Jerusalén

Jerusalén[3]​ (en hebreo: יְרוּשָׁלַיִם; en árabe: القـُدْس) es una ciudad de Oriente Próximo, situada en los montes de Judea, entre el mar Mediterráneo y la ribera norte del mar Muerto. Los israelíes la han erigido como capital del Estado de Israel, mientras que el Estado de Palestina reivindica su parte oriental como su propia capital. Los asentamientos más antiguos en Jerusalén datan del V milenio a. C. y es una de las ciudades más antiguas del mundo.[4]​ Jerusalén tiene un profundo significado religioso para el judaísmo, el cristianismo y el islam. La ciudad vieja de Jerusalén fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981.

El estatus de la parte ori...Leer más

Jerusalén[3]​ (en hebreo: יְרוּשָׁלַיִם; en árabe: القـُدْس) es una ciudad de Oriente Próximo, situada en los montes de Judea, entre el mar Mediterráneo y la ribera norte del mar Muerto. Los israelíes la han erigido como capital del Estado de Israel, mientras que el Estado de Palestina reivindica su parte oriental como su propia capital. Los asentamientos más antiguos en Jerusalén datan del V milenio a. C. y es una de las ciudades más antiguas del mundo.[4]​ Jerusalén tiene un profundo significado religioso para el judaísmo, el cristianismo y el islam. La ciudad vieja de Jerusalén fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1981.

El estatus de la parte oriental de la ciudad, conquistada en 1967 por Israel, se encuentra disputado, ya que en este sector —referido habitualmente como Jerusalén Este o Jerusalén Oriental, y que incluye la Ciudad Vieja— es donde el Estado de Palestina pretende establecer su capital. Israel discute las reclamaciones palestinas y, tras la guerra de los Seis Días, considera la ciudad como un todo unificado y un mismo municipio, declarándola como su capital «eterna e indivisible» mediante la Ley de Jerusalén en 1980. Esta anexión ha provocado un amplio rechazo en la comunidad internacional, materializado en la resolución 478 del Consejo de Seguridad de la ONU, que la consideró contraria al Derecho Internacional,[5]​ y en señal de protesta por este acto unilateral los Estados miembros de las Naciones Unidas acabaron por trasladar sus embajadas a Tel Aviv, tal como pedía la resolución.

Jerusalén fue sede de un reino amorreo bajo hegemonía egipcia durante el período de Amarna, ciudad principal de un pueblo cananeo (los jebuseos según el relato bíblico), conquistada por los hebreos en el siglo X a. C. y capital de los reyes de Judá por lo menos desde el siglo IX a. C. La Biblia añade que antes fue el asiento de los reyes del Reino unificado de Israel. Conquistada por los babilonios, fue capital de la región de Judea durante el dominio persa, lágida y seléucida. Conquistada por los macabeos, los reyes asmoneos gobernaron desde ella hasta la toma de la ciudad por Pompeyo en 63 a. C. Desde entonces fue capital religiosa de la provincia romana de Judea. Después de la Primera Guerra judeorromana, fue arrasada por el general y futuro emperador romano Tito, y reconstruida como colonia romana con el nombre de Aelia Capitolina por el emperador Adriano, siendo la región rebautizada como Siria-Palestina.

Tras el triunfo del cristianismo fue sede del patriarcado cristiano homónimo bajo dominio del Imperio romano de Oriente, enmarcada en la región de Palaestina Prima. En el siglo VII, cayó en poder de los califas musulmanes[6]​, en la provincia de Yund Filastin, aunque sería conquistada por los cruzados en 1099 y en torno de ella se formaría el reino franco de Jerusalén.[7]​ Reconquistada por Saladino,[8]​ estuvo unos siglos en poder de los mamelucos[9]​ y, desde 1517, del Imperio otomano.[10]​ En 1874, Jerusalén y su área de influencia formaron un distrito administrativo especial: el Mutasarrifato de Jerusalén, bajo control directo del Sultán.[11]​ En 1917, con la derrota otomana frente a los aliados en la Primera Guerra Mundial, pasó a depender del Mandato británico de Palestina.[12]​ Con la partición de Palestina, la ONU previó un estatuto de ciudad internacional para Jerusalén, que no llegó a realizarse. Durante la guerra de 1948, su sector occidental quedó bajo control israelí y el oriental, incluida la ciudad vieja, bajo dominio jordano. En 1967, Israel conquistó la zona oriental, proclamando la ciudad reunificada como su capital, aunque este último movimiento nunca ha recibido el reconocimiento internacional.[13][14]

Antigüedad  Estructura escalonada de piedra en Ophel, ha sido datada hacia el 900 a. C., en la Edad del Hierro.

Las pruebas cerámicas indican la ocupación de Ophel, dentro de lo que es actualmente Jerusalén, en una fecha tan temprana como es la Edad del Cobre, cerca del IV milenio a. C.,[1][2]​ con evidencias de un asentamiento permanente en los primeros siglos de la Edad del Bronce temprana (c. 3000-2800 a. C.). Ann Killebrew demostró que Jerusalén era una ciudad grande y amurallada en las etapas MB IIB y IA IIC (entre 1800-1550 y 720-586 a. C.); durante la Edad de Bronce tardía y las edades IA I y IIA/B Jerusalén era un pueblo sin amurallar y relativamente insignificante.[3]

Los escritos más tempranos que hacen referencia a la ciudad son los agrupados en los Textos de execración de Berlín y Bruselas (c. siglo XIX a. C., que se refieren a una ciudad llamada Roshlamem o Rosh-ramen) y en las Cartas de Amarna (c. siglo XIV a. C., se refieren a Urusalem "ciudad de paz").[1][2]

