El Carnaval de Oruro es una festividad religiosa, folclórica y cultural de intangibilidad en la ciudad de Oruro, así como la máxima representación de los carnavales en Bolivia con su danza principal la Diablada desde sus orígenes, que llegó a constituirse en un modelo de capaz de generar manifestaciones culturales parecidas en otros espacios geográficos. Declarado como “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad” (Unesco) el año 2001. A lo largo del carnaval participan más de 48 conjuntos folklóricos que son distribuidos en 18 especialidades de danzas que reúnen de distintas partes de Bolivia y que realizan su peregrinación hacia el Santuario del Socavón cada sábado de carnaval en la tradicional “Entrada”.[1]​ Esta celebración, por la gran popularidad que alcanzó en los últimos años y debido a su gran manifestación cultural y atracción turística, pasó a volverse un...Leer más

El Carnaval de Oruro es una festividad religiosa, folclórica y cultural de intangibilidad en la ciudad de Oruro, así como la máxima representación de los carnavales en Bolivia con su danza principal la Diablada desde sus orígenes, que llegó a constituirse en un modelo de capaz de generar manifestaciones culturales parecidas en otros espacios geográficos. Declarado como “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad” (Unesco) el año 2001. A lo largo del carnaval participan más de 48 conjuntos folklóricos que son distribuidos en 18 especialidades de danzas que reúnen de distintas partes de Bolivia y que realizan su peregrinación hacia el Santuario del Socavón cada sábado de carnaval en la tradicional “Entrada”.[1]​ Esta celebración, por la gran popularidad que alcanzó en los últimos años y debido a su gran manifestación cultural y atracción turística, pasó a volverse uno de los carnavales más importantes conjuntamente con el de Río de Janeiro en Brasil, el Carnaval de Barranquilla en Colombia y otros carnavales en el mundo.La historia de este Carnaval se remonta a la época precolombina, cuando el pueblo indígena Uru realizaba importantes ceremonias en Oruro, ciudad que fue refundada posteriormente por los españoles, pero siguió siendo un lugar sagrado para el pueblo indígena, quienes continuaron celebrando varias ceremonias en ese lugar. Alrededor de 400 000 personas visitan anualmente el carnaval, generando un movimiento económico de al menos 125 millones de bolivianos.[2]

Periodo prehispánico mapa de los lugares sagrados para los urus. Mapa de los lugares sagrados en Oruro, mostrando la ubicación de las representaciones de hormigas, lagartos, sapos y serpientes, animales considerados sagrados por los Urus.Diablada de Oruro. Wari, dios de los urus que sobrevivió a embates de aymaras, quechuas y españoles, es el "tío de la mina", último avatar del viejo Wari. Oruro, Bolivia

Se presenta la interculturalidad de los pueblos preincaicos, prehispánicos, cazadores, lacustres, agrícolas, ganaderos altiplánicos y otros de las tierras bajas.[1]​ Desde épocas remotas Jururu (Uru Uru), hoy Oruro fue un centro de peregrinación religiosa del mundo andino, hacia la sagrada serranía de los Urus, que contaba con deidades protectoras llamadas Wakas, apus y achachilas, estas deidades eran Jampatukollo (cerro Sapo), Argentillo Arankani (cerro lagarto), la víbora (Quwak), el cóndor y Wakallusta (Resbaladero de Ídolos) entre otros. Tras la conquista del Imperio Incaico, estos trataron de introducir su religión mediante la conversión de Wari a un semidiós malvado y a las wakas o Apus sagradas en plagas, petrificadas por la Ñusta Incaica. Así los urus debían adorar solo a pachacamaj representado por Inti.[cita requerida]

Los españoles a partir de la conquista y coloniaje durante el Virreinato del Perú, produjeron un singular sincretismo religioso de transculturización con Huari (Wari), sintetizado en el tío que quedó como el diablo universal y junto a la pachamama, la ñusta que se convirtió en la virgen del socavón.[2]

Periodo colonial

Se expresa a partir del encuentro durante el Virreinato del Perú, del mundo occidental (españoles) con las culturas nativas de la región. El hecho fue generando sus propios mecanismos sociales de salvaguarda que se iniciaron en 1789 durante el Virreinato del Perú cuando la iglesia católica entroniza oficialmente la imagen de la virgen candelaria que es venerada dentro la festividad del Carnaval, por eso la fecha movible.[3]​ Los mineros crean la comparsa de diablos que rendiría su homenaje a la virgen del socavón los sábados de carnaval, días que tenían libre del trabajo en la mina.[cita requerida] Por órdenes del Virrey del Perú, las celebraciones fueron prohibidas a lo largo del siglo XVII, aunque se mantuvieron y revivieron por parte de los pueblos originarios bajo los rituales católicos de la Fiesta de la Candelaria (o purificación de la Virgen). Los íconos cristianos reemplazaron así a las deidades nativas, con el cambio de los santos por los elementos menores de la cosmología inca. En 1818 el párroco de Oruro, Ladislao Montealegre, escribió la obra Narrativa de los siete pecados capitales, para la cual, según Harris y Fortún, se habría presentado elementos del Ball de diables catalán como ser la diablesa, que en la diablada es denominada China Supay y en donde el diablo lidera a los siete pecados capitales en batalla en contra de las virtudes opuestas y un ángel. Harris sugiere que Montealegre podría haber querido representar la amenaza de la Rebelión de Oruro y el contexto histórico con esta obra.[4]

Virgen del Socavón  Santuario de la Virgen del Socavón.

