Deutschland

Alemania
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Contexto sobre Alemania

Alemania (en alemán: Deutschland, pronunciado /ˈdɔʏtʃlant/ ( escuchar)), oficialmente República Federal de Alemania (en alemán: Bundesrepublik Deutschland pronunciado /ˈbʊndəsʁepuˌbliːk ˈdɔʏtʃlant/ ( escuchar)), es uno de los veintisiete Estados soberanos que forman la Unión Europea. Constituido en Estado social y democrático de derecho, su forma de gobierno es la república parlamentaria y federal. Su capital es Berlín. Está formado por dieciséis estados federados (Bundesländer) y limita al norte con el mar del Norte, Dinamarca, Suecia (frontera marítima) y el mar Báltico; al este con Polonia y la República Checa; al sur con Austria y Suiza; y al oeste con Francia, Luxemburgo, Bélgica y los Países Bajos. La ciudad de Büsingen am...Leer más

Alemania (en alemán: Deutschland, pronunciado /ˈdɔʏtʃlant/ ( escuchar)), oficialmente República Federal de Alemania (en alemán: Bundesrepublik Deutschland pronunciado /ˈbʊndəsʁepuˌbliːk ˈdɔʏtʃlant/ ( escuchar)), es uno de los veintisiete Estados soberanos que forman la Unión Europea. Constituido en Estado social y democrático de derecho, su forma de gobierno es la república parlamentaria y federal. Su capital es Berlín. Está formado por dieciséis estados federados (Bundesländer) y limita al norte con el mar del Norte, Dinamarca, Suecia (frontera marítima) y el mar Báltico; al este con Polonia y la República Checa; al sur con Austria y Suiza; y al oeste con Francia, Luxemburgo, Bélgica y los Países Bajos. La ciudad de Büsingen am Hochrhein, enclavada en Suiza, también forma parte de Alemania. El territorio de Alemania abarca 357 376 km² de extensión[12]​ y posee un clima templado. Con más de 84 millones de habitantes,[14]​ es el país más poblado entre los Estados miembros de la Unión Europea, y es el hogar del tercer mayor grupo de emigrantes internacionales. En 2014, Alemania fue el segundo destino de las migraciones más popular en el mundo, después de Estados Unidos.[19]

Las palabras alemán y Alemania son latinizaciones del antiguo germánico allmanis (compuesto de all ‘todos’ y man ‘hombre’, es decir, ‘todos los hombres’); el historiador romano Amiano Marcelino fue el primero en hablar de Alamannia en el siglo IV para aludir a una confederación de tribus germánicas.[cita requerida] Pero estas denominaciones eran utilizadas también en la antigüedad por los romanos para denominar a la tribu de los alamanes (no es lo mismo que alemanes), el pueblo germánico más cercano al territorio del Imperio romano. De ahí fue usada para nombrar al país entero. Además de alemán, está también extendido el uso del gentilicio germano, derivado del nombre con que los romanos se referían a las tribus ni romanas ni celtas de la zona central de Europa, cuyo territorio llamaban Germania. Desde el año 962, los territorios alemanes formaron una parte central del Sacro Imperio Romano Germánico, que duró hasta 1806. Durante el siglo XVI, las regiones del norte del país se convirtieron en el centro de la Reforma protestante.

Como un moderno Estado nación, el país fue unificado en tiempos de la guerra franco-prusiana de 1871. Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando la Alemania nazi fue derrotada por los aliados, Alemania fue dividida en dos Estados separados a lo largo de las líneas de ocupación aliada en 1949; los Estados resultantes fueron la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana, que se reunificaron en 1990. Fue miembro fundador de la Comunidad Europea (1957), que se convirtió en la Unión Europea en 1993. Es parte del espacio Schengen y adoptó la moneda común europea, el euro, en 1999 (movimiento de pagos sin efectivo) y 2002 (pagos en efectivo).

