Argentina

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Contexto sobre Argentina

Argentina, oficialmente denominada República Argentina,[g]​ es un país soberano de América del Sur, ubicado en el extremo sur y sudeste de dicho subcontinente. Adopta la forma de gobierno republicana, democrática, representativa y federal.

La Argentina está organizada como un Estado federal descentralizado, integrado desde 1994 por veintitrés Provincias y una Ciudad Autónoma, que son veintitrés provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), esta última designada como capital federal del país.[8][h]​ Las 24 jurisdicciones o distritos autogobernados tienen constitución, bandera y fuerza de seguridad propios. Las 23 provincias mantienen todos los poderes no delegados al Estado nacional, ...Leer más

Argentina, oficialmente denominada República Argentina,[g]​ es un país soberano de América del Sur, ubicado en el extremo sur y sudeste de dicho subcontinente. Adopta la forma de gobierno republicana, democrática, representativa y federal.

La Argentina está organizada como un Estado federal descentralizado, integrado desde 1994 por veintitrés Provincias y una Ciudad Autónoma, que son veintitrés provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), esta última designada como capital federal del país.[8][h]​ Las 24 jurisdicciones o distritos autogobernados tienen constitución, bandera y fuerza de seguridad propios. Las 23 provincias mantienen todos los poderes no delegados al Estado nacional, tienen tres poderes autónomos y garantizan la autonomía de sus municipios.[9][10]

Integra el Mercosur —bloque del que fue fundador en 1991—, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Organización de Estados Americanos (OEA).

Para 2020, con una puntuación neta de 0,845, Argentina es el segundo país con el mayor índice de Desarrollo Humano (IDH) de América Latina, solamente detrás de su vecino Chile.[11]​ Ajustado por desigualdad la Argentina retrocede cuatro lugares en la clasificación, en tanto que según el índice de desigualdad de género su ubicación retrocede al puesto 75.[11]​ En educación la ley establece que el gasto público en educación no debe ser inferior al 6 % del PBI,[12]​ con una tasa de alfabetismo de las personas mayores de 15 años superior al 99 %.[13]

La economía argentina es la segunda más desarrollada e importante en Sudamérica. Según el Banco Mundial, su PIB nominal es el 27.º del mundo.[14]​ Debido a su importancia geopolítica y económica, es uno de los tres estados soberanos latinoamericanos que forman parte del denominado Grupo de los 20 e integra además el grupo de los NIC o nuevos países industrializados.[15]

Es el único país latinoamericano que tiene un centro de investigación y enseñanza científica entre los diez mejores del mundo,[16]​ y el país iberoamericano con mayor cantidad de premios Nobel en ciencias. Su capacidad tecnológica y científica le ha permitido diseñar, producir y exportar satélites,[17]​ construir reactores nucleares y ser el primer productor de software, aeronaves, entre otras cosas. Es considerada una potencia regional.[18]

Ha brindado una creciente cooperación nuclear a países de América Latina, el Magreb, el golfo Pérsico, el Sudeste Asiático y Oceanía, a partir de las capacidades desarrolladas por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y por la prestigiosa empresa estatal INVAP.[19]​ Es el país latinoamericano que más premios Nobel ha ganado —cinco en total—, tres de ellos vinculados con la ciencia.

Es un país bicontinental con una superficie de 2 780 400 km²,[2]​ es el país hispanohablante más extenso del planeta, el segundo más grande de América Latina y octavo en el mundo, si se considera solo la superficie continental sujeta a soberanía efectiva. Su plataforma continental, reconocida por la ONU en 2016, alcanza los 6 581 500 km²,[20]​ convirtiéndose en una de las más grandes del mundo,[21]​ extendiéndose desde el continente americano hasta el Polo Sur en la Antártida, a través del Atlántico Sur. Si se cuentan las islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y otras numerosas islas menores (administradas por el Reino Unido, pero de soberanía en litigio), más una porción del área antártica llamada Antártida Argentina al sur del paralelo 60° S, sobre la cual Argentina reclama soberanía, la superficie se eleva a 3 761 274 km².[22]​ Es uno de los veinte países que tienen presencia permanente en la Antártida, siendo entre ellos el que tiene mayor cantidad de bases permanentes, con seis bases en total.

Su territorio reúne una gran diversidad de climas, causada por una amplitud latitudinal que supera los 30° —incluyendo varias zonas geoastronómicas—, una diferencia en la altitud que va de 107 m bajo el nivel del mar (Laguna del Carbón) a casi 7000 m s. n. m. y la extensión del litoral marítimo que alcanza 4725 km. Amplias llanuras húmedas limitan con extensos desiertos y altas montañas, mientras que la presencia de climas tropicales y subtropicales en el norte, contrastan con las nevadas y fríos extremos en las zonas cordilleranas y el sur.

Su territorio continental americano, que abarca gran parte del Cono Sur, limita al norte con Bolivia y Paraguay, al nordeste con Brasil, al este con Uruguay y el océano Atlántico, al oeste con Chile y, siempre en su sector americano, al sur con Chile y las aguas atlánticas del pasaje de Drake.

Los primeros registros de pobladores en el actual territorio argentino se remontan a los trece mil años AP, durante el Paleoamericano. En tiempos protohistóricos, periodo precolombino, fue habitado por numerosos pueblos indígenas, algunos de los cuales aún habitan el país; entre ellos guaycurúes, guaraníes, mapuches, tehuelches y diaguitas, estos últimos formaban parte del Imperio Incaico. La colonización española del actual territorio argentino comenzó con viajes exploratorios desde el año 1512, el establecimiento de una población en 1528 y la distribución del territorio a los adelantados. Más tarde, quedó bajo la jurisdicción del Virreinato del Perú. En 1776, la Corona española fundó el Virreinato del Río de la Plata, el cual sería una entidad política precedente a la actual República Argentina. El 25 de mayo de 1810 alcanzó la independencia de facto cuando fue depuesto el último virrey español que gobernó desde Buenos Aires,[23]​ organizándose la Primera Junta de gobierno. El día 9 de julio de 1816 fue proclamada la independencia en San Miguel de Tucumán.[24]

Mas sobre Argentina

Información básica
  • Divisa Peso argentino (moneda)
  • Nombre nativo Argentina
  • código de llamada +54
  • dominio de Internet .ar
  • Mains voltage 220V/50Hz
  • Democracy index 6.95
Population, Area & Driving side
  • Población 47327407
  • Área 2780400
  • Lado de conducción right
Historial
  • Período prehispánico
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    Período prehispánico
     
    Cueva de las Manos, a orillas del río Pinturas, en la provincia de Santa Cruz, 7300 a. C. El arte más antiguo de Sudamérica.

    La historia prehispánica de la Argentina hace referencia a los desarrollos culturales locales del actual territorio de la República Argentina previos a la conquista y colonización por parte de España.

    El primer registro poblacional del territorio actualmente controlado por la Argentina se remonta al 12.° o al 13.er milenio AP, de acuerdo a los hallazgos de Los Toldos y Piedra Museo.[1]​ Entre los pueblos originarios, los cazadores y recolectores habitaron la Patagonia, la Pampa y el Chaco. Los agricultores se instalaron en el noroeste, Cuyo, las Sierras de Córdoba y después en la mesopotamia. Tastil, en el noroeste, fue la ciudad precolombina más grande ubicada en el actual territorio argentino, con una población de 2000 habitantes.[2]

    Los pueblos indígenas argentinos se dividieron en dos grandes grupos: los cazadores y recolectores, que habitaban la Patagonia, la Pampa y el Chaco; y los agricultores, instalados en el norte, Cuyo, las Sierras de Córdoba y, más tardíamente, en la Mesopotamia.

