La Habana es la capital de Cuba, su urbe más grande, el principal puerto, su centro económico-cultural y su principal polo turístico. Es la ciudad más poblada del país con una población de 2 137 847 habitantes en 2022,[2][4]​ y la más poblada de la región del Caribe. Como capital de Cuba, la ciudad es la sede oficial de los órganos superiores del Estado y el Gobierno cubano, de todos los organismos centrales y de casi la totalidad de empresas y asociaciones de ámbito nacional. Además, reúne la mayor cantidad de sucursales y casas matrices de las entidades extranjeras radicadas en Cuba.

Fundada en 1514 (inicialmente en la costa sur de la isla) por el conquistador Pánfilo de Narváez (bajo las órdenes de Diego Velázquez de Cuéllar), bajo el nombre fundacional de "Villa de San Cristóbal de La H...Leer más

La Habana es la capital de Cuba, su urbe más grande, el principal puerto, su centro económico-cultural y su principal polo turístico. Es la ciudad más poblada del país con una población de 2 137 847 habitantes en 2022,[2][4]​ y la más poblada de la región del Caribe. Como capital de Cuba, la ciudad es la sede oficial de los órganos superiores del Estado y el Gobierno cubano, de todos los organismos centrales y de casi la totalidad de empresas y asociaciones de ámbito nacional. Además, reúne la mayor cantidad de sucursales y casas matrices de las entidades extranjeras radicadas en Cuba.

Fundada en 1514 (inicialmente en la costa sur de la isla) por el conquistador Pánfilo de Narváez (bajo las órdenes de Diego Velázquez de Cuéllar), bajo el nombre fundacional de "Villa de San Cristóbal de La Habana",[5]​ fue una de las primeras ocho villas fundadas por la Corona española en la isla. Debido a su privilegiada ubicación, frente a las costas del Atlántico Norte, y las características de su bahía, la entonces villa se convirtió en un importante centro comercial, razón por la cual fue sometida a ataques y saqueos por parte de piratas y corsarios durante los primeros años del siglo XVI. En 1561, la Corona dispone que la villa sea el lugar de concentración de las naves españolas procedentes de las colonias americanas antes de cruzar juntas el océano (Flota de Indias),[6]​ construyéndose por tanto, para su protección, defensas militares a la entrada de la bahía de La Habana y en sitios estratégicos,[7]​ convirtiendo a la ciudad en una de las mejor defendidas del Nuevo Mundo.

El 20 de diciembre de 1592, Felipe II confiere a la villa el título de "ciudad", veintinueve años después de que el gobernador de Cuba trasladara a ella su residencia oficial desde Santiago de Cuba, sede hasta entonces del gobierno de la isla. En 1634 por Decreto Real se le declaró "Llave del Nuevo Mundo y Antemural de las Indias Occidentales". En 1665, se le concedió el derecho de ostentar su escudo de armas, en el que estuvieron representadas, mediante tres torreones, las fortalezas (La Real Fuerza, El Morro y La Punta) que defendían la ciudad.

El azúcar y el comercio influyeron notablemente en que durante los siglos XIX y XX la urbe experimentara no solo un profundo proceso de expansión de su territorio sino también de crecimiento demográfico, socioeconómico y cultural, factores que convirtieron a La Habana en una de las ciudades más ricas y notorias de la zona de América Central y Caribe. Surgen durante esa etapa nuevos barrios como El Cerro o El Vedado, donde se concentraría la nueva burguesía habanera; mientras, las zonas antiguas de la ciudad se convertirían en áreas de casa de inquilinato y ciudadelas. No es hasta la década de 1950 que comienza a configurarse la actual forma de la capital, producto de la aparición del concepto especulativo de propiedad horizontal así como el establecimiento de centros y subcentros urbanos a lo largo de ese siglo. El triunfo de la Revolución cubana y la aplicación de proyectos de transformación nacional trajeron consigo el aumento de la emigración hacia las urbes, provocando el bum demográfico en La Habana, y con ello su expansión, esta vez hacia las zonas del este y el sur.