Alemania es miembro de la Organización de las Naciones Unidas, la OTAN, el G-7, las naciones G4, y firmó el Protocolo de Kioto. Es la cuarta mayor economía mundial en cuanto al PIB nominal y la primera de Europa, siendo además la principal potencia industrial del continente.[20]​ También es el tercer mayor exportador de mercancías del mundo[21]​ y, en términos absolutos, asigna el tercer mayor presupuesto anual de la ayuda al desarrollo en el mundo,[22]​ mientras que sus gastos militares ocuparon el séptimo lugar mundial en 2020.[23]​ El país ha desarrollado un alto nivel de vida y establecido un sistema completo de seguridad social. Tiene una posición clave en los asuntos europeos y mantiene una estrecha relación con varias asociaciones a nivel mundial.[cita requerida] Es reconocida como uno de los líderes en los sectores científico y tecnológico.[24][25]

Mas sobre Alemania

Información básica
  • Divisa Euro
  • Nombre nativo Deutschland
  • código de llamada +49
  • dominio de Internet .de
  • Speed limit 0
  • Mains voltage 230V/50Hz
  • Democracy index 8.68
Population, Area & Driving side
  • Población 83149300
  • Área 357587
  • Lado de conducción right
Historial
  • En sentido estricto, Alemania no ha existido como Estado hasta 1871. Así, en esta sección se incluye también la historia previa: lo que sucedió en los territorios que luego formaron parte del Estado alemán.

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    En sentido estricto, Alemania no ha existido como Estado hasta 1871. Así, en esta sección se incluye también la historia previa: lo que sucedió en los territorios que luego formaron parte del Estado alemán.

    Prehistoria y antigüedad
     
    Expansión de las tribus germánicas entre 750 a. C. y el año 1 d. C.
     
    El disco celeste de Nebra tiene cerca de 3600 años de antigüedad.

    Se cree que la etnogénesis de las tribus germánicas se produjo durante la Edad de Bronce nórdica o, como muy tarde, durante la Edad de Hierro prerromana. Desde el sur de Escandinavia y el norte de Alemania, las tribus comenzaron su expansión al sur, este y oeste en el siglo I a. C., entrando en contacto con las tribus celtas de la Galia, así como Irán, el Báltico y las tribus eslavas del este de Europa. Poco se conoce sobre la historia temprana de los pueblos germánicos, excepto lo que se sabe a través de sus interacciones con el Imperio romano y los registros de hallazgos arqueológicos.[1]

     
    Las migraciones del siglo V en Europa.

    Durante el gobierno del emperador Augusto, los pueblos germánicos se familiarizaron con las tácticas de guerra romanas, manteniendo al mismo tiempo su identidad tribal. En el año 9 d. C., tres legiones romanas dirigidas por Varo fueron aniquiladas por los queruscos y su jefe Arminio en la batalla del bosque de Teutoburgo. Por lo tanto, la Alemania moderna, por lo que respecta al Rin y el Danubio, se mantuvo fuera del Imperio romano. En la época de Tácito, tribus germánicas se establecieron a lo largo del Rin y el Danubio, ocupando la mayor parte de la zona moderna de Alemania.

    En el siglo III ocurrió el surgimiento de un gran número de tribus germánicas del oeste: alamanes, catos, francos, frisones, sajones y turingios. En ese momento estos pueblos emprendieron el período de las grandes migraciones (o invasiones bárbaras, desde el punto de vista del Imperio romano) que se extendió por varios siglos.[2]​ Los francos establecieron el reino franco, el cual conquistó varios territorios occidentales de la actual Alemania. El dominio franco se consolidó durante el reinado de Carlomagno (que duró desde 768 a 814), cuyo Imperio carolingio absorbió Sajonia, Baviera y Bohemia.[3]

    Sacro Imperio Romano Germánico (962-1806)
     
    Martín Lutero (1483-1546) inició la Reforma protestante.

    En el 843, el Imperio carolingio fue dividido entre los nietos de Carlomagno. La Francia Orientalis —que comprendía a la actual Alemania— continuó siendo gobernada por los francos hasta el 919,[cita requerida] año en el que fue coronado Enrique I de Sajonia.[4]​ El nuevo Reino germano, convertido en el Sacro Imperio Romano Germánico en el 962, continuó existiendo en diferentes formas hasta 1806. En su máxima extensión territorial, abarcó toda Europa central, extendiéndose desde el río Eider en el norte hasta la costa mediterránea en el sur.

