo largo del paseo. En esa época, también se recubrió el pavimento con la Loseta Gaudí, diseñada por ese arquitecto.

[1]

Esta evolución arquitectónica tiene como trasfondo una emergencia de identidad nacional catalana, de modo que la adopción del estilo arquitectónico modernista[3]​ se basa, según el arquitecto Manuel de Solà-Morales i Rubió, en un «cambio social, crítica radical a las condiciones existentes de la arquitectura y propuesta de un modelo global alternativo».[4]​.

Permanyer, 1994, p. 11. Monlau, Pere Felip (1831). El Amigo del forastero en Barcelona y sus cercanías. Librería de José Solá. p. 39. Consultado el 15 de octubre de 2019.  elpais.com <<https://elpais.com/ccaa/2016/01/24/catalunya/1453657837_686606.html>> Consultado el 08 de septiembre de 2022 Remesar, Antoni (10/04/2015). Barcelona: Paisajes de la modernidad 35 (1). p. 17. Consultado el 8 de septiembre de 2022. 
Fotografías por:
Txllxt TxllxT - CC BY-SA 4.0
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