Algunos arqueólogos, incluyendo a Kathleen Kenyon, creen que Jerusalén fue una ciudad fundada por un pueblo semítico occidental, con asentamientos organizados alrededor del siglo XXVI a. C.[4]

El arqueólogo israelí Israel Finkelstein considera que la Jerusalén del siglo X a. C. era de extensión reducida. El resto de Judá del mismo periodo, estaba compuesto tan solo por una veintena de pueblos pequeños y unos pocos miles de habitantes, la mayoría pastores. En Jerusalén se han realizado intensas excavaciones de las Edades del Bronce y el Hierro en las décadas de 1970 y 1980 dirigidas por Yigal Shiloh, de la Universidad Hebrea, en el sector llamado ciudad de David, pero sorprendentemente, como lo señala David Ussishkin, arqueólogo de la Universidad de Tel Aviv, el trabajo de campo realizado allí y en otras partes de la Jerusalén bíblica no ha arrojado pruebas de que ese sector de la ciudad estaba ocupado en el siglo X a. C. Las prospecciones arqueológicas revelan que Judá siguió siendo hasta la época de David y Salomón, e incluso más adelante, "un país relativamente desprovisto de población permanente, muy aislado y muy marginal, sin centros urbanos de importancia y sin una jerarquía neta de aldeas, pueblos y ciudades".[5]

La arqueología demuestra un crecimiento dramático de Jerusalén en algún momento de la primera mitad del siglo VIII a. C. Pasó de ser una asentamiento pequeño a una ciudad de hasta 0,6 km², la razón causa de esto fue la caída del Reino de Israel a manos del Imperio asirio mientras sus habitantes huían al sur, en el Reino de Judá, incluida Betel, en Jerusalén.[6]

Judá conoció posteriormente distintas etapas de dominación extranjera, primero bajo la influencia de los asirios, que sometieron al reino de Judá al pago de tributo, y luego directamente por los babilonios (597-546 a. C.) que tomaron y arrasaron la ciudad, deponiendo a Sedecías como último rey, desterrando a la clase dirigente a Babilonia y destruyendo el Templo en julio del año 587 a. C., en adelante Judá sería provincia asiria.

En el año 539 a. C. el rey persa Ciro II el Grande conquistó el Imperio babilónico y permitió el regreso de las comunidades judías deportadas a la provincia de Judá; éstas regresaron a Jerusalén y reconstruyeron la ciudad y el Templo. La construcción del Segundo Templo terminó en el año 516 a. C., durante el reinado de Darío el Grande, 70 años después de la destrucción del primero.

Poco después del 485 a. C. Jerusalén fue asediada, conquistada y en gran parte destruida por una coalición de estados vecinos. Alrededor del año 445 a. C., el emperador aqueménida Artajerjes I emitió un decreto por el que permitía la reconstrucción de la ciudad y de sus murallas. Jerusalén recuperó su papel como capital de Judá y centro del culto judío.

En 332 a. C. Alejandro Magno conquistó el Imperio persa y la ciudad no sufrió destrucciones. A la muerte de Alejandro, Judá (o Judea) y Jerusalén pasaron a quedar en manos de la dinastía ptolemaica bajo el reinado de Ptolomeo l. En el año 198, el imperio seléucida tomó el control de la ciudad liderado por Antíoco III. Sin embargo, el intento por parte de los seléucidas de helenizar Jerusalén llegó a su fin con el triunfo de la rebelión de los macabeos, encabezada por Matatías y sus cinco hijos contra Antíoco IV Epífanes. Con la toma de control de los asmoneos, Jerusalén se convertiría en la capital de su reino y conocería un periodo de relativa independencia, si bien sería conquistada, junto con todo el reino, por las tropas romanas de Pompeyo en el 60 a. C. después de derrotar a los restos del Imperio seléucida. Jerusalén sufrió el asedio y la conquista romana, con su anexión a la República romana. Sin embargo, poco después de la conquista romana llegó una invasión parta en apoyo de un contendiente rival al trono asmoneo, y de la lucha entre las fuerzas prorromanas y las propartas emergería un líder idumeo llamado Herodes. Cuando Roma prevaleció en la disputa con los partos, instaló a Herodes como rey de un estado cliente. Herodes I el Grande restauró y embelleció la ciudad construyendo murallas, torres y palacios, así como expandiendo el Templo, apuntalando el patio con bloques de piedra de más de 100 toneladas de peso. Bajo su mandato se dobló la superficie del Templo, del que todavía queda en pie una parte llamada Muro de las Lamentaciones, de gran importancia en la religión judía.

Poco después de la muerte de Herodes, en el año 6 d. C., Roma asumió el control directo de lo que pasó a denominarse la Provincia de Judea, aunque la dinastía herodiana siguió sirviendo al Imperio como reyes clientes de territorios vecinos hasta el 96 a. C. A partir del año 33 aproximadamente existió una iglesia cristiana creciente en Jerusalén, donde además se celebró el denominado Concilio de Jerusalén alrededor del año 49.