Su patrimonio histórico, arquitectónico y sobre todo cultural, expresado en la fusión entre europeos, africanos y aborígenes en un inicio, junto a otros componentes étnicos y culturales más contemporáneos, convierten a la ciudad en una importante receptora de turismo internacional y en el centro de la vida nacional. Su centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982,[8]​ es hoy uno de conjuntos arquitectónicos mejor conservados de América Latina. Entre sus monumentos más representativos se encuentran la Catedral de La Habana, la plaza de Armas, el Castillo del Morro, el Museo de la Revolución, el Palacio Nacional de Bellas Artes, el Gran Teatro de La Habana, el Capitolio, la plaza de la Revolución y el Malecón, quizás el símbolo más reconocido a nivel internacional de la ciudad.

El 7 de diciembre de 2014, La Habana es considerada como una de las Nuevas siete ciudades maravillas del mundo.​

Fundación  El Templete, lugar donde se celebró el primer cabildo de la villa de La Habana.

La Habana fue la sexta ciudad fundada por la Corona Española en la isla de Cuba, llamada San Cristóbal de La Habana, tal vez porque el santo era el patrón de los navegantes, y La Habana, como toponímico indígena. En la plaza de Armas, que fue en la época colonial española el centro de la vida oficial y pública de la ciudad, se alza un monumento llamado El Templete, que conmemora la fundación de la villa en ese lugar en 1519 por un grupo de españoles capitaneado por el toledano Juan de Rojas Manrique, emparentado con el rey Fernando el Católico.[1]​ En su columna conmemorativa hay una inscripción en latín, casi borrada, que traducimos como sigue:

Fundóse la villa (hoy ciudad) de La Habana el año de 1515, y al mudarse de su primitivo asiento a la ribera de este puerto el de 1519, es tradición que en este sitio se halló una frondosa ceiba bajo de la cual se celebró la primera misa y cabildo: permaneció hasta el de 1753 que se esterilizó. Y para perpetuar la memoria, gobernando las Españas nuestro católico Monarca el señor Dn. Fernando VI, mandó erigir este padrón el señor Mariscal de Campo Dn. Francisco Cagigal de la Vega, del orden de Santiago, Gobernador y Capitán General de esta Isla, siendo Procurador General Doctor Dn. Manuel Phelipe de Arango. Año de 1754.

Allí, bajo una ceiba, se celebró la primera misa y el Cabildo recibió la guarda y custodia de los fueros y privilegios de la villa de La Habana, según costumbre y usanza de las leyes de Castilla. La columna conmemorativa fue erigida por el gobernador Francisco Cagigal de la Vega en 1754, cuando la ceiba no pudo sostenerse más.[2]

 

No obstante, antes de la fundación de La Habana en su emplazamiento actual, la ciudad tuvo, entre 1514 y 1519, por lo menos dos asentamientos distintos: el original de 1514, que según uno de los primeros mapas de Cuba (Paolo Forlano, 1564) se encontraba en la desembocadura del río Onicaxinal cerca de la playa Mayabeque, en la costa sur de Cuba y otro asentamiento en La Chorrera, junto al río Almendares, que los indios llamaban Casiguaguas, donde los fundadores trataron de represar las aguas. Aún se conservan los muros de contención de esa obra hidráulica, la más antigua del Caribe.[3]

Siglos XVI al XVIII

La Habana resurgió en varias ocasiones de los escombros y cenizas a que la reducían de cuando en cuando los piratas y corsarios franceses durante la primera mitad del siglo XVI (Jacques de Sores, 1555),[4]​ hasta que en 1561 la Corona dispone que la villa sea el lugar de concentración de las naves españolas procedentes de la colonias americanas antes de cruzar juntas el océano, lo que se conoció como Flota de Indias. A ese fin, se construyen defensas militares a la entrada de la bahía de La Habana y en sitios estratégicos, con lo que la ciudad pasa a ser la mejor defendida del Nuevo Mundo.

Oro y plata, lana de alpaca de Los Andes, esmeraldas de Colombia, caobas de Cuba y Guatemala, cueros de la Guajira, especias, palo de tinte de Campeche, maíz, patatas, mandioca y cacao son las materias primas que llegan en los veleros al puerto mejor protegido de América, entre marzo y agosto, para formar los grandes convoyes que, custodiados por las naves militares, parten en días señalados rumbo a España.