En 1559, solicitados por el encomendero de Paria Paria, Lorenzo de Aldana, los frailes Agustinos vinieron desde España al Virreinato del Perú y se dedicaron a la evangelización del Altiplano. Sus primeras llegadas son en Challacollo, Paria, Toledo y Capinota en este año. El encomendero de Paria, Lorenzo de Aldana, había creado un Mayorazgo o fundación benéfica a favor de la religión y de los indígenas encomendados a él, Aldana muere en el 1573, diez años antes que Francisco Tito Yupanqui tallara, en 1583, la Imagen de la Candelaria para el santuario de Copacabana durante el Virreinato de Perú, igualmente confiado a los Agustinos en 1588. Aldana había nacido en 1508 en Extremadura, en la ciudad de Cáceres, donde era grande la devoción a la Virgen de la Candelaria.

Los Agustinos traían una fuerte devoción mariana desde España al Virreinato de Perú, donde la fiesta de la Candelaria se había establecido ya en el siglo XI como una de las cuatro principales fiestas marianas. Saliendo de España, habían tocado como último puerto, antes de cruzar el océano, Tenerife, en las Islas Canarias, donde existía un Santuario dedicado a la Virgen de la Candelaria. De ahí la devoción a la Candelaria “se había popularizado especialmente entre los marineros que la tomaron como abogada y la izaron al lado de los timones en las procelosas travesías hacia el Virreinato de Perú en América.

Independencia y la transición al carnaval

En Oruro existe el santuario en honor a la Virgen del Socavón, pero esta fecha se desplazó a las fechas del carnaval en esta ciudad; esta transición fue producto de la guerra de la independencia boliviana.[4]

Diablada de Oruro. Santuario del Socavón en Oruro, Bolivia

Existe una leyenda que cuenta que durante el sábado de carnaval del año 1789 un bandido llamado Anselmo Bellarmino conocido como el Nina-Nina o Chiru-Chiru fue mortalmente herido en una pelea callejera y antes de morir él fue confrontado por la Virgen de la Candelaria.[5]​ Algunas versiones dicen que él solía adorar a una imagen de tamaño natural de la Virgen pintada en una pared de una casa abandonada, otros dicen que esta pintura apareció milagrosamente en la casa del bandido tras su muerte, también se dice que el cura Carlos Borromeo Mantilla escuchó la confesión de Anselmo Belardino quien confesó haber raptado a Lorenza Chuquiamo, en la confesión declaró haber sido socorrido por una joven que prendía dos cirios en la cima de cerro Pie de Gallo.[6]​ Esta leyenda concluye con el relato de una tropa de diablos danzando en honor a la Virgen durante el carnaval del año siguiente. El santuario presente en Oruro fue completado para el año 1891.[4]

Sin embargo, de acuerdo al doctor en estudios religiosos y director ejecutivo del Consejo de Humanidades de Wisconsin en la Universidad de Wisconsin-Madison, Max Harris, esta leyenda estaría relacionada con una realidad histórica. Durante el virreinato rebelión de Túpac Amaru II, Oruro experimentó una breve pero sangrienta revolución. Durante la noche del sábado 10 de febrero de 1781, la mayoría criolla atacó a la minoría gobernante conformada por chapetones o descendientes directos de españoles nacidos en el cono sur. Con la llegada del ejército indígena, los criollos formaron una alianza.[4]

El 15 de febrero, un mensajero llegó desde el Cuzco a Oruro con órdenes de Túpac Amaru II. Él había instruido a su ejército respetar a las iglesias y al clérigo, no hacer daño a los criollos, y sólo procesar a los chapetones. Aseguró también la victoria al entrar a La Paz "por carnestolendas", la ocupación indígena de Oruro se había comenzado a retirar dejando miles de muertos. Pero durante marzo y abril ellos lanzaron más ataques a la ciudad pero esta vez en contra de los criollos y los españoles restantes quienes unificaron fuerzas para repelerlos.[4]

 Niño bailando en una de las procesiones del Carnaval.