En el año 66 tuvo lugar la primera guerra judeo-romana, que supuso el asedio y la toma de la ciudad por parte de Tito en el año 70, lo que derivó en la devastación de gran parte de la ciudad y en la segunda destrucción del Templo de Jerusalén. El historiador contemporáneo Flavio Josefo describió la destrucción de la ciudad afirmando que "la ciudad fue tan metódicamente arrasada por aquellos que la demolieron hasta sus cimientos que nada quedó en ella que pudiese persuadir al visitante de que aquello había sido alguna vez un lugar habitado". El proyecto de reconstrucción de Adriano como una ciudad completamente romana (Aelia Capitolina) desencadenó la rebelión de Bar Kojba entre los años 132 y 135, que una vez aplastada dio inicio a la diáspora judía. Tras su victoria contra los judíos, el emperador romano Adriano unificó la provincia de Judea con varios territorios vecinos y la rebautizó con el nombre de Siria Palestina. La ciudad de Jerusalén fue renombrada como Aelia Capitolina y reconstruida al estilo de una ciudad romana, y a los judíos se les prohibió el acceso a la ciudad so pena de muerte, con la excepción de un día al año, el Tisha B'Av. Estas medidas, que se aplicaron también a los judíos cristianos, tendieron a secularizar la ciudad y se mantuvieron hasta bien entrado el siglo VII, si bien los cristianos ganaron su exención a la prohibición de entrar en Jerusalén tan pronto como Constantino I, el primer emperador romano de creencias cristianas, ordenó la construcción de templos cristianos en la ciudad, incluida la Iglesia del Santo Sepulcro en 326. Los únicos restos de enterramientos durante el periodo de control bizantino de la ciudad son cristianos, lo que parece sugerir que la ciudad estuvo exclusivamente habitada por cristianos mientras permaneció gobernada por Constantinopla.

En la Biblia

De acuerdo a una tradición judía, Jerusalén fue fundada por Sem y Eber, ancestros de Abraham. Según el relato bíblico, Melquisedec (rey justo) era el rey de Salem, sacerdote de Dios, y presentó pan y vino a Abraham, quien era un arameo nómada,[7]​ y lo bendijo y a su vez Abraham le dio diezmo;[8]​ Salem es identificada con Jerusalén;[9]​ los jebuseos controlaban la ciudad (Jebús) hacia el siglo XI a. C., cuando David la conquistó.[10]

Según la tradición, en torno al año 1004 a. C. el rey David de Israel conquistó Jerusalén por medio de un contingente enviado a través de un manantial subterráneo, y la convirtió en capital de su reino. David la renombró Ir David «Ciudad de David», sus reliquias se ubican al sudoeste de la actual Ciudad Vieja, en la llamada Colina Ophel del barrio de Silwan. Este yacimiento fue descubierto y excavado por el Fondo para la Exploración de Palestina entre 1923 y 1925. El descubrimiento por parte de Kathleen Kenyon de muros jebuseos y davídicos de la antigua Jerusalén, así como excavaciones más recientes de la denominada «gran estructura de roca», tienden a ser interpretadas por algunos arqueólogos como confirmaciones de los textos bíblicos sobre la conquista de la ciudad jebusea por David.[11]

 Reconstrucción del Templo de Salomón.

Su hijo Salomón extendió la ciudad, ampliando las murallas y construyendo en pocos años el Templo de Jerusalén, destinado a contener el Arca de la Alianza y las Leyes que, según el Tanaj (Antiguo Testamento), Yahveh otorgó a Moisés en dos tablas de piedra en el Monte Sinaí. Este sería el único templo que permitiría la ley religiosa hebrea consagrado al culto yahvista, al parecer existió otro templo en la isla Elefantina, en el curso medio del río Nilo, fundado en torno al 650 a. C. por una comunidad judía emigrada antes del reinado de Josías (640-609 a. C.).[12]

Edad Media

El destino de Jerusalén siguió ligado a sucesivas conquistas y conflictos, formando parte del Imperio bizantino, dentro del cual fue una de las cinco sedes de mayor importancia religiosa doctrinal del cristianismo, junto con Constantinopla, Antioquía, Alejandría y Roma. A mediados del siglo IV, Jerusalén quedó encuadrada en una nueva provincia denominada Palaestina Prima, con capital en Cesarea y resultante de la división de la antigua Siria-Palestina.

El Concilio de Calcedonia de 451 elevó al obispo de Jerusalén al rango de patriarca, junto con Roma, Constantinopla, Alejandría y Antioquía. Sin embargo, la política bizantina hizo que Jerusalén pasara simplemente de la jurisdicción siria de Antioquía a las autoridades griegas de Constantinopla. Durante siglos, el clero griego dominó la iglesia de Jerusalén. Mientras tanto, la iglesia romana nunca aceptó la pentarquía y en su lugar reclamó la primacía. Por otra parte, la antigua noción de la primacía de la Iglesia de Jerusalén se conservó en varios textos, como la lista altomedieval conocida como los Límites de los Cinco Patriarcados (griego: Γνώσις και επίγνωσις των πατριαρχών θρόνων).

El año 614, el imperio sasánida conquistó la ciudad mediante un firme asedio de 21 días. Las crónicas bizantinas cuentan que los sasánidas y los judíos que luchaban con ellos masacraron a decenas de miles de cristianos en la ciudad, muchos de ellos en el embalse de Mamilla, y destruyeron sus monumentos e iglesias, incluida la Iglesia del Santo Sepulcro.[13]​ Este episodio de la historia jerosolimitana ha generado muchos debates entre los historiadores.[14]​ Los sasánidas regirían la ciudad hasta el año 629, cuando las tropas bizantinas del emperador Heraclio la recuperaron.[15]

 Mapamundi medieval (1485) con Jerusalén como centro del mundo.