    Los primeros rastros de vida humana en este territorio corresponden a pueblos de un nivel cultural paleolítico que tres mil años atrás incorporaron los primeros aportes culturales mesolíticos y neolíticos.[3]​ Hasta la época de la conquista y de la colonización europea, el territorio argentino ha estado ocupado por diversos pueblos originarios, con diferentes organizaciones sociales que se pueden dividir en tres grupos principales:[4][5]

    Cazadores y recolectores de alimentos básicos canoeros oceánicos, como los yaganes o yámana y los haush en Tierra del Fuego y los canales fueguinos. Cazadores y recolectores, que habitaban la Patagonia, la Pampa y el Chaco. Cazadores avanzados y recolectores de alimentos como los pámpidos, en el centro-este: hets en las praderas y estepas de la región pampeana y norpatagónica; y chonks en la Patagonia —invadidos desde el s. XVIII por los mapuches alfareros procedentes de la zona cordillerana de la Patagonia— y los qom y wichi en la región chaqueña.[6]​ También pertenecen a este grupo los pámpidos charrúas y minuanes, que habían incorporado la cerámica. Los agricultores con cerámica como los guaraníes y las culturas andinas y derivadas. A partir del segundo milenio, los avá (un pueblo amazónido conocido desde el siglo XVII por los españoles como «guaraníes») invadieron el NEA y la Región del Litoral; eran cultivadores de mandioca y avaty o maíz en forma de roza (tala y quema de florestas) y por ello semisedentarios.[4]​ Las culturas centradas en la agricultura y ganadería del norte eran puramente sedentarias, y habían desarrollado redes comerciales englobadas en el conjunto actualmente llamado «quechua»; tras establecer un sistema cuasi estatal en torno a señoríos locales, fueron sometidos por el imperio incaico hacia el año 1480. Influidos por estas culturas andinas, otros pueblos como los diaguitas, calchaquies y huarpes desarrollaron una agricultura y ganadería de menor desarrollo, adaptada a las condiciones de las regiones llanas y serranas del centro de la actual Argentina y de Cuyo.[4]

    En los siglos XIV y XV, el Imperio incaico conquistó parte de las actuales provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, el extremo oeste de la provincia de Tucumán, la parte oeste de las provincias de La Rioja y San Juan, el noroeste de la provincia de Mendoza y, probablemente, el norte de la de Santiago del Estero,[7]​ incorporando sus territorios al Collasuyo, que era la parte sur del Tahuantinsuyo o regiones de tal imperio.

    Tradicionalmente, se atribuye la conquista al monarca inca Túpac Yupanqui. Varios señoríos de la región, como los quechuas, los likanantai (atacamas), los huarpes, los diaguitas y otros, intentaron resistir, pero los incas lograron dominarlos, trasladando a sus territorios a los mitimaes o colonos deportados de las tribus de los chichas, que habitaban en lo que es el suroeste del actual territorio boliviano. Otros, como los sanavirones, los lule-tonocoté y los henia-kâmîare (popularmente llamados «comechingones»), resistieron con éxito la invasión incaica y se mantuvieron como señoríos independientes.[4]

    Crearon centros agrícolas y textiles, asentamientos (collcas y tambos), caminos (el "camino del inca"), fortalezas (pucarás) y santuarios de alta montaña. Algunos de los principales son el pucará de Tilcara, la tambería del Inca, el pucará de Aconquija, el santuario de Llullaillaco, el shincal de Londres y las ruinas de Quilmes.
    Conquista y colonización española
    La Argentina - Del Barco Centenera - Portada original.jpg 

    La conquista y colonización española de Argentina refiere al período entre el siglo XVI y principios del siglo XIX en el cual una parte del actual territorio de la Argentina fue conquistado y colonizado por el Imperio español. En este período aparece por primera vez la expresión Argentina (país de la plata) para denominar un área sin límites definidos que se extendía del Río de la Plata hacia el noroeste. El período incluye también la llegada por primera vez de españoles a varias zonas del actual territorio argentino, momento en el cual en muchos casos adoptaron el nombre con el que los pueblos indígenas ya denominaban a esa región y en otros las designaron con nombres nuevos.

    La época colonial en la Argentina se suele dividir en tres períodos: el descubrimiento y conquista, durante el cual se llevaron a cabo las exploraciones del territorio y la fundación de las ciudades mayores; el período de las gobernaciones, durante el cual los asentamientos españoles lucharon contra las poblaciones indígenas y trataron de consolidarse, registrando pocos cambios territoriales y económicos; y el período virreinal que se extiende hasta la Revolución de Mayo de 1810, en la cual fue expulsado el virrey español y nombrada una junta de autogobierno. La guerra de Independencia Argentina ya se cita usualmente como parte de la historia de la Argentina.

    Los europeos llegaron por primera vez al actual territorio argentino en 1516, con la expedición de Juan Díaz de Solís por el Río de la Plata. Posteriormente la expedición de Fernando de Magallanes en 1520 fondeó sus naves en la Bahía de San Julián, hoy provincia de Santa Cruz. El fuerte Sancti Spiritus fue el primer asentamiento europeo, instalado en 1527 a orillas del río Paraná. La primera exploración del noroeste y centro del país fue la entrada de Diego de Rojas en 1543. Las ciudades de Asunción (1537),[a]​ Santiago del Estero (1553), Córdoba (1573) y Buenos Aires (1536/1580) fueron las bases del establecimiento colonial que se impuso en la mitad norte del actual territorio argentino, sujeto a la autoridad de la Corona Española (la Gobernación del Río de la Plata). El Imperio español fundó varias ciudades e impuso un dominio colonial sobre la población que habitaba una serie de regiones que se corresponden aproximadamente con las catorce provincias que se confederaron en 1860 para formar la República Argentina. Sobre el final del período colonial el Imperio español creó el Virreinato del Río de la Plata, que incluía a las catorce provincias mencionadas y los territorios de las actuales repúblicas de Bolivia, Paraguay y Uruguay.

    Debido a la bula del Papa Pablo III Sublimis Deus de 1537, se declaró a los indígenas hombres con todos los efectos y capacidades de cristianos.[8][9]​ En el Imperio español la unidad social se concebía a través de la unidad de la fe de la Iglesia católica. En el primer siglo de la colonización, el Imperio español conquistó aproximadamente un tercio del actual territorio argentino, sometiendo a los pueblos originarios que lo habitaban y produciendo una catástrofe demográfica, razón por la cual los conquistadores europeos introdujeron esclavos secuestrados en el África negra. En el siglo XVII se establecieron las misiones jesuíticas guaraníes, comunidades misionales fundados por la Compañía de Jesús entre los guaraníes y pueblos afines, que tenían como fin evangelizar y evitar la esclavización de los indígenas de las actuales provincias de Misiones, Corrientes y parte del Paraguay y Brasil. Cumplieron con éxito su tarea, hasta que en el año 1768, el rey español Carlos III ordenó expulsar a los jesuitas.

    Una gran parte del territorio actual de la Argentina y de los pueblos indígenas que lo habitaban no estuvo bajo el dominio colonial de España, principalmente las regiones chaqueña —incluyendo partes de Santiago Del Estero, y Santa Fe— permanecieron bajo dominio de indígenas de los grupos wichi, guaycurú y vilelas, mientras que la mayor parte de la pampeana, a excepcion de partes de la Pampa humeda, patagónica permaneció bajo dominio tehuelche, puelche y, posteriormente, mapuche. Entre 1560 y 1667, los señoríos diaguitas mantuvieron una larga resistencia conocida como las guerras calchaquíes en el actual noroeste argentino, antes de ser completamente absorbidos por la población criolla.