Con ellos, miles de marinos, funcionarios, colonos, comerciantes, aventureros llegan a la incipiente ciudad, que crece desde el puerto a ritmo vertiginoso.

 Óleo del puerto de La Habana (1665).

El 20 de diciembre de 1592, Felipe II confiere a La Habana el título de ciudad, veintinueve años después de que el gobernador de Cuba trasladara a ella su residencia oficial desde Santiago de Cuba, sede hasta entonces del gobierno de la isla.[5]

La importancia estratégica de La Habana y las riquezas que a ella llegan y de ella parten la convierten en codiciado objetivo de piratas y galeones con patente de corso de las potencias enemigas de la Corona Española.

 Mapa alemán de La Habana, datado en 1888.

La Habana se fortifica durante el siglo XVII por mandato de los reyes que la suscriben como «Llave del Nuevo Mundo y Antemural de las Indias Occidentales». Al mismo tiempo, se edifica con los materiales más abundantes de la isla, entre ellos las maderas, que proporcionan a la arquitectura de la época un encanto peculiar en combinación con los estilos llegados de la península ibérica y, muy profusamente, de las islas Canarias. En concreto la ciudad tiene como modelo a San Cristóbal de La Laguna, en la isla de Tenerife, primera ciudad colonial no amurallada y planificada que serviría de marco de referencia para la construcción del resto de ciudades coloniales de América.[6]

En 1649 una epidemia de peste llegada de Cartagena de Indias, en Colombia, extermina a una tercera parte de la población habanera. El 30 de noviembre de 1665, la reina doña Mariana de Austria, viuda de Felipe IV, ratifica el escudo antiguo de Cuba, que tenía como símbolos heráldicos los tres primeros castillos de la ciudad: el de la Real Fuerza, el de los Tres Santos Reyes del Morro y el de San Salvador de la Punta, como tres torres de plata sobre campo azul. Se añade al conjunto una llave de oro que simbolizaba el título de «Llave del Nuevo Mundo», con el que ya se conocía la ciudad.[7]

Durante el siglo XVII La Habana se engrandece con construcciones monumentales civiles y religiosas. Se erige el convento de San Agustín, se concluye el castillo de El Morro, y se construyen la ermita del Humilladero, la fuente de la Dorotea de la Luna en La Chorrera, la iglesia del Santo Ángel Custodio, el hospital de San Lázaro, el monasterio de Santa Teresa y el convento de San Felipe Neri. En 1728 se funda la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo en el convento de San Juan de Letrán.[6]

 Entrada de la flota británica a La Habana en 1772 (óleo de 1775)

A mediados del siglo XVIII, La Habana tiene más de 70 000 habitantes. El 6 de junio de 1762, en el marco de la Guerra de los Siete Años, al alba, apareció una impresionante armada británica, con más de 50 navíos y 14 000 hombres. Para tomar la ciudad, los ingleses tuvieron que rendir el Castillo del Morro, defendido por una decidida guarnición al frente del capitán de navío Luis Vicente de Velasco e Isla y el marqués Vicente Gómez. La Habana cayó tras dos meses de sitio. Al tomar posesión de la ciudad, los ingleses también capturaron la flota española que había quedado atrapada en la bahía de La Habana, compuesta por nueve barcos de línea de 74 y 64 cañones, además de 25 barcos mercantes cargados con todo tipo de provisiones, tres millones de pesos pertenecientes a la Compañía Real y grandes cantidades de provisiones almacenadas en la ciudad. Sir George Keppel la gobernó durante once meses, hasta mediados de 1763, fecha en la que los británicos devolvieron La Habana a los españoles, a cambio de la Florida. A ese período se remontan las libertades de comercio y de culto.