La Jerusalén bizantina fue conquistada por los ejércitos árabes de Umar ibn al-Jattab en el año 638.[16]​ Entre los musulmanes de la primera época del Islam se la conocía como Madinat bayt al-Maqdis ("Ciudad del Templo"),[17]​ lo que hacía alusión solamente al Monte del Templo. El resto de la ciudad "...era conocida como Iliya, en referencia al nombre romano asignado a la ciudad tras su conquista en el año 70ː Aelia Capitolina".[18]​ Posteriormente, el Monte del Templo pasó a conocerse como al-Haram al-Sharif ("El Noble Santuario"), mientras que la ciudad a su alrededor se denominaba Bayt al-Maqdis,[19]​ y algo más tarde como al-Quds al-Sharif ("La Sagrada, Noble"). La relación del Islam con Jerusalén comenzó en el año uno de la Hégira (623), cuando a los musulmanes se les dijo que debían mirar hacia la ciudad cuando realizasen sus oraciones diarias y, según la tradición musulmana, tuvo lugar el viaje nocturno de Mahoma y su ascenso a los cielos. Trece años después, la quibla (dirección hacia la que los musulmanes oran) cambió a La Meca.[20]​ Tras la conquista musulmana de Jerusalén en el año 638 se permitió a los judíos permanecer en la ciudad.[21]​ Por otro lado, el califa ortodoxo Umar ibn al-Jattab firmó un tratado con el Patriarca cristiano de Jerusalén Sofronio, en el que le aseguraba que la población y los lugares sagrados cristianos quedarían bajo la protección de los gobernantes musulmanes.[22]​ Según la tradición árabe-cristiana, cuando llevaron al califa Umar a rezar en la Iglesia del Santo Sepulcro, uno de los lugares más sagrados para los cristianos, este se negó a orar para que los musulmanes no le demandaran la conversión de la iglesia en mezquita.[23]​ Rezó fuera de la iglesia, justo en el lugar donde la Mezquita de Omar se encuentra hoy en día. El obispo galo Arculfo, que vivió en la ciudad entre 679 y 688, describió la Mezquita de Omar como una estructura rectangular de madera construida sobre ruinas que podía alojar a 3000 fieles.[24]

Desde los primeros tiempos de la conquista árabe y hasta la toma de la región por parte de los turcos selyúcidas, Jerusalén estuvo emplazada desde un punto de vista administrativo en el País de Sham (o región de Siria) y, más concretamente, en el Yund Filastin (distrito militar de Palestina). A finales del siglo VII, el califa omeya Abd al-Malik encargó la construcción de un santuario en el Monte del Templo, conocido actualmente como la Cúpula de la Roca.[25]​ Dos de los más distinguidos habitantes de Jerusalén durante el siglo X fueron el geógrafo Al-Muqaddasi y el médico Al-Tamimi. El primero de estos escribió que Abd al-Malik construyó el edificio en el Monte del Templo para competir con la grandeza de las monumentales iglesias de Jerusalén.[24]​ En 710 se terminó de erigir la mezquita de Al-Aqsa.

Durante los siguientes cuatrocientos años la importancia de Jerusalén decayó mientras los diferentes poderes árabes competían por su control.[26]​ Jerusalén fue conquistada en 1073 por el comandante turco selyúcida Atsız.[27]​ A su muerte, el príncipe selyúcida Tutush I entregó la ciudad a otro comandante selyúcida, Artuk Bey. Cuando este murió en 1091, sus hijos Sökmen e Ilghazi gobernaron la ciudad hasta 1098, año en que fue reconquistada por los fatimíes.[28]

 Sitio de Jerusalén (1099)

Un movimiento mesiánico caraíta que llamaba al retorno a Jerusalén tuvo lugar al inicio del nuevo milenio, lo que ocasionó una "Edad Dorada" de los estudios caraítas allí a la que pusieron fin las Cruzadas.[29]​ En 1095 el papa Urbano II predicó en el Concilio de Clermont la Primera Cruzada, dirigida a recuperar Jerusalén de los musulmanes. En 1099, el gobernante fatimí expulsó a la población cristiana de Jerusalén antes de que la ciudad fuese conquistada por el noble francés Godofredo de Bouillón, que masacró a la mayoría de sus habitantes musulmanes y judíos tras tomar la fortaleza al asalto. Los cruzados crearon el Reino de Jerusalén, gobernado por el hermano de Godofredo, Balduino I. Dado que Jerusalén quedó prácticamente despoblada, un proceso de repoblación tuvo lugar poco después de la constitución del nuevo reino, con la llegada de pobladores griegos, búlgaros, húngaros, georgianos, armenios, sirios, egipcios, nestorianos, maronitas y coptos, entre otros. Con esta emigración masiva se intentaba bloquear el retorno de los musulmanes y judíos que habían sobrevivido a la masacre. El barrio nororiental se repobló con cristianos ortodoxos provenientes de Transjordania.[30]​ Como resultado del conflicto, la población de Jerusalén cayó en 1099 hasta los 30 000 habitantes.[31]

Tras el desastre de los Cuernos de Hattin en 1187, el sultán de Egipto y Siria, Saladino, tomó Jerusalén nuevamente y permitió a judíos y musulmanes volver a asentarse en la ciudad.[32]​ Según los términos de la rendición cruzada, unos 60 000 francos fueron expulsados de Jerusalén una vez pagado su rescate. A los cristianos ortodoxos se les permitió quedarse.[33]​ Bajo la dinastía ayubí de Saladino se invirtieron grandes sumas de dinero en la construcción de casas, mercados, baños públicos y hostales para los peregrinos, así como en el establecimiento de donaciones religiosas. Sin embargo, durante la mayor parte del siglo XIII, la importancia de la ciudad fue en declive debido a su pérdida de valor estratégico y a las luchas interinas de los ayubíes.[34]

Jerusalén pasó pacíficamente a manos de los cristianos como resultado del tratado acordado en 1229 entre el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico II y el sultán ayubí de Egipto al-Kamil, que supuso el fin de la Sexta Cruzada. Los ayubíes mantuvieron el control de los santos lugares musulmanes y algunas fuentes árabes sugieren que a Federico II no se le permitió restaurar las fortificaciones de la ciudad.[35][36]