    Durante la mayor parte del período colonial, el territorio argentino fue parte del Virreinato del Perú, hasta que en 1776 el rey Carlos III de España creó con parte de su territorio el Virreinato del Río de la Plata. La ciudad de Buenos Aires fue designada como su capital por su creciente importancia como centro comercial y con la idea de resistir mejor a un eventual ataque portugués, así como también para tener un acceso más fácil a España a través de la navegación atlántica.[10]

    En el siglo XVIII la multiplicación natural del ganado vacuno y equino cimarrón en las llanuras pampeana, de la Banda Oriental del Río de la Plata y del sur de Brasil, provocó la aparición de un tipo especial de campesino independiente a caballo llamado gaucho —en el caso de los varones— y china —en el caso de las mujeres. Los gauchos desarrollaron una cultura de características propias, adhirieron y lucharían en la guerra de la Independencia y enfrentaron a los estancieros para garantizar su derecho al acceso al ganado y la tierra, hasta ser vencidos en la segunda mitad del siglo XIX. Esta riqueza en ganado salvaje también llevó a la aparición de indígenas de tradición ecuestre en el Chaco, la Pampa y la Patagonia, que entablaron una dinámica de lucha intermitente por los recursos ganaderos con la población española y criolla.

    Hasta mediados del siglo XIX, gran parte de la Patagonia y las Pampas permanecieron bajo el control de diferentes pueblos indígenas: principalmente, chonks y luego también los mapuches en la Patagonia y ranqueles en la llanura pampeana hasta el último cuarto del siglo XIX. Asimismo, los territorios de gran parte de la región chaqueña no fueron colonizados por los europeos, exceptuando partes de Santiago Del Estero y Santa Fe, sino que permanecieron habitados por pueblos autóctonos como los qoms, moqoits (mocovís o, mocovíes), pilagás, vilelas, lules y wichis hasta principios del siglo XX. La población indígena sedentaria fue sometida a relaciones de dependencia permanente respecto de la población española. Aunque con el paso de las generaciones fue absorbida dentro una población étnicamente identificable como «criolla», este proceso de mestización no fue total, como lo demuestra la participación de poblaciones del Noroeste del actual territorio argentino en el gran levantamiento indígena de 1780 con epicentro en el Cuzco, dirigido por el inca Túpac Amaru II.
    Independencia
    1818 Pinkerton Map of of La Plata (Southern South America, Argentina, Chile, Bolivia) - Geographicus - LaPlata-pinkerton-1818.jpg 

    En la Historia de la Argentina se conoce como el Período de la Independencia al transcurrido entre la Revolución de Mayo de 1810 y la Anarquía que disolvió todas las autoridades nacionales, en el año 1820.[11][12]

    Durante este período, las Provincias Unidas del Río de la Plata –nombre inicial de la actual República Argentina– iniciaron su existencia como país soberano, la sostuvieron exitosamente por medio de una prolongada Guerra de Independencia y declararon su independencia. Pero también durante este período fracasaron en darse un gobierno central y una constitución que fueran aceptados por todas sus provincias en forma permanente.[13]

    Fue también durante este período que varios territorios que habían formado parte del Virreinato del Río de la Plata se separaron definitivamente de la Argentina: el Paraguay, por haber sostenido su propio proceso independentista;[14]​ el Alto Perú, por continuar bajo poder español, del que más tarde se independizaría como República de Bolivia; y la Banda Oriental, por haber caído bajo el poder de Portugal, que lo heredaría al Brasil, del cual se independizaría como Estado Oriental del Uruguay.[15]​ El legado de la guerra de independencia argentina es vasto ya que también inspiró la independencia de Chile[16]​ y Filipinas.[17]

    El inicio del período se establece el 25 de mayo de 1810, fecha de la creación del primer gobierno de las Provincias Unidas, y el final el 11 de febrero de 1820, día en que renunció el último Director Supremo, José Rondeau quien fue derrotado en la batalla de Cepeda y se disolvió el Congreso Nacional.[11]
    Primera Junta de Gobierno
     
    Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta de las Provincias Unidas del Río de la Plata
     
    El militar y político José de San Martín.
     
    Manuel Belgrano, miembro de la Primera Junta, comandante militar y creador de la bandera argentina.

    La Primera Junta de Gobierno, oficialmente Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII fue la Junta de gobierno surgida el viernes 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, como consecuencia del triunfo de la Revolución de Mayo que destituyó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y nombró a Cornelio Saavedra como el presidente de la Primera Junta de las Provincias Unidas del Río de la Plata. La sede del gobierno fue fijada en el Fuerte de Buenos Aires, que sirviera desde 1776 como residencia de los virreyes y donde hoy se encuentra la Casa de Gobierno. La Primera Junta existió como tal hasta el 18 de diciembre del mismo año, ya que con la incorporación de diputados del interior se transformó en la Junta Grande, que dio origen a la prolongada Guerra de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata contra España (1810-1824).

    Mientras se desarrollaba la guerra de independencia, también tenía lugar una compleja disputa por la forma de organización del nuevo Estado, que generó en 1814 el inicio de una guerra civil que —con intermitencias— duraría más de medio siglo. El líder de la fracción federal, el oriental José Gervasio Artigas fue proclamado Protector de la Unión de los Pueblos Libres, una liga de provincias que se negaban a ser administrados por el gobierno unitario de Buenos Aires. La misma organizó el llamado Congreso de Oriente en Concepción del Uruguay, del cual aún se discute si alcanzó a proclamar —como se proponía— la independencia de España.[18]

    El 9 de julio de 1816, en la ciudad de San Miguel de Tucumán, reunido el congreso de diputados de las provincias del noroeste y centro-oeste del país y de la de Buenos Aires, junto con algunos diputados exiliados del Alto Perú,[b]​ proclamó la independencia de las Provincias Unidas en Sud América, utilizando la siguiente fórmula:[19]

    […] recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli […][c]

    En varios puntos de Sudamérica los nuevos gobiernos debieron enfrentar la resistencia contrarrevolucionaria de los ejércitos realistas, que intentaban restaurar la autoridad de la monarquía española en la región. Comenzaron las guerras por la independencia. Algunos de los principales comandantes fueron Manuel Belgrano, al mando del Ejército del Norte, José de San Martín, creador del Ejército de los Andes, Martín Miguel de Güemes, organizador de la guerra gaucha y Juana Azurduy, comandante de la guerra de guerrillas en el Alto Perú. El Estado argentino considera a San Martín como el mayor héroe militar de su independencia y lo honra con el título de «Padre de la Patria». Junto a Simón Bolívar, fueron los máximos responsables de las gestas libertadoras que terminaron con la presencia española en el continente.

    La formación del Estado federal
     
    Juana Azurduy, generala (PM) del Ejército Argentino, asumió la comandancia de las guerras en el Alto Perú por la emancipación del Virreinato del Río de la Plata. Es honrada en la Argentina y en Bolivia.
     
    Juan Manuel de Rosas, caudillo federal de la provincia de Buenos Aires entre 1830 y 1852.

    Las primeras décadas como país independiente fueron conflictivas: ante la hegemonía de los unitarios, los federales se alzaron repetidamente en defensa de la autonomía de las provincias, llevando —tras la llamada Anarquía del Año XX— a la división del país en provincias autónomas gobernadas generalmente por caudillos militares, mientras que el país —excepto un breve intervalo entre 1825 y 1827— careció de un gobierno nacional hasta 1852. Cada provincia asumió la plenitud del gobierno en el ámbito de su territorio.

    La guerra de la independencia continuó hasta el año 1825, pero se luchó preferentemente en la frontera norte y en el Perú. Mientras tanto, la Provincia Oriental fue invadida por el reino de Portugal, de quien pasó al Imperio del Brasil. La consecuente Guerra del Brasil culminó con la Convención Preliminar de Paz de 1828, que declaró independiente al territorio en disputa, con el nombre de Estado Oriental del Uruguay.[20]​ Poco antes, en 1825, el Alto Perú formó la República de Bolivia y al año siguiente le fue agregada la ciudad de Tarija y su jurisdicción.