Harris observa que el carnaval del año 1781, cayó el 24 de febrero, colocando la ocupación de Oruro exactamente entre la fiesta de la Candelaria y carnaval, tornando esta situación en palabras de Harris "carnavalesca". Procesiones religiosas compartieron su espacio con desfiles seculares, europeos y criollos se disfrazaban como indígenas, casos como la de un español disfrazado de mujer en un vano intento de salvar su vida y miles de hombres armados en las calles de la ciudad colonial. Para el 19 de febrero la gente en la ciudad a pesar del conflicto continuó celebrando y durante carnaval, los mercados de la ciudad estaban llenos de ladrones vendiendo el oro y la plata saqueados nuevamente a sus dueños o a los cholos y mestizos. Para el año 1784 era ya costumbre regocijar, bailar, jugar y formar comparsas para el carnaval de Oruro.[4]

Harris considera que es con este trasfondo que la leyenda de la Virgen del Socavón de 1789 apareció favoreciendo a la rebelión ya que los indígenas veneraban a la Virgen de la Candelaria, mientras que los chapetones solían venerar a la Virgen del Rosario. Según las creencias de los revolucionarios, la Virgen del Socavón habría tolerado a las deidades indígenas o "demonios" y, según Harris, si la leyenda es correcta, para 1790 los mineros de Oruro habrían movido la celebración de la Candelaria para carnaval y habrían añadido a los dioses indígenas, enmascarados como diablos cristianos, a las festividades.[4]

Una generación después, en 1825, Bolivia alcanzó su independencia del Imperio Español y su separación de los Virreinatos de la Plata y del Perú, el Carnaval de Oruro adoptó un nuevo significado para los residentes de Oruro. Dos de las comparsas de diablada y la calle desde la cual el desfile comienza recibieron sus nombres en honor a Sebastián Pagador, uno de los héroes criollos de la revuelta. La plaza principal que está en la ruta del carnaval hacia el santuario de la Virgen del Socavón se denomina Plaza 10 de febrero recordando la fecha de la rebelión.[4]

Periodo post colonial o republicano  Máscara de la danza de los morenos o morenada de 1875, Museo Antropológico Eduardo López Rivas en Oruro, Bolivia.

El Periodo más complejo donde surge la tolerancia entre la fe, las religiones y la creatividad.[7]​ La conducta social y popular de la época impone una mentalidad de conservadurismo segregador e inquisidor desde la colonia, por esa razón los cholos y criollos organizados en cofradías participan de forma clandestina y protegidos en el anonimato por la máscara, haciendo así su presencia en este espacio y tiempo sagrado de los indios uniendo los rituales del hombre andino con los católico.[8]​ Las danzas son discriminadas por la clase pudiente de la sociedad denominándolas “danzas de la Indiada”, porque solamente los indígena o campesinos las danzaban. Danzas que nacen como sátira hacia los españoles y sus esclavos negros, que habitaron durante el Virreinato del Perú esta región y fueron partícipes de la Rebelión de Oruro de 1781 donde existían compañías de españoles, mestizos, criollos y negros. Tras la confrontación bélica de Bolivia y Paraguay se genera un encuentro del hombre del campo con el de la ciudad, del hombre del oriente, con los del valle y los del altiplano que se confunden en una sola trinchera y conocen más allá de la suya la realidad nacional, este hecho histórico marco a estas clases y tomaron una conciencia nacionalista, las comparsas de diablos, comparsas de morenos y otros, partícipes del carnaval de Oruro, empiezan a sufrir un cambio en su denominación, las “Danzas de la Indiada” se llamarían: Diablada, Morenada, llamerada, etc. Esas danzas de la Indiada Orureña serían aceptadas por la mayoría de la sociedad, la convivencia en la Guerra del Chaco hizo que las ciudades tomaran estas manifestaciones culturales como propias, y empezara crear agrupaciones nuevas de comparsas mostrando voluntad organizativa, creadora, aportando con su intelecto para rendir su devoción a la Virgen del Socavón en el Carnaval de Oruro.

Documentos Asociación de Conjuntos folklóricos de Oruro enviados a la UNESCO, Pag. 9 Archivado el 4 de noviembre de 2009 en Wayback Machine. Documentos Asociación de Conjuntos folklóricos de Oruro enviados a la UNESCO, Pag. 21 Archivado el 4 de noviembre de 2009 en Wayback Machine. Documentos Asociación de Conjuntos folklóricos enviados a la UNESCO, pag. 19 Archivado el 4 de noviembre de 2009 en Wayback Machine. a b c d e f g h Harris 2003, pp. 205–211. Beltrán Heredia 2004, pp. 76–79. «Nina-nina» (en inglés). OruroOnline.com. Archivado desde el original el 9 de mayo de 2010. Consultado el 14 de abril de 2010.  Documentos Asociación de Conjuntos folklóricos enviados a la UNESCO, pag. 9 Archivado el 4 de noviembre de 2009 en Wayback Machine. Documentos Asociación de Conjuntos folklóricos enviados a la UNESCO, Pag. 20 Archivado el 4 de noviembre de 2009 en Wayback Machine.
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