En 1244, Jerusalén fue saqueado por los tártaros jorezmitas, quienes diezmaron la población cristiana de la ciudad y expulsaron a los judíos.[37]​ Los jorezmitas fueron a su vez expulsados por los ayubíes en 1247. La continua reiteración de conflictos hicieron declinar rápidamente la población de Jerusalén, y cuando Nahmánides la visitó en 1267 solo encontró a dos familias judías de entre un total de 2000 habitantes, 300 de los cuales eran cristianos y el resto musulmanes.[38]​ Entre 1260[39]​ y 1517, Jerusalén estuvo dominada por los mamelucos, si bien numerosos enfrentamientos tuvieron lugar entre estos por un lado y los cruzados y los mongoles por otro. La región también sufrió numerosos terremotos e incluso la peste negra.[40]​ La Orden del Santo Sepulcro fue responsable del mantenimiento de una pequeña población cristiana en la ciudad.

Época otomana  La ciudadela de David y las murallas otomanas.

En 1517, Jerusalén pasó a formar parte del Imperio Otomano junto con el resto de Palestina.[41]​ La ciudad disfrutó de un próspero periodo de renovación y paz bajo el mandato de Solimán el Magnífico. En 1538, la muralla que hoy rodea la Ciudad Vieja fue construida; tiene una extensión aproximada de 4,5 km. y su altura varía entre los 5 y 15 m., con un espesor de hasta 3 m. El muro posee 43 torres y once puertas; siete están abiertas y cuatro permanecen selladas.[cita requerida]. Las cuatro puertas principales de la ciudad son la Puerta de Jaffa, la Puerta de Damasco, la Puerta de los Leones y la Puerta de Sion; todas fueron construidas de acuerdo a los cuatro puntos cardinales, y se dirigen hacia las principales ciudades de la región. La Puerta Dorada es llamada en hebreo y árabe la "Puerta de la Misericordia", y de acuerdo a la tradición judía, por esta puerta el Mesías entrará en Jerusalén; los otros tres accesos sellados conforman la denominada Puerta de Hulda.

A lo largo de gran parte del dominio otomano, Jerusalén siguió siendo un centro provincial con gran importancia religiosa que no se beneficiaba de la principal ruta comercial entre Damasco y El Cairo.[42]​ El libro de referencia inglés "Modern history or the present state of all nations", escrito en 1744, afirmaba que "Jerusalén todavía es reconocida como la capital de Palestina, por mucho que haya decaído de su antiguo esplendor".[43]​ Los otomanos trajeron consigo muchas innovaciones, y entre los primeros síntomas de modernización de la ciudad se introdujeron modernos sistemas postales gestionados por los diversos consulados y servicios regulares de diligencias y carruajes.[44]​ A mediados del siglo XIX, los otomanos construyeron la primera carretera pavimentada entre Jaffa y Jerusalén, mientras que el ferrocarril llegó a la ciudad hacia el año 1892.[44]

Cuando el egipcio Mehmet Alí conquistó la ciudad en 1831, las misiones diplomáticas y los consulados comenzaron a asentarse en la Jerusalén. En 1836, Ibrahim bajá permitió a los judíos de Jerusalén restaurar cuatro importantes sinagogas, entre ellas la sinagoga Hurva.[45]​ Durante la revuelta de campesinos que convulsionó Palestina, Qasim al-Ahmad dirigió sus fuerzas desde Nablus y atacó Jerusalén ayudado por el clan Abu Gosh, y entró en la ciudad el 31 de mayo de 1834. Los cristianos y judíos de la ciudad sufrieron diversos ataques. El ejército egipcio de Ibrahim derrotó a las fuerzas de Qasim en Jerusalén al mes siguiente.[46]

Aunque los otomanos reinstauraron su control sobre la ciudad en 1840, muchos musulmanes egipcios permanecieron en Jerusalén y judíos provenientes de Argel y de otras partes del norte de África comenzaron a asentarse en la ciudad en números cada vez mayores.[45]​ Durante las décadas de 1840 y 1850, las grandes potencias internacionales comenzaron un tira y afloja en Palestina buscando aumentar la protección de las minorías religiosas de la zona, una disputa llevada a cabo principalmente por los representantes consulares presentes en Jerusalén.[47]​ Según el cónsul prusiano, la población en 1845 era de 16 410 habitantes, de los que 7120 eran judíos, 5000 musulmanes y 3390 cristianos, además de 800 soldados turcos y 100 europeos.[45]​ El número de peregrinos cristianos creció bajo el control otomano y la población de la ciudad se doblaba al llegar la Pascua.[48]

 La Puerta de Damasco hacia 1900.

En la década de 1860, nuevos barrios comenzaron a desarrollarse fuera de las murallas de la Ciudad Vieja para alojar a los peregrinos y para aliviar la importante superpoblación y las deficientes instalaciones sanitarias dentro de la ciudad. El Complejo Ruso y Mishkenot Sha'ananim fueron fundados en 1860;[49]​ este último fue erigido gracias a la donación del filántropo Moisés Montefiori, quien financió la construcción en la zona de siete molinos de viento —hoy en día quedan solo dos—, para incentivar a los pobladores a salir de las murallas y sumarse a los nuevos barrios. En los años y décadas siguientes se construyeron Mahane Israel (1868), Nahalat Shiv'a (1869), la Colonia Alemana (1872), Beit David (1873), Mea Shearim (1874), Shimon HaZadiq (1876), Beit Ya'aqov (1877), Abu Tor (década de 1880), la Colonia sueco-estadounidense (1882), Yemin Moshe (1891), y Mamilla y Wadi al-Joz en torno al final del siglo. En 1867, un misionario estadounidense anotó que la población aproximada de Jerusalén estaba "por encima" de los 15 000 habitantes, con entre 4000 y 5000 judíos y 6000 musulmanes. Cada año llegaban de 5000 a 6000 peregrinos cristianos rusos.[50]​ En 1874, Jerusalén se convirtió en el centro de un distrito administrativo especial llamado el Mutasarrifato de Jerusalén, independiente del Valiato de Siria y bajo la autoridad directa de Estambul.[51]