    El territorio restante —que había logrado aumentar en algo su control territorial con algunas exitosas campañas militares contra los indígenas— comenzó a usar el nombre de «Argentina» de manera oficial a mediados de la década de 1820. La denominación oficial «Provincias Unidas del Río de la Plata» continúa considerándose, constitucionalmente, un nombre alternativo para el país, aunque ha caído en práctico desuso.[21]

    A principios de los años 1830, los federales lograron triunfar en todo el país, que adoptó el nombre de Confederación Argentina. Durante más de veinte años, el gobernador federal de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, asumió en los hechos la máxima autoridad nacional, aunque en teoría solo era el depositario de la representación externa del conjunto de las provincias.[22]

    Durante la época de su hegemonía combatió y derrotó sucesivos levantamientos de los unitarios,[d]​ un bloqueo del Río de la Plata por parte de Francia y luego otro bloqueo conjunto por parte de Gran Bretaña y Francia. También mantuvo conflictos bélicos contra la Confederación Perú-Boliviana y contra el llamado Gobierno de la Defensa de Montevideo, la capital uruguaya, debido a la injerencia de los dos partidos de ese país —blancos y colorados— en las guerras civiles argentinas.

    Pese a la paz que fue capaz de imponer y el crecimiento económico —al menos de las provincias del Litoral—, los enemigos de Rosas reclamaban libertades individuales, políticas y de expresión, que eran férreamente anuladas por el gobernador porteño; el núcleo de sus reclamos era la sanción de una constitución política que organizara formalmente el Estado nacional y garantizara los derechos de los ciudadanos.

    Organización Nacional
     
    Justo José de Urquiza, caudillo federal de Entre Ríos, primer presidente de la Argentina después de la sanción de la Constitución.
     
    Domingo Faustino Sarmiento, presidente y destacado por su dedicación en la educación pública de la Argentina.

    En 1852, Rosas fue derrotado en la batalla de Caseros por el Ejército Grande, una alianza entre las provincias de Entre Ríos y Corrientes, las tropas coloradas de Uruguay y otras de Brasil. La alianza fue encabezada por el federal antirrosista Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos, quien asumió la presidencia provisional.[23]

    Este período duró hasta la sanción de una Constitución en 1853, que con algunos cambios ha regido en el país hasta la actualidad. La misma adoptó un régimen federal, pero la provincia de Buenos Aires se separó de la Confederación Argentina, que debió establecer su capital en la ciudad de Paraná. En 1859, la Confederación derrotó a Buenos Aires en la batalla de Cepeda, forzándola a firmar el Pacto de San José de Flores, por el cual Buenos Aires se reincorporaba a la que desde entonces pasó a llamarse República Argentina. No obstante, la reunificación definitiva fue lograda bajo la dirección de Buenos Aires tras la batalla de Pavón (1861), durante la presidencia de Bartolomé Mitre.

    En 1865, la Argentina se involucró nuevamente en una guerra civil en Uruguay, a lo cual el Paraguay respondió ocupando la ciudad de Corrientes. Tras firmar una Triple Alianza con el Brasil y Uruguay,[24]​ la Argentina tomó parte en la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, que duró cinco años y requirió la participación de diez mil soldados argentinos.[25]​ El Paraguay resultó finalmente derrotado en 1870, quedando totalmente devastado y muerta una gran parte de su población masculina.[26]​ Pese a su enorme costo económico y en vidas humanas y a que fue causa de la continuación de las guerras civiles en la Argentina, este país logró consolidar sus límites en el noreste, ya que se fijó la frontera en los ríos Pilcomayo, Paraguay y Paraná.[26]

    Durante las presidencias de Mitre y sobre todo de Sarmiento y Avellaneda, la Argentina se insertó en la economía mundial como un país agroexportador, sostenido por una amplia red ferroviaria y el avance del sistema educativo. Tras dos sangrientas revoluciones en 1874 y 1880, en este último año la ciudad de Buenos Aires fue fue federalizada y se estableció un equilibrio durable entre las provincias y la capital.

    Gobiernos conservadores y primeros gobiernos radicales
     
    Avellaneda fue el tercer y último mandatario del período de las presidencias históricas argentinas. Gobernó entre 1874-1880.
     
    Cuadro de Juan M. Blanes reproduciendo la jura en 1898, del general Julio Argentino Roca —herido en la frente por un atentado— en el antiguo edificio del Congreso Nacional.
     
    El presidente Roque Sáenz Peña logró que en 1912 fuera sancionada la ley de voto secreto y obligatorio o llamada Ley Sáenz Peña.

    Entre 1878 y 1884 se produjeron las llamadas Conquista del Desierto y del Chaco, con el objeto de dar por término a los constantes enfrentamientos entre indígenas y criollos en la frontera y apropiarse de los territorios indígenas, triplicando el territorio argentino. La primera conquista, impulsada por Julio A. Roca, consistió en una serie de incursiones militares a los territorios pampeanos y patagónicos dominados por los pueblos originarios, repartiéndolos entre los miembros de la Sociedad Rural, financiadores de las expediciones.[27]​ La conquista del Chaco duró hasta fines del siglo,[28]​ dado que su incorporación plena al sistema económico nacional solo tuvo lugar cuando se reemplazó la mera extracción de maderas y tanino por la producción de algodón. El gobierno argentino consideró a los indígenas como seres inferiores, sin los mismos derechos que los criollos y europeos.[29]

    Entre 1880 y 1916, el Partido Autonomista Nacional (PAN) monopolizó el poder sobre la base de elecciones fraudulentas, propiciado por el sistema del voto cantado y durante 25 años, la figura excluyente fue el general Julio Argentino Roca. La llamada República Conservadora o República Oligárquica organizó un exitoso y moderno modelo agroexportador basado en la llamada división internacional del trabajo impuesta por el Imperio británico, orientado principalmente a la producción de carne y granos con destino al mercado británico. En el relato tradicional el país fue visto en esa época como «el granero del mundo».[30]

    Este modelo económico generó una concentración de la riqueza en pocas manos y la exclusión social de las clases trabajadoras y de las poblaciones asentadas fuera de la región pampeana. La economía alcanzó altos niveles de crecimiento que atrajeron una gran corriente inmigratoria principalmente constituida por millones de italianos y españoles y en menor medida de seguidos de europeos orientales y asiáticos occidentales. La población argentina, que representaba el 0,13 % de la población mundial en 1869, pasaría a representar el 0,55 % en 1930, proporción en la que, aproximadamente, se estabilizaría desde entonces.[31]

    La prosperidad de la economía impulsó el crecimiento de una considerable clase media, integrada mayoritariamente por inmigrantes o sus descendientes. Los inmigrantes europeos también introdujeron en el país ideas políticas nuevas como el socialismo y el anarquismo, así como participaron junto a la población local, especialmente la afroargentina, en la creación de organizaciones de ayuda mutua y sindicatos.[32][33]​ Surgieron partidos políticos modernos como la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Socialista (PS).

    Después de más de dos décadas de conflictos políticos y sociales, fraudes electorales y graves actos de represión, en 1912 fue sancionada la Ley Sáenz Peña, que estableció el sufragio secreto, obligatorio y universal para votantes masculinos. En la primera elección presidencial con sufragio secreto, los conservadores fueron desplazados del poder por los radicales dirigidos por Hipólito Yrigoyen, que fue presidente entre 1916 y 1922, y entre 1928 y 1930. Durante su primer gobierno se inició el movimiento estudiantil conocido como la reforma universitaria, que se extendió por toda América Latina y se produjeron las masacres obreras de la Semana Trágica y la Patagonia rebelde. Entre ambos gobiernos de Yrigoyen fue elegido presidente el también radical Marcelo Torcuato de Alvear.

    Alternancia entre golpes de estado y regímenes democráticos
     
    Hipólito Yrigoyen, primer presidente elegido por el voto universal y secreto de los varones (1916-1922 y 1928-1930). Su derrocamiento significó el comienzo de una serie de golpes de estado recurrentes entre 1930 y 1976.
     
    Juan Domingo Perón fue el primer presidente en ser elegido por el sufragio universal y secreto de hombres y mujeres al ser reelecto en 1951. Su esposa, Eva Perón, ejerció un papel clave en la imposición del voto femenino y fue precandidata a integrar la fórmula presidencial.
     
    Arturo Frondizi (UCRI) fue elegido presidente en 1958 con el peronismo proscrito.
     
    Víctimas del Bombardeo de la Plaza de Mayo de 1955.
     