En 1763 se comenzó la construcción de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, la mayor de las construidas por España en el Nuevo Mundo, que apuntaló el sistema defensivo de La Habana tras la ocupación inglesa. Las obras se prolongaron por más de once años y tuvieron un costo tan enorme para su tiempo que se dice que Carlos III, rey de España se asomó a la ventana de su palacio con un catalejo para que le indicaran donde se encontraba tan cara construcción. Su posición privilegiada la convertía en un bastión inexpugnable. Contaba con un elevado número de cañones fundidos en Barcelona en el siglo XVIII, que siguen guardando simbólicamente la entrada de la bahía de La Habana.[6]

En 1774 se realiza el primer censo oficial de Cuba: 171 670 habitantes, de los cuales 44 333 son esclavos. Entre 1789 y 1790 se divide la diócesis de Cuba: se erige en catedral la Iglesia Mayor de La Habana mientras que la antigua mitra permanece en Santiago de Cuba. Seis años más tarde, el 15 de enero de 1796, llegan a La Habana los restos de Cristóbal Colón procedentes de Santo Domingo.[8]

Siglos XIX al XXI Siglo XIX

El siglo XIX se abre con la llegada a La Habana de Alexander von Humboldt, quien queda impresionado por la vitalidad del puerto habanero. En el año 1837 se inaugura el primer tramo del ferrocarril entre La Habana y Güines, que se usa para el transporte de azúcar desde el valle de Güines hasta el puerto de la ciudad. Dicho tramo de 27,2 km se completó en el pueblo de Bejucal y al año siguiente la línea llegó hasta Güines. Con ello España se convirtió indirectamente en el quinto país del mundo en tener ferrocarril (ya que Cuba pertenecía por aquel entonces a España). Cuba fue así el primer territorio de habla española y de Latinoamérica en contar con ese medio de transporte.

A lo largo del siglo, La Habana se enriqueció con centros culturales, como el Teatro Tacón, uno de los más lujosos del mundo y posterior sede del Centro Gallego de La Habana, el Liceo Artístico y Literario, el teatro Coliseo. Visitó la ciudad Garibaldi bajo el nombre de Giuseppe Pani y se sucedieron las conspiraciones de patriotas independentistas al mismo ritmo que la autoridad de la Corona las reprimía y sofocaba.

 Paisaje de La Habana a mediados del siglo XIX.

Hacia la década de 1850, el desarrollo de la industria azucarera, el ferrocarril, la industria tabacalera, entre otras, produjeron una pujante economía que llevó a Cuba a ser un país enormemente rico. Se fundaron fábricas como La Real Fábrica de Tabacos H. Upmann, fundado por Hermann D. Upmann (hoy Fábrica José Martí) que también fundó la banca H. Upmann & Co. que llevaron más tarde los hermanos Hermann Firedrich y Alberto Upmann y Theodore Garbade.[9]​ Su edificio es hoy la agencia del Banco Central de Cuba.[10]

 Paseo del Prado , entonces paseo de Isabel II, hacia 1854.

En la década de 1860 Cuba alcanzó su máximo esplendor económico, y La Habana fue el vivo reflejo de esa riqueza y prosperidad. En 1863, las murallas de la ciudad fueron derribadas para que pudiera ampliarse la urbe y construirse nuevos y espléndidos edificios. A finales del siglo XIX, las clases acomodadas comenzaron a trasladarse al elegante barrio del Vedado, con sus numerosas quintas y palacetes.

A finales del siglo XIX, La Habana, después de dos guerras de independencia lanzadas por los patriotas cubanos, vivió los últimos momentos de la colonización española en América, que se cerró definitivamente cuando el acorazado estadounidense Maine fue hundido en su puerto. Según las investigaciones más recientes, el hundimiento fue accidental, pero en aquel momento dio a los Estados Unidos el pretexto para invadir la isla. El 1 de enero de 1899, Adolfo Jiménez Castellanos último gobernador español de Cuba, entregaba la ciudad al estadounidense John R. Brooke.

Siglos XX y XXI La Habana tras la ocupación estadounidense de Cuba

El cambio de siglo transcurre en Cuba bajo la ocupación y el gobierno de los Estados Unidos y el 20 de mayo de 1902, pasan los poderes del gobierno a manos cubanas, cuando simbólicamente se iza la enseña nacional, en el Castillo de los Tres Reyes del Morro. Hasta el 1 de enero de 1959 la influencia de los Estados Unidos será constante y decisiva, sobre todo en el plano económico.