Mandato británico de Palestina

En 1917 los ejércitos británicos desplegados en Egipto, liderados por el general Edmund Allenby, avanzaron por la costa oriental del mar Mediterráneo y capturaron la ciudad tras vencer la fuerte resistencia otomana durante la campaña del Sinaí y Palestina en el marco de la Primera Guerra Mundial.[52]

Finalizada dicha contienda, con la derrota del Imperio Otomano, la Sociedad de Naciones otorgó los territorios de Palestina, Transjordania e Irak al Reino Unido en calidad de mandato. Las autoridades británicas se enfrentaron con una serie de problemas derivados de la reciente presencia otomana en la ciudad. El 27 de enero de 1914, el ayuntamiento de Jerusalén y un empresario griego llamado Euripides Mavromatis firmaron una serie de acuerdos para el suministro de agua y electricidad y la construcción de una red de tranvías, todo ello mediante concesiones realizadas por las autoridades otomanas. Cuando los británicos tomaron el control, estas obras aún no habían comenzado y las autoridades británicas se negaron a reconocer la validez del acuerdo. Mavromatis reclamó que la Concesión de Auja, firmada por los británicos con Rutenberg en 1921, coincidía con la suya y, por lo tanto, se le había privado de sus derechos legales. La concesión de Mavromatis siguió adelante pese a los numerosos intentos de las autoridades británicas de abolirla, y cubrió tanto a Jerusalén como a localidades cercanas (por ejemplo, Belén) en un radio de 20 kilómetros alrededor de la Iglesia del Santo Sepulcro.[53]

Los británicos no pudieron calmar las crecientes hostilidades entre la población civil judía y árabe. Los grupos paramilitares judíos se opusieron al régimen británico, puesto que reclamaban un Estado judío independiente y la libre entrada de refugiados judíos de Europa, perseguidos por la Alemania nazi. Por su parte, la población árabe protestaba tanto contra la presencia de las tropas británicas, a las que consideraban una potencia colonial, como contra la creciente llegada de inmigrantes judíos, algo que en ocasiones derivaba en protestas violentas (como, por ejemplo, el pogromo de Jerusalén de 1920) o incluso en levantamientos armados, siendo el más representativo de estos la revuelta árabe de Palestina que tuvo lugar entre 1936 y 1939.

La población de Jerusalén se disparó en el periodo comprendido entre 1922 y 1948, pasando de tener alrededor de 52 000 habitantes a un total de 165 000, de los que aproximadamente dos tercios eran judíos y un tercio eran árabes (tanto musulmanes como cristianos).[54]​ Bajo el gobierno británico, se construyeron nuevos suburbios verdes al norte y oeste de la ciudad,[55][56]​ y se fundó en 1925 la Universidad Hebrea de Jerusalén en el Monte Scopus,[57]​ con la clase inaugural dictada en alemán por Albert Einstein.[cita requerida]

La tensión entre británicos y judíos aumentó tras el final de la Segunda Guerra Mundial, al terminar la colaboración entre judíos y británicos en la lucha contra los nazis, y al agravarse las restricciones británicas a la inmigración judía, fijadas en el "Libro Blanco". El 22 de julio de 1946 el Irgún, liderado por Menájem Beguín, atentó contra el ala sur del Hotel Rey David, donde se encontraba la base del Secretariado Británico, sede del mando militar y la División de Investigación Criminal (sección especial de la policía). El atentado se saldó con 91 muertos, 17 de ellos judíos, en uno de los mayores atentados ocurridos durante el Mandato británico de Palestina.

División y reunificación  Artillería jordana asolando la ciudad de Jerusalén, entre enero y mayo de 1948.

El territorio del Mandato británico de Palestina fue sometido a una partición aprobada por la Asamblea General de la ONU el 29 de noviembre de 1947, en la que se establecían dos Estados, uno árabe y otro judío, quedando la ciudad de Jerusalén internacionalizada. La resolución establecía: «La ciudad de Jerusalén se establecerá como un corpus separatum bajo un régimen internacional especial y será administrada por las Naciones Unidas».[58]​ Precisaba que la ciudad de Jerusalén incluiría la municipalidad de Jerusalén y las ciudades y pueblos de su periferia, siendo el más oriental Abu Dis, el más meridional Belén, el más occidental Ein Karim (incluyendo el área urbanizada de Motsa) y el más septentrional Shufat.[58]​ Estaba previsto que el régimen internacional de la ciudad de Jerusalén durase diez años, transcurridos los cuales se celebraría un referéndum entre sus habitantes que decidiría el futuro estatus de la ciudad.[59]​ La propuesta fue aprobada por las autoridades judías pero rechazada tanto por la población árabe de Palestina como por los líderes de los países árabes circundantes, dando inicio al día siguiente a una guerra civil.