    Arturo Illia (UCRP) fue elegido presidente en 1963 con el peronismo proscripto y el expresidente Frondizi aún detenido por los militares que lo derrocaron.
     
    En 1974 María Estela Martínez de Perón (PJ) se convirtió en la primera mujer americana en ocupar el cargo de jefe de Estado.

    El 6 de septiembre de 1930 se produjo el primero de una serie de golpes de Estado en Argentina que llevó a un grupo cívico-militar a establecer una dictadura justificada por la Corte Suprema como «gobierno de facto», después de derrocar a Hipólito Yrigoyen. Este golpe de Estado inició una secuela de gobiernos fraudulentos conocidos como la Década Infame.[e]

    El modelo agroexportador argentino entró en crisis por el cierre de los mercados internacionales causado por la Crisis de 1929. El país impulsó un proceso de sustitución de importaciones que desarrolló un amplio sector industrial.[34]​ La Década Infame fue derrocada por la Revolución del 43, un segundo golpe de Estado que instaló un gobierno militar en cuyo seno se produciría una alianza entre sindicatos y algunos militares que dieron origen al peronismo. A pesar de la presión de Estados Unidos desde que este país entró a la guerra a fines de 1941 cuando fue atacado por Japón, la Argentina se mantuvo neutral durante la mayor parte del resto de la II Guerra Mundial, uniéndose a los Aliados el 27 de marzo de 1945, durante el gobierno del general Edelmiro Farrell, poco antes de la terminación de la Guerra.

    En 1946 fue elegido presidente Juan Domingo Perón con apoyo de los sindicatos organizados en el Partido Laborista. Perón, acompañado por su esposa Evita, encabezó un nuevo movimiento que puso el acento en la justicia social, la soberanía política y la independencia económica. Bajo su gobierno se estableció el sufragio femenino en 1947, la igualdad de hombres y mujeres en el derecho familiar, la igualdad de los hijos nacidos dentro o fuera del matrimonio, la gratuidad de la enseñanza universitaria, se erradicó el paludismo, etc.[35]

    A través de la Fundación Eva Perón, se desarrolló una ayuda social sin precedentes en el país, brindando apoyo económico a los sectores más vulnerables. También se nacionalizaron los ferrocarriles y el comercio exterior, y se generó un fuerte proceso de industrialización, promoviendo la industria pesada.

    En 1951 Perón fue reelegido para un nuevo período presidencial con el 63,40 % de los votos en lo que constituyó la primera elección con sufragio universal de hombres y mujeres en la Argentina. En 1952 murió Evita. Casi 60 años después, sería declarada la Mujer del Bicentenario, como el símbolo del protagonismo de la mujer en la historia argentina.[35]​ El peronismo contó con una amplia adhesión de la población, pero también con un fuerte rechazo de los sectores opositores, polarizándose la sociedad argentina en peronistas y antiperonistas. Su política perjudicó a los intereses británicos, dominantes hasta entonces en la economía, que apoyaron a los opositores.[36]​ El inicio de un conflicto con la Iglesia católica debilitó la lealtad al gobierno de vastos sectores y unificó a la oposición.[37]

    El 16 de junio de 1955 una conjura cívico-militar, utilizando unos treinta aviones de la Armada y de la Fuerza Aérea, bombardearon y ametrallaron a la población de Buenos Aires en la Plaza de Mayo y otros lugares.[38]​ Este ataque produjo 308 víctimas oficialmente identificadas —entre ellas 111 activistas sindicales que incluyen a 23 mujeres—, un número de muertos que no pudieron ser individualizados debido a las mutilaciones y más de 700 heridos.[39]

    En septiembre Perón fue derrocado por un nuevo golpe autodenominado Revolución Libertadora, que proscribió al peronismo, muchos de cuyos partidarios fueron encarcelados o fusilados, lo que le valió al golpismo el mote de «Revolución Fusiladora». Perón se vio obligado a exiliarse hasta el final de la proscripción en 1973.[36]

    Durante la proscripción, el peronismo continuará teniendo influencia en la política y el sindicalismo —ámbito en el que ganó la mayoría de las elecciones—, negando legitimidad a las autoridades instaladas por medios no democráticos y desarrollando una actividad opositora conocida por la Resistencia peronista.

    En 1958 fue elegido presidente Arturo Frondizi (UCRI) en elecciones con el peronismo proscripto pero después de realizar un pacto electoral con Perón, siendo derrocado por un nuevo golpe militar en 1962. El golpe esta vez tuvo la particularidad de que el poder fue asumido por el civil José María Guido, nombrado presidente por la Corte Suprema de Justicia ese mismo día tras el derrocamiento y arresto de Frondizi, alegando para su nombramiento un vacío de poder. A pesar de que formalmente Guido ejercía la presidencia, el verdadero poder material residía en la esfera militar. Durante su mandato se agudizaron los enfrentamientos entre dos facciones del Ejército Argentino, conocidas como Azules y Colorados, llegándose a enfrentamientos armados. La victoria del sector «azul» permitió al general Juan Carlos Onganía reunificar al Ejército.

    Con el peronismo todavía proscripto y el expresidente Frondizi detenido,[40]​ en 1963 fue elegido como mandatario Arturo Umberto Illia (UCRP), quien también sería depuesto por un golpe militar en 1966, que llevaría al gobierno a Onganía.

    Su dictadura, la primera de las tres que conformaron la autodenominada Revolución Argentina (1966-1973), fue también la primera dictadura permanente instalada en el marco de los regímenes militares que se multiplicaron en América Latina con apoyo activo de Estados Unidos a través de la Escuela de las Américas y la doctrina de la seguridad nacional en el marco global de la Guerra Fría. La abolición de la actividad política y el terrorismo de estado, provocó un estado insurreccional de la población que se manifestó en la aparición de varias organizaciones guerrilleras —como Montoneros, las FAR y el ERP— y gran cantidad de puebladas insurreccionales, como el Cordobazo, el Rosariazo y el Tucumanazo, entre otras.[41]​ Acorralada por la insurrección popular, la dictadura organizó una salida electoral con participación del peronismo —aunque impidiendo la candidatura de Perón—.

    En 1973 el peronismo fue legalizado y triunfó en las elecciones presidenciales, dando inicio a lo que ha dado en llamarse el tercer peronismo. Tras la renuncia del presidente Héctor José Cámpora, ese mismo año, Juan Domingo Perón fue elegido presidente por tercera vez, precipitando así su muerte nueve meses después. Lo sucedió su vicepresidenta y esposa, María Estela Martínez de Perón. Este período se caracterizó por un acelerado deterioro de la situación interna, producto de la crisis del petróleo de 1973 y la generalizada violencia política, incluyendo la organización desde el gobierno de una fuerza parapolicial llamada la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) que junto a las fuerzas policiales y militares, asesinaron a cientos de opositores desde 1973 —varios de ellos «detenidos desaparecidos»—, así como la instalación de centros clandestinos de detención en el marco de la represión ordenada por los llamados decretos de aniquilamiento.[42]

    El 24 de marzo de 1976 se produjo un nuevo golpe militar que instaló una nueva dictadura permanente autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, que duraría casi ocho años y que estaría internacionalmente coordinada con las demás dictaduras sudamericanas mediante el Plan Cóndor, bajo el amparo de Estados Unidos. Durante la misma se implantó un régimen de terrorismo de Estado que llevó a cabo un plan sistemático de secuestro, tortura y eliminación de opositores, calificado por la justicia de genocidio, causando miles desaparecidos y cientos de niños que sufrieron la supresión de su identidad.

     
    La primera junta militar, de izquierda a derecha: Emilio Massera, Jorge Videla y Orlando Agosti. Condenados a prisión perpetua en 1985 por crímenes de lesa humanidad.