    Bajo el reinado de la dinastía sajona (919-1024), los ducados de Lorena, Sajonia, Franconia, Suabia, Turingia y Baviera se consolidaron. Tras la coronación de Otón I como emperador en febrero de 962,[5]​ su nuevo imperio abarcó estas regiones más el Reino de Italia.[6]​ Bajo el reinado de la dinastía salia (1024-1125), el Sacro Imperio consolidó su poder sobre el norte de Italia y Borgoña, aunque los emperadores perdieron su influencia en dichos territorios como resultado de la querella de las investiduras, conflicto que enfrentó al Sacro Emperador contra el papa. Bajo los emperadores Hohenstaufen (1138-1254), los príncipes alemanes aumentaron su influencia hacia el sur y el este, en los territorios habitados por los eslavos. En el norte alemán surgieron ciudades prósperas como las de la Liga Hanseática.

     
    Mapa del Sacro Imperio Romano en 1648, después de la Paz de Westfalia, que puso fin a la guerra de los Treinta Años.

    El edicto de la Bula de Oro de 1356 fue la constitución básica del imperio que perduró hasta su disolución. Se codificó la elección del emperador por siete príncipes electores.[7]​ A partir del siglo XV, los emperadores fueron elegidos casi exclusivamente entre los provenientes de la Casa de Habsburgo.

    En 1517, el teólogo Martín Lutero escribió sus noventa y cinco tesis, documentos en los que criticaba a la Iglesia católica. Este evento dio origen a la Reforma protestante, que actuó, en el ámbito político y sobre todo en sus orígenes, como factor cohesionador entre la multitud de principados alemanes y, en consecuencia, como factor determinante de lo que podría llamarse la «esencia alemana».[8]​ La Iglesia luterana fue reconocida como la representante de la nueva religión oficial en muchos Estados alemanes a partir de 1530. El conflicto religioso resultante condujo a la guerra de los Treinta Años (1618-1648), que devastó el territorio alemán.[9]​ Como consecuencia de la contienda, la población de los Estados alemanes se redujo en un 36 %.[cita requerida] La Paz de Westfalia (1648) terminó la guerra religiosa entre los Estados alemanes, pero el Imperio quedó de facto fragmentado en numerosos principados independientes. Desde 1740 en adelante, la rivalidad entre la monarquía Habsburgo de Austria y el Reino de Prusia —ambos parte del Imperio— dominó la historia alemana.

    En 1795, en plena Revolución francesa, se intentó salvar al Imperio mediante la mediatización y secularización de los Estados imperiales. Sin embargo, esto fue en vano. A finales de 1805, el Imperio fue invadido y derrotado por Napoleón Bonaparte, quien estableció la Confederación del Rin. El último emperador, Francisco II, fue forzado a abdicar y declaró formalmente la disolución del Imperio el 6 de agosto de 1806.[10]

    Restauración y revolución (1814-1871)
     
    Estados de la Confederación Germánica (1815-1866).
     
    Origen de la Bandera de Alemania en negro-rojo-oro: la Revolución alemana de 1848-1849 (Berlín, 19 de marzo de 1848).

    Tras abdicar el último monarca del Sacro Imperio Romano Germánico, empezó, en los antiguos Estados que lo componían, una dispar búsqueda por crear un Estado nacional alemán unificado. La «Cuestión alemana» se debatía entre la creación de una «gran Alemania», que incluyese los territorios germanófonos (promovida por Austria), o una «pequeña Alemania» formada exclusivamente por otros Estados (apoyada por Prusia). A esta disyuntiva se sumaba la cuestión institucional sobre el reparto de poder entre el pueblo y la Corona.

    La cuestión se planteó de manera concreta tras la caída del Primer Imperio francés. Napoleón, el emperador de los franceses, fue derrotado, pero el hecho de terminar con la dominación extranjera no les dio a los alemanes una Alemania unida dentro de la Confederación Germánica, implantada en 1815.

    En marzo de 1848, la revolución estalló en Alemania. Convertir a Alemania en un Estado nacional e institucional suponía tener que definir qué pertenecería a Alemania. El primer Parlamento libremente elegido, en Fráncfort del Meno, descubrió que no era posible forzar el establecimiento de un Estado nacional pangermánico, con inclusión de Austria. Este hecho planteó la solución de la «pequeña Alemania», en la forma de un imperio bajo la hegemonía del Reino de Prusia.