Desde mediados de enero de 1948, los cerca de 100 000 habitantes judíos de Jerusalén (tanto de la parte oeste como de la este) fueron sometidos a un intenso asedio por parte de las tropas árabes.[60][61]​ En medio de los enfrentamientos, la administración británica abandonó Palestina el 15 de mayo de 1948, fecha en que expiraba el mandato británico y un día después de que David Ben Gurión leyese la Declaración de independencia de Israel en el Museo de Tel Aviv. Al día siguiente los países árabes vecinos iniciaron la invasión del Estado de Israel, dando inicio así a la Guerra de independencia de Israel o Guerra árabe-israelí de 1948.

 Hotel Semiramis tras el ataque de la Haganá en enero de 1948.

En contravención de la resolución de la ONU, que mantenía a la ciudad fuera de los nacientes estados judío y árabe, Israel tomó el control de una parte de la ciudad que pasaría a conocerse como Jerusalén Oeste, así como gran parte del territorio que había sido asignado al estado árabe; por su parte, Jordania tomó el control de lo que se conocería como Jerusalén Oriental, así como de Cisjordania, la mayor parte de la cual también había de formar parte del estado árabe. La guerra provocó el desplazamiento de los habitantes árabes y judíos de la ciudad. Los 2000 habitantes del Barrio Judío de la Ciudad Vieja fueron expulsados en masa cuando la Legión Árabe la ocupó el 28 de mayo de 1948. El comandante jordano que lideró la operación informó a sus superiores: "Por primera vez en 1000 años no queda un solo judío en el barrio judío. Ni un solo edificio se mantiene intacto. Esto hace que el retorno de los judíos aquí sea imposible".[62]​ Dos días después, la Sinagoga Hurva, construida originalmente en 1701, fue volada por la Legión Árabe de Jordania.[62]​ Por su parte, los habitantes árabes de Katamon, Talbiya y de la Colonia Alemana fueron expulsados de sus hogares. Para cuando la contienda terminó, Israel tenía el control sobre 12 de los 15 barrios residenciales árabes de Jerusalén. Un mínimo aproximado de 30 000 jerosolimitanos se convirtieron en refugiados.[63][64]

El esfuerzo militar que permitió mantener abierto el camino entre Tel Aviv y Jerusalén, para evitar que los barrios judíos de la ciudad cayeran en manos jordanas, llevó varios meses de intensas luchas, y fue uno de los que más vidas les costó a Israel en toda su historia. La partición prevista por la ONU nunca se llevó a cabo a efectos reales, debido a la guerra civil y a la posterior guerra árabe-israelí durante la cual Jerusalén fue ocupada por las tropas de Jordania e Israel, haciéndose los primeros con la ciudad vieja y los últimos con los barrios modernos.[65]​ El conflicto dejó la ciudad dividida en dos, hasta su reunificación tras la Guerra de los Seis Días.

En noviembre de 1948 se estableció una tierra de nadie entre las posiciones militares de ambos ejércitos. Moshe Dayan, comandante de las fuerzas israelíes en Jerusalén, se reunió con su homólogo jordano Abdullah el-Tell en una casa desierta del barrio jerosolimitano de Musrara y trazaron en un mapa las posiciones de ambos: la posición israelí con una línea roja y la jordana con una línea verde. El armisticio árabe-israelí de 1949 se estableció sobre la base de la línea de demarcación, llamada Línea Verde, fijada por el avance militar de ambas partes. Dejaba la parte oeste del lado israelí, mientras que la parte este quedaba en manos de Jordania, incluyendo la Ciudad Vieja, pero con excepción de un enclave israelí en el Monte Scopus, donde se encontraba la Universidad Hebrea y el Hospital Hadassah, instituciones que suspendieron sus actividades en esa zona hasta después de la Guerra de los Seis Días. Se erigieron barreras de alambre de espino y de cemento por el centro de la ciudad, pasando cerca de la Puerta de Jaffa (en la zona oeste de la Ciudad Vieja amurallada), y se estableció un paso fronterizo en la Puerta Mandelbaum, algo más al norte. Hubo frecuentes escaramuzas que amenazaron el alto el fuego sin llegar nunca a romperlo. Entre los acuerdos que constituyen el armisticio, la resolución 303 de la Asamblea General de la ONU de 9 de diciembre de 1949 reafirmaba el estatuto internacional de Jerusalén tal como lo definía la resolución 181 de 1947,[66]​ estatus que sigue estando vigente para la ONU en la actualidad.[67]

 Un legionario árabe sobre las ruinas de la Sinagoga Hurva, destruida a principios de junio de 1948.

Tras el establecimiento del Estado de Israel, Jerusalén fue declarada oficialmente como su capital.[68]​ Jordania se anexionó formalmente Jerusalén Este en 1950, sometiéndola a la ley jordana, y en 1953 la declaró "segunda capital" de Jordania.[69][70]​ La capitalidad israelí de Jerusalén no fue reconocida por ningún país del mundo, y la anexión jordana solo fue reconocida por el Reino Unido y Pakistán sobre la base de la situación de facto,[71]​ aunque algunos académicos dudan de que este último reconocimiento tuviera lugar.[72]​ Tras obtener el control de la Ciudad Vieja de Jerusalén, la administración jordana mantuvo y renovó los lugares sagrados musulmanes pero, en contra de los acuerdos de armisticio, negó a los judíos el acceso a sus santos lugares, muchos de los cuales fueron destruidos o profanados. En cuanto a los lugares sagrados cristianos, Jordania permitió un acceso muy limitado a los fieles;[73]​ estas restricciones llevaron a una parte de la población cristiana a abandonar la ciudad. Durante la administración árabe de diecinueve años, un tercio de los edificios del barrio judío fueron destruidos por los jordanos. Todas menos una de las cincuenta y tres casas de culto judío que existían en la Ciudad Vieja fueron destruidas. Las sinagogas fueron destruidas o saqueadas y despojados sus interiores para ser utilizados como gallineros o establos.[74]