    Como respuesta se formaron organizaciones de derechos humanos, como las Madres de Plaza de Mayo y las Abuelas de Plaza de Mayo, que desempeñarán un rol crucial en el «juicio y castigo a los culpables» y en la recuperación de los bebés secuestrados cuya identidad había sido suprimida. También el movimiento sindical opuso una fuerte resistencia, llegando a declarar varias huelgas generales, a pesar de las desapariciones que lo afectaron masivamente, la disolución de la CGT y la intervención de los sindicatos.

    La dictadura contó con apoyo activo de los principales grupos empresariales, ocupando funciones claves del gobierno, así como del Fondo Monetario Internacional, las empresas multinacionales, los principales medios de prensa, junto a periodistas y comunicadores destacados. El plan económico siguió los lineamientos de la Escuela de Chicago —frecuentemente identificada con el neoliberalismo—. Un sector importante de la población apoyó la dictadura, en tanto que otro sector la resistió mediante la acción guerrillera, la creación de organizaciones de derechos humanos como las Madres de Plaza de Mayo, o la acción sindical y las huelgas.

    La deuda externa, que condicionará a los gobiernos democráticos a partir de 1983, pasó de 7700 millones en 1976 a 45 000 millones de dólares en 1983, en muchos casos fruto de operaciones delictivas en beneficio de los grupos económicos y las empresas multinacionales. En 1978, se produjo una grave crisis con Chile por los límites en la zona del canal Beagle, que llevó a ambos países al borde de la guerra. En el año 1982 se desarrolló la guerra de las Malvinas con el Reino Unido; la derrota argentina fue uno de los factores que llevaron al colapso del régimen militar y al llamado a elecciones generales para el año siguiente.

    Recuperación de la democracia
     
    Raúl Alfonsín, presidente entre 1983 y 1989, con la vuelta de la democracia nacional
     
    Menem y su mujer Zulema Yoma, saludan en el balcón de la Casa Rosada; a partir de este momento comienza la era menemista que durará hasta 1999.
     
    Fernando de la Rúa asume en 1999 acabando con diez años de gobierno menemista.

    La historia de la Argentina entre 1983 y 2003[n. 1]​ estuvo marcada por la recuperación de la democracia el año en que se inicia el período, el enjuiciamiento a los culpables de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura anterior —rasgo que distingue la democracia argentina de las demás democracias recuperadas en Sudamérica—, la crisis de la deuda externa, el inicio de la globalización, las reformas neoliberales y la severa recesión económica iniciada en 1998 que terminó con la crisis generalizada de 2001/2002, durante la cual fueron asesinados decenas de opositores, incluyendo las masacres de Plaza de Mayo del 20 de diciembre de 2001 y de Avellaneda. El período abarca la primera vez en la historia argentina de dos décadas continuadas bajo régimen democrático y la primera vez en que presidentes democráticos entregan el poder a sucesores de otro partido político elegidos democráticamente.[43]

    El gobierno democrático fue restablecido el 10 de diciembre de 1983. El nuevo presidente fue Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical, quien dispuso investigar los crímenes de lesa humanidad de la dictadura creando la Conadep, ente que produjo un decisivo informe titulado Nunca más. Nueve de los diez miembros de las tres primeras juntas militares fueron enjuiciados y algunos de sus miembros condenados, aunque también bajo su mandato y por presión militar comenzaron a sancionarse las leyes de impunidad. En 1984 se puso fin a la disputa limítrofe con Chile sobre el canal de Beagle. En 1985 acordó con el nuevo presidente democrático de Brasil José Sarney, iniciar el proceso de integración regional que se concretaría en 1991 con el nombre de Mercosur.

    Después de las elecciones presidenciales de 1989 y afectada la gobernabilidad del país por un proceso hiperinflacionario, Alfonsín se vio obligado a dejar la Presidencia y entregar el mando con seis meses de anticipación.[44]​ Asumió Carlos Menem del Partido Justicialista. Con un fuerte protagonismo del ministro Domingo Cavallo detuvo la inflación mediante un régimen de convertibilidad y llevó adelante un amplio proceso de privatizaciones, desregulación, apertura de la economía y endeudamiento externo, en consonancia con el Consenso de Washington de 1989 y apoyo del FMI. Socialmente apareció la desocupación masiva y la criminalidad se elevó bruscamente, convirtiéndose ambos en problemas centrales de la agenda política.[45]​ En 1991 la Argentina entró en guerra contra Irak sin autorización del Congreso Nacional, dentro de la coalición liderada por Estados Unidos.[46]​ En 1992 y 1994 sufrió dos grandes atentados terroristas, contra la embajada de Israel y contra la AMIA, con 23 y 85 muertos respectivamente, sin que se descubrieran los culpables, en investigaciones con muchas irregularidades.[47]​ Se resolvió la disputa limítrofe con Chile por 481 km² ubicados en la zona del Lago del Desierto. En 1994 un pacto entre Alfonsín y Menem permitió la reforma de la Constitución y al año siguiente Ménem fue reelecto. Una operación de tráfico de armas a Ecuador y Croacia causó la voladura de la fábrica de armamentos de Río Tercero, dañando la ciudad, causando siete muertos y afectando seriamente las relaciones con el Perú.[48]​ Los conflictos sociales y las huelgas aumentaron, estallando puebladas y cortes de ruta que dieron origen al movimiento piquetero.[49]​ En 1998 comenzó un período de recesión que duró cuatro años y desembocó en la peor crisis de la historia argentina.[50]

    En diciembre de 1999 asumió la presidencia Fernando de la Rúa de la Unión Cívica Radical, que por entonces formaba parte de La Alianza. Tomó medidas para reducir el déficit público -entre ellas la reducción de las jubilaciones- y flexibilizar los derechos laborales, siguiendo las indicaciones del FMI.[51]​ La crisis económica y social se agravó y el gobierno designó al exministro del presidente Menem, Domingo Cavallo, quien dispuso la congelación de los depósitos bancarios (medida conocida como «el Corralito»), que culminó en una insurrección social generalizada, con decenas de asesinatos causados por las fuerzas de represión, que llevó a la renuncia del Presidente el 20 de diciembre de 2001.[52][53]​ Durante dos semanas de incertidumbre se sucedieron varios presidentes, entre ellos el breve gobierno de Adolfo Rodríguez Saá, durante el cual el país entró en default al declarar la moratoria de la deuda externa.[53][54]

    El 2 de enero de 2002 la Asamblea Legislativa eligió a Eduardo Duhalde, del Partido Justicialista, como presidente provisional. Duhalde puso fin a la convertibilidad, estableciendo un régimen de pesificación asimétrica, conocido como «el corralón».[55]​ El peso se devaluó un 300% y los bancos no devolvieron los depósitos en dólares de sus clientes, provocando acciones en su contra de amplios sectores de clase media. En este período la pobreza trepó al 56% de la población y la desocupación al 26%, estableciéndose los subsidios llamados Plan de Jefes y Jefas de Hogar Desocupados, que alcanzó un pico de dos millones de planes en mayo de 2003. La deuda externa llegó al 135% del PBI.[56]​ Ese año la inflación fue del 41% y el aumento de los precios de los alimentos llegó al 74,9%.[57]
    Kirchnerismo y macrismo

    La historia de la Argentina entre 2003 y 2023[n. 2]​ ha estado caracterizada por la elección en cuatro oportunidades del peronismo-kirchnerismo (2003, 2007, 2011 y 2019) y una vez del macrismo (2015), que no fue reelegido por la ciudadanía en las elecciones de 2019. Sobre el final del período se produjo la pandemia por COVID-19.

    El período se inició con la recuperación de la gran crisis de diciembre de 2001, causada por el estallido de la convertibilidad del peso y el dólar, dando paso al default de la deuda externa, con un enorme costo social, que puso a más de la mitad de la población bajo la línea de pobreza, con casi un tercio de desempleo.