    El Parlamento exigió que, como emperador alemán, el rey de Prusia tendría que renunciar a su carácter divino y concebirse a sí mismo como ejecutor de la voluntad del pueblo, exigencia que el monarca rechazó en 1849, impidiendo de esta forma que se realizara la unificación alemana.

    En la década de 1860 el canciller Otto von Bismarck favoreció en Prusia al poder ejecutivo contra el Parlamento. La cuestión del poder político externo se resolvió con la guerra de las Siete Semanas en 1866, en la que Prusia derrotó definitivamente a su rival austríaco.

    Imperio alemán (1871-1918)
     
    Proclamación del Imperio alemán en el Palacio de Versalles en 1871.

    Alemania fue unificada como un moderno Estado nación en 1871, cuando se forjó el Imperio alemán, con el Reino de Prusia como su principal constituyente. Después de la derrota francesa en la guerra franco-prusiana, el Imperio alemán (Deutsches Kaiserreich) fue proclamado en Versalles el 18 de enero de 1871. La dinastía Hohenzollern de Prusia lideró el nuevo imperio, cuya capital se estableció en Berlín. El imperio fue una unificación de las partes dispersas de Alemania, excepto Austria (Kleindeutschland, o «pequeña Alemania»). A partir de 1884, Alemania inició el establecimiento de varias colonias fuera de Europa.

     
    Mapa del Imperio alemán (1871-1918), con el dominante reino de Prusia en color azul.

    En el período posterior a la unificación de Alemania, el emperador Guillermo I orientó la política exterior garantizando la posición de Alemania como una gran nación al forjar alianzas para aislar a Francia por la vía diplomática, y evitar la guerra. Sin embargo, durante el reinado de Guillermo II, Alemania, al igual que otras potencias europeas, dio un curso imperialista que provocó fricciones con los países vecinos. La mayoría de alianzas en las que Alemania había estado previamente implicada no se renovaron, y nuevas alianzas excluyeron al país. En concreto, Francia estableció nuevas relaciones mediante la firma de la entente cordiale con el Reino Unido y la obtención de vínculos con el Imperio ruso. Aparte de sus contactos con el Imperio austrohúngaro, Alemania se vio cada vez más aislada.

    En la Conferencia de Berlín, Alemania se unió a otras potencias europeas para reclamar su parte de África. Alemania obtuvo la propiedad sobre varios territorios africanos en la parte este y sudoeste, Camerún y Togolandia. La lucha por África causó tensiones entre las grandes potencias que pueden haber contribuido a crear las condiciones que llevaron a la Primera Guerra Mundial.

     
    Otto von Bismarck.

    El atentado de Sarajevo de 1914, en el que murió el heredero de la Corona del Imperio austrohúngaro, desencadenó la Primera Guerra Mundial. Alemania, como parte de las Potencias Centrales, sufrió la derrota contra las Potencias Aliadas en uno de los conflictos más sangrientos de todos los tiempos. La Revolución de Noviembre estalló en 1918, y el emperador Guillermo II abdicó. Un armisticio que ponía fin a la guerra se firmó el 11 de noviembre y Alemania se vio obligada a firmar el Tratado de Versalles de 1919. En su negociación fueron excluidas las Potencias derrotadas en contradicción con la diplomacia tradicional de la posguerra. El tratado fue percibido en Alemania como una humillante continuación de la guerra por otros medios y su dureza se cita a menudo como un factor que facilitó el posterior ascenso del nazismo en el país.[11]​ Hoy, la casa de Hohenzollern permanece destronada, aunque sigue existiendo en la figura de Jorge Federico de Prusia como príncipe heredero.

    República de Weimar (1919-1933)

    La adversidad económica, debida tanto a las condiciones de la paz como a la Gran Depresión mundial, es considerada una de las causas que provocaron el respaldo por parte de los líderes de opinión y los votantes alemanes hacia los partidos antidemocráticos. Aunado a esto, durante la guerra y hasta su fin se había mantenido a la sociedad alemana con la idea de que la victoria era casi segura y la falta de una invasión alimentó la teoría de que fueron las fuerzas democráticas (y comunistas, así como los judíos) las que traicionaron a la patria y provocaron la derrota (la Dolchstoßlegende o leyenda de la puñalada por la espalda).