En 1948, antes de la creación del Estado de Israel, la Ciudad Nueva tenía una extensión de 19,3 km², frente a 0,8 km² de la Ciudad Vieja. La propiedad árabe en ella era del 40 %, la judía del 26,12 % y las comunidades cristianas del 12,86 %. Las propiedades del gobierno y la municipalidad eran del 2,9 %, mientras que el resto (17,12 %) correspondía a calles, carreteras y vías férreas. Como resultado del armisticio que siguió a la guerra de 1948, el 84 % de la ciudad moderna pasó a ser parte del estado de Israel. En esos poco más de 16 km², la propiedad árabe era del 33,69 % frente al 30 % de propiedad judía.[cita requerida]

En el primer día de la Guerra de los Seis Días, el ejército jordano atacó Jerusalén Oeste con tiros de mortero. La respuesta de Israel fue inmediata, y en solo 48 horas, su ejército aplastó a las falanges árabes, conquistando la parte este de la ciudad y sus alrededores. El 7 de junio, penetraba en la Ciudad Vieja.

Planificación y reconstrucción

Nada más terminar la guerra, el Estado israelí redefinió los límites de Jerusalén, anexionando los 6,5 km² de la Ciudad Vieja y 64,5 km² de terrenos que pertenecían a 28 pueblos de los términos municipales de Belén y Ramala, en Cisjordania.[75]

Del 10 de junio al 12 de junio de 1967, el Barrio marroquí de la Ciudad Vieja fue destruido para crear una explanada al pie del Muro de las Lamentaciones a fin de acoger a los numerosos peregrinos judíos que se esperaban.[76]​ La superficie que ocupaba fue anexada al Barrio Judío, iniciándose así la nueva planificación del barrio.[77]​ El alcalde de Jerusalén Oeste, Teddy Kollek, dio tres horas de plazo a los habitantes (unas 650 personas, 100 familias)[76]​ para que se llevaran sus pertenencias y desalojaran sus casas antes de que fueran demolidas.[78]​ El 29 de junio, el alcalde de Jerusalén Este, Ruhi al-Khatib, fue destituido.[78]​ En abril de 1968, nueve meses más tarde, el ministerio israelí del Tesoro ofreció una indemnización de 200 dinares a las familias desplazadas, que fue rechazada por parte de ellos.[76]

En los años que siguieron la guerra de 1967, unos 6000 árabes musulmanes y cristianos fueron desahuciados del Barrio Judío, a fin de proceder a la reconstrucción del área. La residencia en este barrio fue prohibida a los no judíos.[76]

A partir de 1967, el área metropolitana de Jerusalén se extendió considerablemente, particularmente en el noreste y sureste de la ciudad.[79]​ 35 % de las tierras anexionadas de Jerusalén Este fueron oficialmente confiscadas para la construcción de asentamientos o colonias judías,[75]​ tierras que son consideradas como tierras fiscales por el gobierno de Israel. En el mismo tiempo, 13 % de estas tierras fueron concedidas a los habitantes palestinos.[75]​ Hasta 2011 se construyeron 15 nuevas ciudades judías en el área metropolitana de Jerusalén Este, dotadas de las necesarias infraestructuras y conectadas con el centro y el oeste de Jerusalén por carreteras reservadas a los colonos, o por el nuevo tranvía de Jerusalén, inaugurado en 2011.[75]

En el año 2000, en los segundos encuentros de Camp David, Yaser Arafat rechazó una propuesta de paz del primer ministro Ehud Barak donde se incluía que los barrios árabes de Jerusalén Este se convertirían en la capital del nuevo Estado.[80][81]​ El lugar propuesto era Abu Dis, un suburbio de Jerusalén Este al que se habría renombrado Al-Quds, nombre árabe de Jerusalén.[82]​ Los palestinos tendrían bajo su soberanía el barrio musulmán y el barrio cristiano y mantendrían el control parcial de sus lugares sagrados. A cambio, el Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas habría quedado bajo soberanía israelí, con su custodia religiosa confiada a los palestinos, y los palestinos tendrían que haber cedido 9 % de Cisjordania a Israel.[83]

En Jerusalén Este se encuentra la Ciudad Vieja, con los principales lugares religiosos del cristianismo y el judaísmo —la Iglesia del Santo Sepulcro de los cristianos y el Muro de los Lamentos, único resto del Segundo Templo de Jerusalén de los judíos—, y el Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas, lugar también sagrado para los musulmanes,[84]​ situada tras el muro en el lugar donde antes se alzara el Templo de Salomón, con la Cúpula de la Roca como uno de los lugares destacados de la religión islámica, por ser considerado el lugar desde el cual Mahoma ascendió al cielo.[85]

La Ciudad Vieja está dividida en cuatro barrios, de mayor a menor, el Barrio Musulmán, el Barrio Judío, el Barrio Cristiano y el Barrio Armenio.

La ciudad alberga a casi medio millón de habitantes judíos, de los cuales 180 000 son colonos en los asentamientos de Jerusalén Este. [cita requerida][86][87]​ Los habitantes árabes de la ciudad suman 300 000, la gran mayoría de los cuales se negaron en el momento de la anexión israelí de su territorio a aceptar la ciudadanía israelí a cambio de jurar lealtad al estado judío,[cita requerida][88]​ lo que indica el rechazo mayoritario a aceptar la soberanía israelí en la ciudad. Hoy día viven con el estatus de residentes permanentes lo que no les garantiza los mismos derechos que si poseyeran la ciudadanía israelí.[cita requerida][88][89]

El estatus de Jerusalén sigue siendo uno de los puntos clave del conflicto palestino-israelí.

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