Bajo la influencia estadounidense, la ciudad creció y se enriqueció con numerosos edificios desde la década de 1930, cuando se construyen suntuosos hoteles, casinos y espléndidos clubes nocturnos. Ejemplos notables de estas construcciones son el Edificio Focsa, el Hotel Habana Hilton (nombrado actualmente Hotel Tryp Habana Libre) y el Hotel Nacional de Cuba.

Santo Trafficante lleva la ruleta del "Sans-Souci", Meyer Lansky dirige el "Riviera", y Lucky Luciano el "Nacional".[cita requerida] Por aquel entonces, el dinero de la mafia servía, por lo menos, para embellecer a la ciudad, conocida como «la Gomorra de las Antillas» debido a su vida nocturna.[cita requerida] Pero los barrios de barracas que rodeaban la ciudad se desarrollaban al mismo ritmo. La Habana se convirtió en capital del juego y de la corrupción (y capital mundial del turismo sexual[11]: 127 ). Una galería de retratos en blanco y negro de personajes de aquella época aún adorna los muros del bar del Nacional. Puede verse a Frank Sinatra y Ava Gardner, al gran torero Luis Miguel Dominguín, al primer ministro británico Winston Churchill, a Marlene Dietrich y a Gary Cooper, y otros muchos.

 Antigua Sección de Intereses de los Estados Unidos en Cuba, hoy es la Embajada de los Estados Unidos de América en Cuba.

Desde el triunfo de la Revolución en 1959 se hicieron grandes transformaciones sociales, principalmente en lo que afecta a la educación, la sanidad pública, los servicios, disminuyó drásticamente la construcción de viviendas sociales y edificios oficiales; por lo que respecta a la topografía de La Habana, se puede seguir describiendo de acuerdo con las mismas grandes áreas de 1958, aunque añadiendo alguna más. Muchas de estas transformaciones se reflejaron en las construcciones después de 1959. Tales son el imponente Hospital Hermanos Almejeiras (para el que se adaptó el edificio del Banco Nacional de Cuba que se encontraba en fase de terminación en 1959), numerosos hoteles modernos (muestra de una mayor preocupación por el turismo desde 1990, luego de perderse el subsidio de la Unión Soviética) como el Meliá Cohiba, el Panorama o el Meliá Habana, que imitan las fachadas de los rascacielos del Primer Mundo.

 Paseando por La Habana en 2007.

Desde hace unos años, el centro histórico de la Ciudad de La Habana, declarado monumento nacional por el Gobierno Cubano en 1976 y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982, es objeto de restauraciones, realizadas por un equipo de historiadores y arquitectos dirigidos por la Oficina del Historiador de La Habana, Eusebio Leal, encargado de los trabajos de renovación. Desde enero del año 2011 dejó de ser la capital administrativa de la provincia de La Habana, al quedar dividida en las provincias Artemisa y Mayabeque.

Perezagua Delgado, Jesús. Juan de Rojas: el olvidado fundador de La Habana. 2016. Editorial Círculo Rojo (España).  Víctor Pérez Galdós (ed.). «Monumento El Templete». Archivado desde el original el 26 de septiembre de 2008. Consultado el 15 de abril de 2009.  Historia de La Habana (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).. Consultado el 15 de abril de 2009. Los ataques del corsario Jacques Sores. Hi cuba.com. «Cuba la perla de las Antillas». Consultado el 11 de enero de 2010.  a b c Suite Cuba. «Ciudad de la Habana». Archivado desde el original el 3 de enero de 2010. Consultado el 11 de enero de 2010.  Enciclopedia Británica en línea. «Llave del nuevo mundo». Consultado el 11 de enero de 2010.  Open Library. «El primer censo de población de Cuba colonial (Open Library)». Consultado el 20 de febrero de 2010.  (bart.), Sir Thomas Skinner (1916). The London Banks and Kindred Companies and Firms ... (en inglés). T. Skinner & Company. p. 504. Consultado el 9 de octubre de 2017.  «Banco H. Upmann - EcuRed». www.ecured.cu. Consultado el 9 de octubre de 2017.  Moruzzi, Peter (2018). HAVANA BEFORE CASTRO: when Cuba was a tropical playground. Gibbs Smith. ISBN 1423603672. 
Fotografías por:
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