    En las elecciones extraordinarias de julio y noviembre de 1932, el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP, «partido nazi») obtuvo 37,3 %[12]​ y 33,1 %[13]​ de los votos, respectivamente. La inestabilidad política y la imposibilidad de crear un Gobierno firme obligó a que el presidente del Gobierno tuviera que nombrar al canciller (Präsidialkanzler), algo que de origen era tarea del Parlamento. El 30 de enero de 1933, por presión del NSDAP, el presidente (jefe de Estado) Paul von Hindenburg nombró canciller (jefe de Gobierno) al líder del NSDAP: Adolf Hitler.

    Alemania nacionalsocialista (1933-1945)
     
    Adolf Hitler, Führer de la Alemania nazi (1933-1945).

    Tras la muerte de Hindenburg en 1933 se nombró a Adolf Hitler como jefe de Estado,[14]​ lo que marcó el principio de la Alemania nazi. El 27 de febrero, el Reichstag fue incendiado.[15]​ Algunos derechos democráticos fundamentales fueron derogados posteriormente en virtud de un decreto de emergencia.[16]​ Poco después, una ley dio al Gobierno el pleno poder legislativo.[17]​ Solo el Partido Socialdemócrata de Alemania votó en contra de ella; los comunistas no pudieron presentar oposición, ya que sus mandatos habían sido cancelados[18]​ y muchos comunistas habían sido asesinados o encarcelados.[19]​ Un Estado totalitario centralizado fue establecido por una serie de iniciativas y decretos, haciendo de Alemania un Estado unipartidista. Las obras públicas y el equilibrio entre ingresos y gastos del Estado disminuyeron el gran paro que existía, y el resto de los desempleados encontró ocupación en las nacientes industrias de guerra.

    En 1936 las tropas alemanas entraron en la Renania desmilitarizada,[20]​ y el primer ministro británico Neville Chamberlain impulsó su política de apaciguamiento que concluyó cuando cesó en el cargo. La política de Hitler de anexionar tierras vecinas —como Austria y Checoslovaquia— para hacerse con Lebensraum («espacio vital») llevó al estallido de la Segunda Guerra Mundial.

    La Alemania nazi invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939, y dos días después el Reino Unido y Francia le declararon la guerra.[21]​ Inicialmente Alemania obtuvo éxitos militares rápidamente (de ahí el término Blitzkrieg: ‘guerra relámpago’). Se logró el control sobre los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, norte y oeste de Francia y posteriormente sobre Dinamarca, Noruega, Yugoslavia y Grecia en Europa, y Túnez y Libia en el norte de África. Además tenía como aliados firmes al Imperio del Japón (quien hacía su propia invasión por Asia y Oceanía) e Italia (que ya había invadido Albania y Etiopía, controlaba Libia junto con los alemanes y atacaba Malta y el Egipto Británico). Sus aliados, o más bien estados satélite, fueron el Gobierno de Vichy (la parte francesa del sur controlada por el mariscal Petáin y algunas de las colonias africanas y asiáticas), Finlandia, Eslovaquia, Croacia, Hungría, Rumanía y Bulgaria.

     
    La Potsdamer Platz tras la batalla de Berlín en 1945.

    Otros Estados tenían que colaborar con los alemanes para que no hubiese represalias y no fuesen invadidos. En el verano de 1941, un ejército de más de tres millones de hombres invadió la Unión Soviética, rompiendo el tratado de no agresión firmado dos años antes. Los alemanes fueron apoyados con ingentes tropas de Finlandia, Bulgaria, Italia, Rumanía, Hungría y España[22]​ entre otros. Finalmente, la invicta Alemania fue detenida en la batalla de Inglaterra, durante la cual la Luftwaffe fue derrotada por la RAF. El ataque a la Unión Soviética demostró que el ejército nazi era insuficiente para abarcar un territorio de esas dimensiones. Sus fracasos en las campañas rusas de 1941 (contra Moscú) y 1942 (para obtener el petróleo del mar Caspio), así como el ingreso de Estados Unidos en diciembre de 1941, dieron un giro en el conflicto que llevó a la destrucción del país bajo los bombardeos de los aliados, que solamente se detuvieron tras la capitulación del régimen nazi el 8 de mayo de 1945.