    En las elecciones presidenciales de 2003, Néstor Kirchner venció al menemismo representado por el propio Carlos Menem, cuando este último renunció a presentarse al balotaje.[58][59]​ Durante este período el Congreso inició el procedimiento de juicio político contra cinco miembros de la Corte Suprema, motivando la renuncia de tres y la remoción de otros dos.[60]​ Se anularon las leyes de impunidad y se reabrieron los juicios por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura, en los que se condenaron a varios cientos de represores.[61]

    Se impulsó la desarticulación del ALCA. Se canceló la deuda con el FMI y se realizó una reestructuración de la deuda externa con una fuerte quita. El PBI creció de 97 mil millones de dólares en 2002 a 329 mil millones de dólares en 2007.[62]​ El desempleo se redujo del 17,9 % en 2002 al 8,5 % en 2007.[63]​ La política laboral restableció las paritarias anuales (negociaciones colectivas entre patronos y sindicatos), dispuso la fijación anual del salario mínimo por acuerdo tripartito, reduciéndose el trabajo no registrado de 50 % en 2003 al 39 % en 2007.[64]​ La inflación fue moderada, aunque con tendencia al ascenso: pasó del 5,3 % de 2004[65]​ a un estimado en torno al 15 o 20 % para 2007,[66]​ aunque las estadísticas oficiales informaban una tasa considerablemente menor.[67]

    En las elecciones presidenciales de 2007, el kirchnerismo (Frente para la Victoria) volvió a triunfar llevando como candidata a Cristina Fernández de Kirchner, la primera mujer argentina que encabezó una fórmula presidencial ganadora. Durante este mandato (2007-2011) se reestatizaron los fondos jubilatorios y de pensión, se creó la Asignación Universal por Hijo y se aprobó la Ley de Matrimonio Igualitario. En el ámbito internacional impulsó la creación de la UNASUR y la CELAC. Se reestatizó el sistema de seguridad social, creó la Asignación Universal por Hijo, renacionalizó Aerolíneas Argentinas, aprobó la ley de matrimonio igualitario, derogó la Ley de Radiodifusión de la dictadura y sancionó una nueva ley de medios. A poco de iniciar su período enfrentó un extenso paro patronal agropecuario apoyado por manifestaciones masivas, debido a la política oficial de impuestos a las exportaciones.
     
    Evolución de la deuda externa de 2004 a 2019, en millones de dólares y en relación con el PBI.
    En las elecciones presidenciales de 2011, el kirchnerismo (Frente para la Victoria) triunfó por tercera vez, llevando nuevamente como candidata a Cristina Fernández de Kirchner, superando los votos de las dos elecciones anteriores, con 54 %. Durante su segundo mandato se reestatizó el 51 % de las acciones de la petrolera YPF, se extendió la jubilación para amas de casa y trabajadores precarizados, se aprobaron las leyes de Servicios de Comunicación Audiovisual, se sancionó la ley de identidad de género, se entregaron millones de netbooks a chicos de escuelas públicas (Conectar Igualdad), se aprobó un nuevo Código Civil y Comercial y se impulsó el desarrollo del sector industrial, destacándose la puesta en órbita el 16 de octubre de 2014, del satélite ARSAT-1, un satélite de comunicación geoestacionario por parte de la empresa estatal ARSAT, habiendo sido construido por la empresa argentina INVAP. Posteriormente, el 30 de septiembre de 2015, se lanzó el ARSAT-2, el cual al igual que el anterior fueron puestos en órbita desde la Guyana Francesa. Con el desarrollo y puesta en órbita de estos satélites, Argentina pasó a formar parte del selecto grupo de países de la industria espacial global.[68]​ Asimismo, estaba previsto dentro del Plan Nacional Espacial, el lanzamiento del ARSAT-3, pero dicho desarrollo quedó en suspenso, luego del cambio de administración política producida después de las elecciones del año 2015.
     
    El peronista Néstor Kirchner fue elegido en 2003, inaugurando el ciclo conocido como kirchnerismo que sería continuado por Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de la Nación entre 2007 y 2015.[69]
    Hubo una fuerte confrontación jurídico-mediática entre el gobierno y el mayor grupo mediático del país, el Grupo Clarín.[70]​ Durante los dos períodos de Cristina Fernández de Kirchner a la par de que se redujeron sustancialmente la pobreza, desocupación y el trabajo no registrado, se duplicó en buena medida la clase media argentina.[63][71]​ En 2012 comenzó un largo período de dificultades económicas y deterioro de los indicadores sociales, en el marco de la Gran Recesión mundial del 2008, y especialmente la crisis económica de Brasil, con una inflación cercana al 30 %; aunque los datos oficiales continuaron indicando tasas menores.[72]​ Debido a la coyuntura mundial y regional el Gobierno tomó medidas como el establecimiento de regulaciones para la compra de dólares, el aumento del gasto público y diversos tipos de subsidios tanto a la industria como a los servicios públicos. Durante sus dos períodos el PBI creció de US$ 329 000 millones a US$ 548 000 millones en el 2014.[62]
     
    Mauricio Macri fue elegido como Presidente de la Nación Argentina en el año 2015 derrotando en las elecciones presidenciales de Argentina de 2015 a Daniel Scioli.

    En las elecciones presidenciales de 2015, el macrismo venció al peronismo-kirchnerismo. Fue elegido presidente el político, ingeniero, ex-dirigente futbolístico y empresario Mauricio Macri (quien fue también presidente del Club Atlético Boca Juniors entre 1995 y 2007, Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de 2007 a 2015), de la Propuesta Republicana (PRO) con la alianza electoral Cambiemos. Su presidencia inició una etapa de cambio completo de la orientación que habían tenido hasta ese momento las políticas de los gobiernos kirchneristas porque aplicó una serie de medidas como la libre adquisición de moneda extranjera[73]​, rebajas a las retenciones a las exportaciones de la soja y otros cereales,[74]​ así como a las exportaciones mineras; lo que condujo a un ascenso del PBI y la actividad productiva del país.

    A comienzos de enero del 2016, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual fue modificada por Decreto de necesidad y urgencia de Mauricio Macri,[75]​ flexibilizando sus normas antimonopólicas, pero beneficiando a los principales medios masivos de comunicación del país.[76]​ En marzo del mismo año ocurrió el Tarifazo del 2016, en donde el ministro de transportes del gobierno macrista, el empresario Guillermo Dietrich, anunció el aumento y dolarización de las tarifas de agua, energía eléctrica, combustibles y transporte público, previo a los festejos del Bicentenario de la Independencia Argentina, siendo así el mayor aumento de las tarifas de la historia reciente, ocasionando una amplia impopularidad por parte de la población argentina.

    En 2017, la presidencia de Mauricio Macri impulsó una reforma del sistema de jubilaciones y pensiones[77]​ conocida como la Reforma Previsional, siendo aprobada por el Congreso de la Nación Argentina el 19 de diciembre de ese mismo año. Esta reforma alcanzó a adultos mayores jubilados; pensionados, beneficiarios de las asignaciones sociales y familiares; de la Asignación Universal por Hijo e inclusive a los veteranos de la Guerra de las Malvinas. Según sus proponentes, los objetivos de esta reforma fueron aumentar la sustentabilidad del sistema jubilatorio y facilitar la reducción del déficit fiscal y la inflación, pero en contrapartida, la opinión de la gran mayoría de la población era todo lo contrario, considerándola esta reforma como impopular. Esto desencadenó en masivas movilizaciones con cacerolazos en rechazo a la nueva fórmula, en el que se desencadenó una confrontacion entre los manifestantes y la Gendarmería Nacional. En 2018 las montos de las jubilaciones y pensiones perdiéndon 19,2 % de poder adquisitvo. Mientras que en 2018 los haberes subían un 28,4 %,[78]​ el índice de precios al consumidor aumentó un 47,6 %.[79]

    El gobierno de Macri decidió pagar a los especulativos fondos buitre en litigio con el país por cifras mucho mayores a las demandadas por los mismos; Un primer pago de US$ 9300 millones, cuestionado en la Justicia,[80]​ dio lugar a una «tercera generación», una nueva tanda de demandantes con bonos que no ingresaron a los canjes de deuda previos.[81]​ En menos de dos años (entre diciembre de 2015 y junio de 2017) la deuda emitida por el gobierno de Mauricio Macri fue de casi US$ 100 000 millones de dólares,[82]​ alcanzando así la cifra de US$ 216 351 millones de dólares en diciembre de 2017.[83]

    En 2018 se produjo una fuerte fuga de capitales que causó la devaluación del peso argentino en un 135 %.[84]​ Esto llevó al gobierno a volver a endeudarse con el Fondo Monetario Internacional en 55 000 millones de dólares, el mayor crédito otorgado por el FMI en su historia, con un aumento considerable de la deuda externa. En 2019 ocurrió una segunda fuga de capitales,la más grande de la historia reciente[85]​, que ocasionó otra devaluación del peso a un 50 %, alcanzando una fuga total de US$ 26 870 millones de dólares, que hizo que el gobierno volviera a establecer el «cepo cambiario», pero con mayores restricciones que las que tenía durante el gobierno kirchnerista.
     
