Filandia es un municipio colombiano perteneciente al departamento del Quindío.[1]​ Originalmente, el territorio en que se encuentra ubicado el municipio estuvo habitado por indígenas quimbayas. Las tierras de Filandia hacia el año 1540 fueron denominadas por los colonos españoles como «provincia quimbaya». La población de Filandia fue fundada el 20 de agosto de 1878, por parte de colonos antioqueños, con anterioridad, algunos llamaban al lugar como caserío o corregimiento de Cartago o de Nudilleros. En 1892 obtuvo la categoría de municipio.

El territorio que hoy constituye el Municipio de Filandia estuvo habitado antes de su fundación por una parte de la tribu indígena Quimbaya. No fueron beligerantes ni agresivos, porque los quimbayas poseían el buen sentido de la organización y el trabajo, pero conservaron el instinto de la guerra y se prepararon para ella con lanzas y dardos envenenados; amparados por la forma natural de terrenos abruptos y selváticos defendieron con dignidad a sus mujeres, su familia y sus cultivos y prefirieron sepultarse con sus riquezas y tesoros a entregarse al usurpador europeo. Filandia hacia parte de la “provincia Quimbaya”, denominada así por los conquistadores españoles que llegaron en búsqueda de oro en el periodo de la colonia en 1540.

Los quimbayas

Aspecto físico: usaban taparrabos, se pintaban la piel con achiote y venados, pinturas negras y azules que extraían de algunas plantas. Se adornaban con pulseras, collares, zarcillos, pectorales y penachos de plumas. Ocupaciones: la base esencial de la economía era el cultivo del maíz y la yuca, complementando la dieta alimenticia con pescado, miel de abejas, frutas como aguacate, guayaba, guamas, chontaduros, caimito, etc. Elaboraban chica de maíz, cazaban venados, dantas, borugos, armadillos. Conocieron la utilidad de la sal y la obtenían evaporando las aguas de algunas fuentes saladas ubicadas en el territorio. Comercio: intercambiaban sal, mantas y objetos orfebres por otros productos escasos de la región. Orfebrería: se hicieron famosos por su forma de trabajar el oro. Hacían estatuillas de gran belleza, brazaletes, pectorales, alfileres, pulseras, narigueras, poporos, etc. Trabajaban el oro y la “Tumbaga” (aleación del oro y el cobre) como lo demuestra el conjunto de piezas de orfebrería que se conoce con el nombre de “TESORO QUIMBAYA” descubierto en 1890 en el paraje de la vereda la soledad en la vía que de Filandia conduce a Quimbaya. Estaba compuesto por 122 piezas de oro que formaban el ajuar funerario de seis aborígenes de gran importancia dentro del pueblo Quimbaya y que hoy se encuentran el Museo Arqueológico de Madrid. Cerámica: sobresalieron también en la elaboración de objetos en barro como ídolos ceremoniales, copas, cuentos, incensarios, ánforas, rodillos, etc. La vivienda: sus casas eran pequeñas, con el techo formado por hojas de caña. Estaban ubicadas en lo alto de las lomas y cerca de ellas las sementeras, formadas por surcos verticales que descendían en el sentido de la pendiente. Sobre los ríos tenían puentes construidos con guaduas atadas fuertemente con bejucos. En los territorios de la actual Filandia, construyeron sus viviendas sobre la cúspide de las colinas, del característico relieve ondulado del piedemonte cordillerano Armas: utilizaban arcos, flechas, macanas, trampas o fosas donde caían fácilmente los enemigos.

Los primeros colonizadores

Don Felipe Meléndez funda la nueva ciudad de Filandia, aunque no es él precisamente el primero que pisa esta comarca porque ya Bolívar había descansado con sus tropas el 5 de enero de 1830 de paso para Boquia, Mariquita y Bogotá, y queda el camino expedito para el intercambio de comercio y viajeros entre los estados del Cauca, Antioquia y Tolima, además estas tierras ya habían sido recorridas y exploradas por los guaqueros. Procedentes de la tierra paisa, justamente el 20 de agosto de 1878, unos a pie, otros a caballo y los demás con mulas cargadas de herramientas, cobijas, esteras de hiraca, mujeres y niños llevados en angarillas, provisiones y animales domésticos, entran por la que hoy se llama «Calle del empedrado» del barrio el Recreo, don Felipe Meléndez, hombre de gran cultura y empresa acompañado de los valientes descuajadores de montañas, labriegos e industriales señores José León, Carlos Franco, Eliseo Buitrago y tantos otros, observan el sitio ideal para levantar la gran ciudad cuyos cimientos se hunden en el contrafuerte occidental del macizo colombiano frente a la gigantesca cordillera, cubierta en parte por las nieves perpetuas, de picachos empinados y clima fresco, con aire purificado por la espesa selva, e inspirado en la belleza del paisaje, sonríe con ademán pletórico y sin vacilar un instante la bautiza con el nombre de Filandia.[1]

Centro Local de Historia de Filandia
Fotografías por:
Hdhdhdybooty - CC BY-SA 4.0
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Bernard Gagnon - CC BY-SA 4.0
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