    En lo que más tarde llegó a ser conocido como el Holocausto, el régimen Nazi promulgó políticas gubernamentales para avasallar a varios sectores de la sociedad: judíos, comunistas, gitanos, eslavos (Generalplan Ost), homosexuales, francmasones, disidentes políticos, sacerdotes, predicadores, opositores religiosos y las personas con discapacidad, entre otros. Durante la época nazi, unos once millones de personas fueron asesinadas metódicamente como parte del Holocausto. La guerra y el genocidio nazi fueron responsables de alrededor de cincuenta millones de muertos, entre ellos seis millones de judíos y tres millones de polacos. La Unión Soviética sufrió enormemente durante la guerra, perdiendo aproximadamente 27 millones de personas.[23]

    División y reunificación
     
    Zonas de ocupación entre 1947 y 1949.

    Alemania perdió un cuarto de su territorio,[24]​ que además fue ocupado y dividido entre los aliados[25]​ durante unos cuatro años hasta 1949,[26]​ cuando Gobiernos civiles reemplazaron a los gobernadores militares.[27]​ Se estima que entre doce y catorce millones de alemanes étnicos y sus descendientes fueron desplazados de las antiguas posesiones del Imperio.[28]​ En 1949, tras aprobarse en el oeste una nueva Constitución, se creó la República Federal de Alemania (RFA),[29]​ que al cabo, recobraría parte de su soberanía, incluyendo la capacidad de mantener un ejército, y pasaría a integrarse, en occidente, como miembro de las Comunidades Europeas y de la OTAN. Por su parte, la República Democrática Alemana (constituida en 1949 como respuesta a la fundación de la RFA) entraría desde un primer momento a formar parte del Pacto de Varsovia y el bloque soviético.

    De esta forma, encarnó la situación que se vivía a nivel mundial en el marco de la Guerra Fría. Berlín, la antigua capital, fue dividida en dos bloques. La parte oriental de la ciudad, bajo control comunista, construye un muro para evitar el contacto y la huida de su población hacia la parte occidental, fenómeno que se había intensificado a lo largo de la década de los años 1950, como consecuencia del milagro económico alemán.

    La tibia persecución de los criminales del régimen nazi provocó el rechazo de las nuevas generaciones de la RFA, lo que contribuyó al estallido de las protestas de 1968. La RDA, en cambio, se veía a sí misma como un nuevo Estado, creado por los combatientes antifascistas y de ningún modo asociado al régimen nazi. Por esa razón, y por temor a desatar discusiones políticas que pusieran en peligro la supremacía del partido único, no se llevó a cabo una reflexión amplia sobre lo sucedido durante la guerra. Esta falta de autocrítica ha determinado que la mayoría de los actos de xenofobia en la actualidad ocurran en la antigua RDA.[30][31]

     
    La caída del Muro de Berlín posibilitó la integración de Europa oriental en la Unión Europea.

    Tras una historia de incidentes y desencuentros entre los dos Estados alemanes, el muro de Berlín se abrió a la circulación el 9 de noviembre de 1989, con posterioridad a las fugas masivas de ciudadanos de la RDA hacia territorio occidental, que se produjeron a través de Hungría y Checoslovaquia en el verano de ese mismo año.[32]​ Alemania se reunificó el 3 de octubre de 1990, recobrando su plena soberanía, al quedar definitivamente suprimido el régimen de control político y militar de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial.[33]

    La reunificación alemana tuvo consecuencias en todos los ámbitos de la vida alemana, como la participación alemana en operaciones de la ONU para la imposición de la paz, una actitud más crítica de la contribución de los extranjeros a la vida alemana, y enormes costos para los contribuyentes de los antiguos Estados.

    La Alemania reunificada conserva tradiciones que se remontan al siglo XIX: el sufragio universal y la estructura parlamentaria, desarrollada en tiempos del Reichstag. Se ha conservado también cierta continuidad espacial: el Tratado Dos más Cuatro, acta fundacional internacional de la Alemania reunificada, reafirmó la solución de la «pequeña Alemania». Los acuerdos establecieron la retirada gradual de las tropas soviéticas de Alemania Oriental con la garantía por parte de la OTAN de no situar fuerzas en el este de la Alemania unificada.[33]

    Desde que en 1950, Robert Schuman, el ministro francés de origen alemán,[34]​ pronunciara su célebre declaración, ambos países, Francia y Alemania, se consideran el motor de las comunidades europeas que han dado origen a la actual Unión Europea.

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