    Mauricio Macri, presidente del 2015 al 2019, entrega el bastón de mando a Alberto Fernández, actual presidente.
    En las elecciones presidenciales de 2019, Mauricio Macri buscó la reelección, pero fue vencido por el candidato peronista Alberto Fernández, acompañado por Cristina Fernández de Kirchner como vicepresidenta. El inicio del gobierno coincidió con la declaración de la pandemia de COVID-19.
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    Argentina has a relatively high traffic mortality rate, with about 20 road deaths per day, and with more than 120,000 injured people each year, including tourists. Pedestrians should exercise extreme caution. Do not jaywalk if you do not feel comfortable, and be careful crossing even when allowed.

    There is plenty of activity and foot traffic throughout the night. Nice areas have a very thorough police presence, perhaps one officer per 3 blocks, plus store security and auxiliary patrols. Public security in all major cities like Buenos Aires, Córdoba and Rosario is handled by the Federal Police and the National Gendarmerie or the Naval Prefecture, especially in the Puerto Madero area of Buenos Aires.

    As in any large city, certain particular neighbourhoods in Buenos Aires and other cities are very dangerous. Some shady neighbourhoods include Retiro, Villa Lugano, La Boca and Villa Riachuelo. Ask trusted locals, such as hotel desk staff or police officers, for advice. Pay attention to your environment and trust your instincts. If an area seems questionable, leave.

    Many people in the street and in the subway hand out small cards with horoscopes, lottery numbers, pictures of saints, or cute drawings on them. If you take the card, the person will ask for payment. You can simply return the card along with a no, gracias. or simply in silence if your Spanish is not good. Persistent beggars are usually not dangerous; a polite but firm no tengo nada ("I don't have anything") and/or hand gestures are usually enough.

    Most crimes involve petty theft (pickpockets) in the subway and on crowded city streets, and especially inhabitant from Buenos Aires have a story to tell, which is also why many people carry their bags in front of them. In most cases, if your wallet is stolen, you won't even notice until hours later. However, paying attention to your stuff, will mostly prevent this from happening. Never hang your purse or bag from the back of your chair in a cafe or restaurant—stealthy theft from such bags is common. Keep your purse or backpack on the floor between your legs while you eat. Petty theft is common but seldom, like in a few other European cities like Paris or Naples. Violent robberies are uncommon, and mostly only happen where you would expect them, at night in a lone street in the wrong quarter. In the unlikely event that you are confronted by a mugger, simply hand over your valuables; they are replaceable and the muggers may be on drugs, drunk, have a knife or a gun.

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    Argentina has a relatively high traffic mortality rate, with about 20 road deaths per day, and with more than 120,000 injured people each year, including tourists. Pedestrians should exercise extreme caution. Do not jaywalk if you do not feel comfortable, and be careful crossing even when allowed.

    There is plenty of activity and foot traffic throughout the night. Nice areas have a very thorough police presence, perhaps one officer per 3 blocks, plus store security and auxiliary patrols. Public security in all major cities like Buenos Aires, Córdoba and Rosario is handled by the Federal Police and the National Gendarmerie or the Naval Prefecture, especially in the Puerto Madero area of Buenos Aires.

    As in any large city, certain particular neighbourhoods in Buenos Aires and other cities are very dangerous. Some shady neighbourhoods include Retiro, Villa Lugano, La Boca and Villa Riachuelo. Ask trusted locals, such as hotel desk staff or police officers, for advice. Pay attention to your environment and trust your instincts. If an area seems questionable, leave.

    Many people in the street and in the subway hand out small cards with horoscopes, lottery numbers, pictures of saints, or cute drawings on them. If you take the card, the person will ask for payment. You can simply return the card along with a no, gracias. or simply in silence if your Spanish is not good. Persistent beggars are usually not dangerous; a polite but firm no tengo nada ("I don't have anything") and/or hand gestures are usually enough.

    Most crimes involve petty theft (pickpockets) in the subway and on crowded city streets, and especially inhabitant from Buenos Aires have a story to tell, which is also why many people carry their bags in front of them. In most cases, if your wallet is stolen, you won't even notice until hours later. However, paying attention to your stuff, will mostly prevent this from happening. Never hang your purse or bag from the back of your chair in a cafe or restaurant—stealthy theft from such bags is common. Keep your purse or backpack on the floor between your legs while you eat. Petty theft is common but seldom, like in a few other European cities like Paris or Naples. Violent robberies are uncommon, and mostly only happen where you would expect them, at night in a lone street in the wrong quarter. In the unlikely event that you are confronted by a mugger, simply hand over your valuables; they are replaceable and the muggers may be on drugs, drunk, have a knife or a gun.

    Popular demonstrations are very common in Buenos Aires, and are best avoided by tourists as these demonstrations sometimes grow into violent confrontations with the police or National Gendarmerie, particularly as they approach the government buildings in the city centre.

    Since 2005 the government has cracked down on illegal taxis very successfully. Petty crime continues (like taking indirect routes or, less commonly, giving counterfeits in change). Taxis that loiter in front of popular tourist destinations like the National Museum are looking for tourists. Stay away from them. Your chance of falling prey to a scam increases in these situations. Stopping a taxi a block or two away on a typical city street where others locals would do the same is good choice. Also having small bills will help you avoid issues mentioned, as well you will often find taxis that don't have change for 100 peso notes.

    Carry some ID with you, but not your original passport; a copy (easily provided by your own hotel) should be enough.

    'Villas' or ghettos, usually composed of wooden or steel plate shacks, should also be avoided due to the high crime rate in these areas. Should you want to visit one of these, you should only do so as part of a guided tour with a reputable guide or tour company.

    Drug use, while legal in Argentina, is frowned upon by most inhabitants. Alcohol is generally the vice of choice here. Paco, a crack-like mix of by products from the cocaine manufacturing process, is a serious problem, and its users should be avoided at all costs.

    It is known that in 2007 security operators at airports were stealing valuable objects such as iPods, digital cameras, cellular phones, sun glasses, jewellery and laptops while scanning the checked luggage of passengers.

    Police officers will often try to get you to bribe them during a traffic stop, although can can just pay for the ticket they will give it to you without any problems.

    Natural disasters Tornadoes

    The central and northern Argentinian provinces (including La Pampa, Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, Corrientes, Misiones, the north of Río Negro, south of San Luís, central and eastern regions of Formosa and southeast of Santiago del Estero and Chaco provinces) are part of the South America Tornado Corridor, the second most tornado-prone area in the world (behind the United States Tornado Alley). Monitor local media notices and if you see that the sky is dark, the light take on a greenish-yellow cast or a loud sound that sounds like a freight train, this could be an indication of a tornado. Find shelter immediately.

    Refer to the tornado safety article for analysis of the issues here.

    Emergency numbers Ambulance (Immediate Health Emergency Service, SAME in Buenos Aires): 107 Firemen (National Firemen Corps): 100 Police (Argentine Federal Police): 911 mostly, might be 101 in some smaller cities Tourist Police: +54 11 4346-5748 / 0800 999 5000
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